"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

domingo, 1 de diciembre de 2013

Llego el adviento


Con el adviento inicia el Año Nuevo Católico, y con el vienen también lecturas cargadas de mesianismo, es decir, lecturas que anuncian la llegada del Salvador, son lecturas con una gran carga de esperanza, el problema es que no va a faltar el o los fatalistas que utilicen estas lecturas para hablar de temas de temor o de miedo, puntualmente de tragedias, pecado o de “fin” de mundo. El adviento es también el tiempo de Isaías (en el ciclo A del calendario litúrgico que es el que se está iniciando), el gran profeta, no el gran adivinador, es decir no podemos interpretar a Isaías como un vidente (Dios y magia no combinan) sino como un hombre de fe que ante las difíciles situaciones de su pueblo mantiene viva la esperanza de la salvación, sueña y cree en que vendrán tiempos mejores, confía en que Dios ha de librarles, espera que alguien sea capaz de hacerlo y aunque Isaías no piensa en Jesús como tal (eso sería adivinación) si pre figura en su esperanza mesiánica la idea de un hombre liberador; así las cosas Isaías nos acompañará durante este tiempo litúrgico.

El adviento parece haberse empezado a practicar al menos similar a como nosotros hoy lo conocemos entre los siglos VIII y X, cuando litúrgicamente fue tomando forma un período de preparación para la Navidad. Después de la celebración del misterio Pascual de Cristo no hay en la liturgia de la Iglesia otra celebración que revista mayor importancia que la Natividad del Señor y por ende el Adviento como preparación a esta. Adviento, Adventus que en latín significa “venida”, de ahí su nombre, parece que fue el nombre que algunos en los siglos V y VI empezaron a dar al ejercicio de prepararse para la navidad, Adventus Redemptoris “venida del Señor (Redentor)” era el llamado previo a la Navidad y así se fue consolidando poco a poco la celebración.

Cristo ocupa el lugar esencial en toda acción litúrgica, sin embargo durante el adviento habrá de reconocerse el papel de otros tres personajes: Isaías (cuando el ciclo lo propone), Juan el Bautista y María, en torno a estas tres personas también se va desarrollando la liturgia de la palabra.

Cuatro domingos con cuatro temas diferentes:

I Domingo: La esperanza como actitud fundamental del cristiano.

II Domingo: Conversión y nueva vida (con la presencia de Juan el Bautista)

III Domingo (Gaudete): La alegría por la venida de Cristo.

IV Domingo: Acontecimientos previos a la venida del Señor (María en la vida de la Iglesia).

 

Este año el Adviento goza de la particular y más que acertada Exhortación Apostólica del Papa Francisco, recién publicada la semana pasada “Evangelii Gaudium” – La Alegría del Evangelio- quizás pueda ser un ejercicio interesante tomarse estas semanas para meditar con ella. Una encíclica llena de vigor desde el inicio, que presenta una Iglesia remozada en la alegría de Cristo Resucitado e impulsada al servicio de todos, especialmente de quienes menos tienen.

¿Y cuál es la esperanza del cristiano?

No es la venida de Cristo, porque eso ya sucedió, no es la salvación porque esa ya la recibió. Las lecturas de domingo parecen darnos una pista al tener un tema en común la preparación para la luz, Isaías habla de “caminar hacia la luz de Yahvé”, el Salmo nos dice estar a las puertas de Jerusalen ciudad santa, Pablo en la carta a los romanos dirá “revistámonos de las armas de la luz” y Mateo ponen en boca de Jesús las palabras “estad preparados”.

Pero la preparación no es una esperanza, la esperanza habría que encontrarla en la razón por la que debemos estar preparados y aunque quizás lo más natural sea pensar en la manifestación gloriosa de Cristo (mal llamada segunda venida), he de pensar que aunque albergamos tal esperanza nada nos asegura vivirla en vida terrena, por lo que obligatoriamente nuestra esperanza tiene connotaciones escatológicas, es decir va más allá de nuestro fin en esta tierra.

La Natividad, aunque ciertamente pone en la palestra el recuerdo de la Encarnación y la llegada por ella de nuestra Salvación, hoy también nos invita a interpelarnos sobre el momento en que usted y yo nos encontremos con Cristo, en ese momento cumbre en donde nada podrá ser corregido ni cambiado, solo recibiremos el fruto de nuestra obra.

La esperanza del cristiano es la de actuar hoy conforme a aquello que nos garantiza la vida del mañana; la esperanza del cristiano es poder prepararse para ello siendo luz; la esperanza del cristiano es poder ser esa luz a partir de su testimonio de vida.

Navidad hoy para el cristiano, no es celebrar un cumpleaños, es confirmar su querer un mundo mejor a partir de su vida misma es como decía Pablo en la lectura a los Romanos “revestirnos del Señor”, que con nuestro diario vivir se denote y note que somos realmente cristianos.

Hoy primer domingo de Adviento las lecturas deben invitarnos a comprender que la esperanza del cristiano no puede ser una esperanza pasiva es decir que espera que algo sucede, la esperanza del cristiano es activa es decir hacen que las cosas sucedan, ya no hay nada que esperar más allá de Cristo mismo, por ello el cristiano debe ya ser luz  que debe iluminar si realmente es luz de Cristo.

Este adviento que inicia, nos reta a ser cristianos de acción, que en su esperanza lo único que se mueve es el servir a los demás, el entregarse en el amor por el otro. Es una acción allí en su casa, en su trabajo, en su estudio, donde sea que este. No puede haber verdadera Navidad si nuestra esperanza de un encuentro final con Cristo no nos anima a dar y ser mejores para los demás.

No habremos vivido un verdadero adviento si nuestra esperanza está detenida viendo para el cielo, como decía Jesús en el Evangelio “Velad”, es decir no estar quietos, es moverse para cuando llegue el dueño.

La esperanza del cristiano hoy, debe ser la de un mundo mejor, en donde la Salvación sea por todos aceptada, pero para ello debe trabajar, esforzarse, si seguimos creyendo que la esperanza del cristiano es la salvación, no hemos entendido lo que sucedió en la cruz; la esperanza hoy se traduce en obras porque en ellas nos unimos a Cristo, porque por ellas nos hacemos más humanos, porque en ellas la salvación ya recibida arraiga el reino de Dios en medio de nosotros y nos abre de esta forma las puertas de la vida eterna en Dios.

Que sepamos encontrar nuestra esperanza, esa que realmente nos haga decir el 25 de Diciembre, hoy si estoy viviendo una verdadera Navidad.

Paz y Bien

JAVC

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