Los principales datos alrededor
de Juan el Bautista deben obtenerse de la Sagrada Escritura, los cuatro
evangelios dan referencias de él y complementarse con algunos históricos
propios de historiadores de la época, además de aquellos datos que algunas ciencias
como la socio, antro y arqueología han permitido ir construyendo. No nos
concentraremos en la densidad simbólica y teológica de los textos, a eso nos
avocamos en las diferentes lecturas, la próxima será el 29 de Agosto cuando
recordemos su martirio, sino que acá iremos al hombre Juan, solamente.
Datos biográficos
El nombre de sus padres está
claro: Isabel y Zacarías. Isabel tiene una decendencia noble, es de la casa de
Aarón y Zacarías es un sacerdote del Templo, de una de las 24 cases
sacerdotales que existían, cruzando los datos se puede asegurar que Zacarías
sería de la octava clase, sin embargo no era de la aristocracia sacerdotal,
sino más bien de lo simples sacerdotes,
pobres y en condiciones económicas y culturales precarias.
Isabel era estéril, lo que ponía
a la familia en una situación de “abandonados (castigados) por Yahvé”, sin
embargo dice Lucas “eran justos ante Dios”(v6). La lectura de esta familia debe
hacerse en relación a otras en las cuales la esterilidad estuvo presente y Dios
actuó en medio de ellas con los nacimientos, por ejemplo de Isaac, Jacob, Esaú,
José, Benjamín, etc. y como Abraham y Sara Isabel y Zacarías eran de edad
avanzada.
Juan nacerá después de una serie
de anuncios “angélicos” que desatarán la duda de su Padre, pero que sin embargo
verán nacer, todo parece, a un profeta muy particular. El nacimiento de Juan de
acuerdo a la Biblia fue silencioso, en tanto pocos se enteraron de la dicha de
los esposos.
Juan debe haber crecido en Jerusalén
o en las cercanías de esta ciudad, ciertamente habrá sido en la Provincia de
Judea, algunos datos refieren a una ciudad llamada Ain Karen como a 6 kms de
Jerusalén. Sin duda alguna su educación ha de haber sido profunda en los Textos
Sagrados y ha de haber recibido desde muy niño una profunda guía espiritual de
su Padre.
Juan, siguiendo nuestra
estructura social, deberá considerarse primo segundo de Jesús, única familia
que puede reconocerse según los datos, y todo parece ser que la relación entre
María e Isabel era profunda y a pesar de estar a una distancia considerable, el
contacto entre ellas es evidente. Por otro lado debe tenerse presente que las
visitas a Jerusalén, sobre todo para las fiestas era costumbre, Ain Karen
estaba de paso en el itinerario de Nazaret a Jerusalén.
¿Qué paso con Juan después de su
nacimiento?
Ya adelantamos que Juan sin duda
debió conocer muy bien las escrituras y ser un practicante Judío tal cual lo
heredaría de sus Padres.
Es el mismo Lucas (1,80) quien da
el dato de que Juan creía y su espíritu se fortalecía. Este es un estribillo
usado comúnmente para referir el crecer no solo físico sino además para
representar grandeza (Isaac, Sansón, etc.) el crecimiento en el conocimiento de
Dios, algo similar se dirá de Jesús.
Lucas dice “vivió en lugares
inhóspitos” y Mateo lo ubica en el desierto de Judea. Debe comprenderse que
Lucas no es un conocedor de la geografía Palestina, a lo largo de su evangelio
las imprecisiones geográficas son constantes, por tanto no da el dato exacto.
No puede caber duda alguna, Juan en algún momento de su vida, emigró a vivir al
desierto de Judea y allí iniciaría la preparación de su vida pública.
El desierto sería el refugio del
Bautista y marcaría sin duda su forma de pensar. Es importante para entender
tanto a Juan como a Jesús el momento social que el pueblo estaba viviendo,
puntualmente y sin detalles, la opresión bajo la dominación romana, la relación
político-religiosa entre el Sanedrín y los representantes de Roma, más todos
los movimientos que decían hacer lo correcto frente a la ley: fariseos,
saduceos, esenios, etc. A esto debe sumarse la desesperación que la pobreza
causaba en muchos, el temor religioso que se había inyectado en la sociedad
(sobretodo por los fariseos), y el abandono en que vivía el pueblo, ahunado a
la esperanza de la llegada de aquel “rey” que les libraría de la dominación.
Ubicar a Juan en el desierto
durante su vida de madurez es fundamental, es conocido por los estudios
realizados, sobre todo a partir de los manuscritos de Qumrán, que en el
desierto vivían anacoretas y cenobitas judíos, cuyo elemento común era ser de
clase sacerdotal, requisito que Juan cumplía. Todo parece indicar que Juan
sería un anacoreta, que literalmente significaría “un retirado”, este grupo
tenía una forma particular de vivir la ley, no se llevaban con Fariseos y
Saduceos por la “manipulación” que estos habían hecho de la ley,
consideraban, he acá porqué la reacción
de Juan el Baustista en Mateo 3, 7 cuando les llama “raza de víboras”, además practicaban
un fuerte ayuno y vestían diferente, quizás a eso se refiere Marcos en 1,6 y
que Mateo traslada a 3,4 cuando nos detalla su vestimenta y su alimentación
(aunque sin duda hay una referencia explícita al Antiguo Testamento), la vida
de estos anacorétas era una vida en la que no se debía tener más de lo
necesario y además de esto debía compartirse con quien no tenía, por ello la
catequesis del Bautista en Lucas 3,10-14 y caso interesante, entre sus
prácticas comunes estaban los “baños sagrados y de purificación”.
El mensaje de Juan el Bautista
Ya se ha dibujado brevemente
algunas de las razones que mueven al Bautista a actuar y de donde le vienen
esos motivos, se instalará a las orillas del Jordán, siempre cerca del desierto
de Judea.
El tema eje de Juan era “la
llegada del Reino de Dios y su castigo” y la necesidad de la conversión como
dice el Padre González “él inició un movimiento que preparaba un juicio
inminente”, Jesús de Nazareth retomará la idea del Reino de Dios.
Juan conocía perfectamente que
era necesario que la gente se arrepintiese de sus pecados y decidiese llevar una
vida diferente, porque era la hora de actuar de Dios. Este mensaje de Juan fue
tan impactante que llamó la atención de Jesús y este decide ir hasta Juan y
bautizarse. El mismo Padre González en su reflexión añade “Jesús se une al movimiento de Juan y se hace bautizar. Ellos supone
que comparte las preocupaciones y propuestas de Juan frente a un
acontecimiento: El juicio de Dios”. Claro está ese unirse de Jesús conlleva
un elemento de representación del pueblo y además Jesús irá moldeando el
mensaje iniciado por Juan hasta llevarlo a la autenticidad del suyo propio, su
vida y reflexión.
El mensaje de Juan era diferente
al de los fariseos, al de los saduceos y otros movimientos incluyendo los
esenios a quienes conoció bien, el mensaje de Juan enfrentaba directamente al
Poder Romano y por tanto al Sanedrín, que dependía de este, Juan se levantaba
como un “Profeta”, como desde hacía muchos años no había uno, era inminente
para Juan que Dios habría de castigar al pueblo a todo el pueblo si no había
una conversión inmediata (en este tema y otros Jesús se alejará un poco), era
necesario arrepentirse para encontrar la dicha de Yahvé y en este particular se
circunscribe su bautismo, pero eso si, su bautismo tenía un componente moral
ineludible, si te bautizabas era porque cambiarías tu vida, recuérdese el
constante conflicto con Herodes, que finalmente lo silenciará, decapitándolo.
Josefo un historiador de la época cuenta que Herodes manda a matar al Bautista
por el temor de que pusiese el pueblo contra él.
El mensaje de Juan siempre fue
claro, él no era, otro venía detrás de él. Juan reconocerá en Jesús el elegido
de Dios, envía sus discípulos a seguirle y antes de morir manda a preguntarle
si realmente Él es el elegido, Juan quiere estar seguro de que su vida anunció
al Salvador.
El mensaje del Bautista es
silenciado por Herodes como ya se dijo, sin embargo el cambio social que
produjo fue innegable, quizás no impactó mucho en las clases religiosas o
políticas, pero ciertamente despertó la esperanza de un pueblo. El silencio del
Bautista sin duda fue seguida por una nueva voz, una que por su mensaje ya no
bautizaría con Agua sino con Espíritu Santo, había dicho Juan, la voz del Hijo
de María y José, Jesús de Nazareth.
En este segundo domingo de
adviento, habrá que decir que la llamada de Juan el Bautista es a un
arrepentimiento que tenga connotaciones prácticas, no se trata de un rito o de
una purificación interna; nosotros no tenemos que ser como Juan o sus
discípulos porque ellos venían “detrás” del Señor, nosotros vamos “después” del
Señor en el sentido de que ya hemos recibido su salvación y nos corresponde con
nuestras obras continuar haciendo que el Reino de Dios (que no es otra cosa que
la presencia de Cristo entre nosotros que nos acercó a Dios) siga siendo
vigente y siga llegando a muchos más, es la búsqueda de la paz y la justicia
(entendida como el bien para todos, que es la correcta interpretación bíblica),
de modo que como dice Isaías “Serán
vecinos el libo y el cordero y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo
y el cachorro pacerán juntos y un niño pequeño los conducirá” (Is 11,6).
Esta imagen de Isaías pretende mostrar el fruto de la paz, que no es otro que
la capacidad de convivir aún en las diferencias que entre nosotros puedan
existir, es el fruto de la conversión, el Amor, tal cual Cristo nos lo ha
enseñado, tal cual lo menciona Pablo en la carta a los Romanos “Y el Dios de la paciencia y del consuelo os
conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo
Jesús” (Rm 15,5).
Ciertamente esta lecturas
escatológicas nos invitan a preparar nuestro camino de cara al encuentro con
Cristo después de nuestra muerte, pero algunas como las de hoy domingo (8-12)
nos invitan a dar aquellos giros que sean necesarios para que nuestra navidad
sea tan plena como El lo quiere, la propuesta de hoy podría resumirse así: Si
dices ser cristiano tendrás que tener los mismos sentimientos de Cristo, que
empiezan en la proclama y vida de paz y finalizan en la entrega por amor, sin
importar las diferencias entre unos y otros. ¿Seremos capaces?
Paz y Bien
JAVC
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