"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

domingo, 15 de diciembre de 2013

La duda del Bautista


La vida de fe siempre en algún punto se transforma en duda; no existe cristiano que no haya vivido un momento de duda en su fe, y esto es así porque hacer calzar el mensaje de Jesús con lo que la cotidianidad nos propone no siempre es sencillo. En todo caso habrá que decirlo tal como los especialistas en espiritualidad lo dicen, que son esos momentos de duda los que realmente afirman el don de la fe.

El texto de Mt 11,2-11 vuelve a retomar la figura de Juan el Bautista, pero ahora ya no libre como en la lectura de la semana pasada (Mt 3,1-12) sino en la figura de un encarcelado. Del texto de esta semana vale rescatar que es la primera vez que en el Evangelio de Mateo Jesús recibe el título de “Cristo” (v.2), que en su interpretación original en Mateo refiere al “mesías de Israel”.

Juan encarcelado manda a preguntar a Jesús ¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?(v.3). Esta pregunta es extraña en Juan quien al inicio del Evangelio mostraba una actitud distinta, recordemos que es Juan quien le dice a Jesús “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti,   y vienes tú donde mí?” (Mt 3,14b).

Entonces cabe preguntarse ¿Qué pasó? ¿Por qué este cambio de actitud en Juan?

La exégesis del texto de hoy no es sencilla y son varias las líneas por las que hay que leer lo que sucede, sin embargo tratando de resumir (con todos los riesgos asumidos) habría que proponer dos elementos como fundamentales en la actitud que muestra Juan, y ambos son de naturaleza muy humana:

a.       Si efectivamente el Bautista estaba encarcelado, es evidente que la situación de aislamiento haya producido en él un estado de “desesperación” que le llevase a dudas fundamentales en su fe y conociendo a Jesús era para él necesario saber que estaba haciendo este.

b.      El segundo elemento procede de la Escritura misma y está “escondido” en la lectura de la semana pasada, Juan decía “… Él os bautizará con espíritu y fuego” (Mt 3,11c), cierta dificultad representa a que se refiere con Espíritu, pero esa no es la que hoy puede interesarnos sino la palabra “fuego”, el texto griego utiliza la palabra πῦρ (pir) que en su primera acepción significa eso exactamente “fuego”, de hecho de ahí deriva nuestra palabra “pirotécnico”, sin embargo πῦρ según el contexto puede llevar implícito esa fuerza necesaria para luchar para cobijar y dar calor a muchos que lo necesitan pero a través de una lucha fuerte y en el caso de Juan el Bautista así lo han definido los exégetas «El Bautista echaba de menos en la persona y la actuación de Jesús  precisamente el rasgo que él en su predicación más había destacado, el bautismo de fuego del juez que- castiga. Echaba de menos  a demás el éxito arrollador en el pueblo y la confesión clara y abierta de que él era realmente el Mesías» [1].

 Juan era el profeta escatológico, es decir el que anunciaba la llegada del Reino de los Cielos, pero al igual que sus hermanos judíos, el gran libertador sería como David un Rey Guerrero, de lucha (Fuego, πῦρ) que los liberaría de la “esclavitud” imperial romana. La visión de Juan para con Jesús era la que Isaías anunciaba en el Antiguo Testamento. Pero ahora estando en la cárcel se enteraba que la predicación de Jesús no era ese “fuego” de lucha que esperaban sino que iba por otro lado, que alentaba al amor al perdón y la misericordia y eso para Juan era causa de confusión, por ello urge a sus discípulos que vayan a preguntarle a Jesús ¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?(v.3).

Pero Jesús se da cuenta de la duda de Juan y no solo eso sino que la entiende y en lugar de mandar a decirle un “sí” directo, que es lo que en Teología Bíblica se conoce como el “silencio mesiánico” (Jesús nunca se declara a sí mismo mesías), Jesús le responde a Juan desde la fuente misma de su duda y tomando diferentes partes del libro de Isaías le dice “los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva” (v.5). Jesús no está pensando tanto en lo que Él hacía, sino en lo que Isaías decía eran características del Mesías y como Juan está tratando de ver en Jesús el mesías anunciado por Isaías Jesús le responde con las palabras mismas del profeta. Nada se dice de la reacción de Juan a la respuesta de Jesús, aunque tácitamente está claro que ha de haber entendido el mensaje cifrado de Jesús que en el fondo lleva el “Yo Soy”, no deberíamos dudar de que Juan ha comprendido lo que Jesús le manda a decir.

Y en la respuesta de Jesús, Juan ha encontrado fuerza para su esperanza y no cabe duda que cuando la esperanza se anima, el corazón se llena de una alegría impresionante, casi indescriptible, una alegría como es el nombre del tercer domingo de adviento “Gaudete” – alegría, regocijo - , una alegría y regocijo que viene de la cercanía del gran momento en que recordamos como el Verbo siempre existente, engendrado por el Padre desde la eternidad asume nuestra condición humana en pleno y se acerca a nosotros, he allí que toma sentido la frase de la Carta de Santiago que la segunda lectura propone “Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestros corazones porque la Venida del Señor está cerca” (St 5,8).

Esperar no es sencillo, por eso la liturgia de la palabra nos pone como ejemplo la duda de Juan, porque esperar y desesperarse es ciertamente humano y en la vida de fe se vale, sin embargo Juan también nos da el ejemplo, ante la duda consulta, lo peor que el cristiano puede hacer ante una duda de fe es encerrarse en sí mismo tratando de cuidarse de la respuesta o buscándola dentro de sí. Hoy la propuesta del Gaudete es la de animarnos aún en medio de las dificultades que estemos viviendo pues está cerca el momento en que nos es recordado que Dios se hizo uno de nosotros.

El Papa Francisco para este adviento nos compartió la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” -La alegría del Evangelio-, que merece ser leída y comprendida, pero que inicia con esta hermosa frase «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría».
 
Esta pequeña frase resume la esencia del Gaudete, que hoy se nos dibuja en la duda del Bautista, en Jesús siempre nace y renace la alegría. Cabría preguntarse ¿y cuál es esa alegría en medio de tantos que sufren pobreza (material y/o espiritual)?, esa alegría es la que usted y yo tenemos que llevar, así como los discípulos de Juan le llevaron la respuesta de Jesús para que él se alegrara, así mismo usted y yo debemos llevar la noticia a los pobres y darles alegría: alimento, vestido, un regalo, un abrazo, un consejo, silencio, sonrisas, compañía, etc, tanto que podemos dar para que este Gaudete se transforme el 25 de este mes en un verdadero gozo, en una verdadera navidad como nos recordaba la primera lectura en boca de Isaías ¡Regocijo y alegría les acompañarán!”(Is 35,10c). Cristo no vuelve a nacer en navidad, pues Él sigue entre nosotros, somos usted y yo quienes le hacemos presente en nuestra vida, la de los nuestros y del prójimo.

Nuestro corazón solo experimentará la alegría de la navidad cuando hayamos hecho presente a Cristo en la vida de los otros, porque navidad sin entrega no tiene sentido, pues quien vino en esa fecha vino a entregarse por usted y por mí.

Si hoy como Juan usted duda, su fe es blanda, si siente que como Juan está en medio de una cárcel regocíjese (Gaudete) porque en usted está esa capacidad de amar y dar, tal como lo recitaba Sn Francisco de Asís “es dando que recibimos” y porque cerca suyo hay alguien dispuesto a mostrarle lo que realmente es la navidad.

Si por el contrario esta fuerte en su fe, haga lo que hicieron los discípulos de Juan y lleve la noticia a muchos, llene de alegría tantos corazones como pueda, ahí y solo ahí la navidad tomará sentido.

Dios se ha revelado en Jesucristo, su Hijo amado, por Él tenemos acceso al Padre, sepamos entonces en estos pocos días de adviento que nos quedan, avivar nuestra esperanza en las promesas ya cumplidas en Cristo que día a día tenemos la oportunidad de vivir, ya no hay nada que esperar en Cristo fue todo Revelado [2] nuestro caminar es un caminar hacia el encuentro con Jesús Resucitado, pero los gozos de la salvación ya están en y entre nosotros, disfrutémoslos y compartámoslos.
 
Y finalmente no nos dejemos llevar, Navidad empieza el 25 de diciembre, no el 1 de octubre, Navidad no es posesión de una tienda es la actitud del cristiano frente al hermano, Navidad no es un regalo material, es la alegría de sabernos amados por Él y capaces de amar como Él.
 

Paz y Bien

JAVC

 
[1] Schmid, Josef, “El Evangelio de Mateo”, p. 275.

[2] Cf. Concilio Vaticano II, Dei Verbum.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario