La primer semana de octubre, al
menos desde que inicié esto de escribir allá por el 2006, hago un alto y le
dedico algunas palabras a la figura de santidad que desde hace tantos años me
acompaña, Sn. Francisco de Asís, que este próximo 04 de octubre celebra su
fiesta y fiesta de todos quienes sentimos afinidad por la figura del fraile.
Sin embargo la semana, por esas “casualidades” de la vida celebra también a
otras dos figuras de quienes admiré y admiro mucho de su vida, Santa Teresita
del Niño Jesus (Lisieux) 01 de octubre, la santa del Amor y a San Bruno, 06 de
octubre, el aseta que cambió la forma de comprender el silencio y fundador de
los cartujos. Así que una semana llena de una carga espiritual muy diversa.
La vida de Francisco de Asís, se
ha encargado el tiempo de llenarla de una serie de “alegorías” a través de las
cuales se ha cargado de un sentimentalismo más allá de lo que quizás sea
necesario, habrá que leer algunas biografías (comerciales) y otras por internet
para darse cuenta de esto; pero no es hasta encontrarse con estudios más
elaborados y menos “externos” que salen a la luz los pasajes más humanos de
este santo, que supo encontrar en Dios su realización.
Este año, el franciscanismo
encuentra en la figura del Obispo de Roma, Francisco, un nuevo oasis en el cual
refrescarse, no solo por su figura “jerárquica”, sea esto quizás lo menos, sino
más bien por su carisma, pero ante todo por ese anhelo interno de una “Iglesia
pobre para los pobres”, que se cruza en perfección con el ideal de pobreza de
Francisco de Asís.
Mal comprendida está la pobreza
de Francisco, poco espacio acá para reflexionar en ello, en todo caso habrá de
decirse que no era ser pobre por serlo sino en la primera necesidad de
compartir con los que menos tenían y encontrar así en Cristo “Mi Dios y mi Todo”,
de modo que si fuese necesario compartirlo todo, así se haría.
Mal entendida, también el ideal
de pobreza del nuevo Papa, para algunos una renuncia exagerada a lo material
para otros un absurdo, entre otros epítetos que se le han dado; pero en el
fondo no es más como con Francisco de Asís un llamado a una Iglesia que comparte,
que se despoja de sí por quien no tiene, aunque eso implique darlo todo y como
Iglesia decir “En Dios está mi todo” y más allá con Cristo mismo “Todo esta
consumado”.
Entre los momentos claves de
Francisco de Asís debe resguardarse aquel momento en donde en sueños este escucha
la voz que le dice “Reconstruye mi Iglesia”, no puede comprenderse la pobreza y
la admiración de Francisco por todo, si antes no se tiene clara la misión;
reconstruir la Iglesia y la pobreza en Francisco de Asís eran dos estados que
no podían separarse, iban juntos, no era posible una reconstrucción sin pobreza
como tampoco era posible una pobreza que no pretendiera una reconstrucción, un
cambio.
Y así lo hizo, el fraile de Asís,
al tiempo que reconstruía (aunque al inicio creyó que era una cuestión física, reconstruir
un templo, el de San Damián) la Iglesia fue comprendiendo mejor la pobreza,
pero su pobreza solo fue tomando sentido en la medida en que su carisma fue
impregnando la Iglesia, al punto que el mismo Papa Inocencio III, reconocerá
con el tiempo la monumental misión que a la luz del Evangelio Francisco de Asís
estaba emprendiendo.
No me cabe la más mínima duda de
que el actual Papa Francisco, está dando los primeros trazos de un lienzo
nuevo, que ha de tomar años de años, un lienzo que quizás usted y yo no veremos
acabado, pero que si tenemos la responsabilidad de “pintar” también.
Este nuevo lienzo, asoma en el
alba de una nueva eclesiología como una misión de “reconstrucción” que ha de
iniciarse, quizás propuesta desde el mismo Concilio Vaticano II, pero que aún
no ha brotado en la fuerza y alcance que requiere. Todo parece indicar que así
como San Francisco, el Papa Francisco ha comprendido que esa reconstrucción
solo puede iniciar en la pobreza y sus hermanas humildad y servicio.
No puede haber “reconstrucción”
si todos, sin importar cleros o laicos (aunque la división me parece en todo
innecesaria) asumimos con seriedad ese ideal de pobreza, humildad y servicio;
ya Benedicto XVI les mandaba un mensaje a los cardenales al decirles “el poder
en la Iglesia es esencialmente servicio”, era como una anticipación de lo que a
la elección del Papa Francisco se vendría y lo radical que el cambio es.
Quisiera poder pensar que es algo que pasará pronto, pero reconociendo lo que
tenemos, es claro que no será así y que como lo dije, este es solo el inicio de
un nuevo día para la Iglesia.
Pero, como aquellos humildes
frailes que atendieron el ideal de San Francisco y que fueron poniendo
piedritas para aquella reconstrucción en medio de su pobreza, su humildad y su
ideal de servir, quizás usted y yo también podamos ser simples cristianos que
nos unamos a ese deseo de “una Iglesia pobre para los pobres” que el Papa nos
ha transmitido. Aquellas estructuras clericales y laicales (sin entrar en el
juicio de su necesidad o no) ostentosas y concentradoras de poder, fustigan el
mensaje del evangelio que parece optar por una igualdad sin límites, sin clases,
sin distinciones.
Por ello en esta semana en que el
ideal de Pobreza, Humildad y Servicio de San Francisco de Asís se celebra con
especial atención, no se vale callarse, hacer oídos sordos a un Espíritu Santo
que guiando a la Iglesia marca la cancha, cierto es que todos hemos de
renunciar a cosas que nos hacen sentirnos cómodos en ella, pero la pobreza y la
reconstrucción tienen implícita la renuncia, en todos quienes bautizados hemos
sido sumergidos y nacidos en la vida de la Iglesia.
La reconstrucción de la Iglesia
que se le encomendó a San Francisco no era una misión en solitario, como
tampoco la es hoy; en usted y en mí recae también esa responsabilidad, cada
quien en su vida y en su acción pastoral, lo que es cierto es que no se valdría
no hacer nada.
Guiados por el ejemplo de vida de
San Francisco de Asís, podamos todos y todas comprender nuestra parte en este
nuevo espacio temporal que se abre en la Iglesia y que a pesar de las
dificultades, internas sobre todo, que el Papa Francisco y nosotros mismos
podremos encontrar, podamos hacer las pequeñas cosas de las que Dios haga otras
más grandes.
“Yo necesito pocas cosas y las
pocas que necesito las necesito poco”
San Francisco de Asís
04 de Octubre
Paz y Bien!!!JAVC
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