"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

lunes, 30 de septiembre de 2013

La reconstrucción de la Iglesia, reflexión a partir del pobre de Asis.


La primer semana de octubre, al menos desde que inicié esto de escribir allá por el 2006, hago un alto y le dedico algunas palabras a la figura de santidad que desde hace tantos años me acompaña, Sn. Francisco de Asís, que este próximo 04 de octubre celebra su fiesta y fiesta de todos quienes sentimos afinidad por la figura del fraile. Sin embargo la semana, por esas “casualidades” de la vida celebra también a otras dos figuras de quienes admiré y admiro mucho de su vida, Santa Teresita del Niño Jesus (Lisieux) 01 de octubre, la santa del Amor y a San Bruno, 06 de octubre, el aseta que cambió la forma de comprender el silencio y fundador de los cartujos. Así que una semana llena de una carga espiritual muy diversa.

La vida de Francisco de Asís, se ha encargado el tiempo de llenarla de una serie de “alegorías” a través de las cuales se ha cargado de un sentimentalismo más allá de lo que quizás sea necesario, habrá que leer algunas biografías (comerciales) y otras por internet para darse cuenta de esto; pero no es hasta encontrarse con estudios más elaborados y menos “externos” que salen a la luz los pasajes más humanos de este santo, que supo encontrar en Dios su realización.

Este año, el franciscanismo encuentra en la figura del Obispo de Roma, Francisco, un nuevo oasis en el cual refrescarse, no solo por su figura “jerárquica”, sea esto quizás lo menos, sino más bien por su carisma, pero ante todo por ese anhelo interno de una “Iglesia pobre para los pobres”, que se cruza en perfección con el ideal de pobreza de Francisco de Asís.

Mal comprendida está la pobreza de Francisco, poco espacio acá para reflexionar en ello, en todo caso habrá de decirse que no era ser pobre por serlo sino en la primera necesidad de compartir con los que menos tenían y encontrar así en Cristo “Mi Dios y mi Todo”, de modo que si fuese necesario compartirlo todo, así se haría.

Mal entendida, también el ideal de pobreza del nuevo Papa, para algunos una renuncia exagerada a lo material para otros un absurdo, entre otros epítetos que se le han dado; pero en el fondo no es más como con Francisco de Asís un llamado a una Iglesia que comparte, que se despoja de sí por quien no tiene, aunque eso implique darlo todo y como Iglesia decir “En Dios está mi todo” y más allá con Cristo mismo “Todo esta consumado”.

Entre los momentos claves de Francisco de Asís debe resguardarse aquel momento en donde en sueños este escucha la voz que le dice “Reconstruye mi Iglesia”, no puede comprenderse la pobreza y la admiración de Francisco por todo, si antes no se tiene clara la misión; reconstruir la Iglesia y la pobreza en Francisco de Asís eran dos estados que no podían separarse, iban juntos, no era posible una reconstrucción sin pobreza como tampoco era posible una pobreza que no pretendiera una reconstrucción, un cambio.

Y así lo hizo, el fraile de Asís, al tiempo que reconstruía (aunque al inicio creyó que era una cuestión física, reconstruir un templo, el de San Damián) la Iglesia fue comprendiendo mejor la pobreza, pero su pobreza solo fue tomando sentido en la medida en que su carisma fue impregnando la Iglesia, al punto que el mismo Papa Inocencio III, reconocerá con el tiempo la monumental misión que a la luz del Evangelio Francisco de Asís estaba emprendiendo.

No me cabe la más mínima duda de que el actual Papa Francisco, está dando los primeros trazos de un lienzo nuevo, que ha de tomar años de años, un lienzo que quizás usted y yo no veremos acabado, pero que si tenemos la responsabilidad de “pintar” también.

Este nuevo lienzo, asoma en el alba de una nueva eclesiología como una misión de “reconstrucción” que ha de iniciarse, quizás propuesta desde el mismo Concilio Vaticano II, pero que aún no ha brotado en la fuerza y alcance que requiere. Todo parece indicar que así como San Francisco, el Papa Francisco ha comprendido que esa reconstrucción solo puede iniciar en la pobreza y sus hermanas humildad y servicio.

No puede haber “reconstrucción” si todos, sin importar cleros o laicos (aunque la división me parece en todo innecesaria) asumimos con seriedad ese ideal de pobreza, humildad y servicio; ya Benedicto XVI les mandaba un mensaje a los cardenales al decirles “el poder en la Iglesia es esencialmente servicio”, era como una anticipación de lo que a la elección del Papa Francisco se vendría y lo radical que el cambio es. Quisiera poder pensar que es algo que pasará pronto, pero reconociendo lo que tenemos, es claro que no será así y que como lo dije, este es solo el inicio de un nuevo día para la Iglesia.

Pero, como aquellos humildes frailes que atendieron el ideal de San Francisco y que fueron poniendo piedritas para aquella reconstrucción en medio de su pobreza, su humildad y su ideal de servir, quizás usted y yo también podamos ser simples cristianos que nos unamos a ese deseo de “una Iglesia pobre para los pobres” que el Papa nos ha transmitido. Aquellas estructuras clericales y laicales (sin entrar en el juicio de su necesidad o no) ostentosas y concentradoras de poder, fustigan el mensaje del evangelio que parece optar por una igualdad sin límites, sin clases, sin distinciones.

Por ello en esta semana en que el ideal de Pobreza, Humildad y Servicio de San Francisco de Asís se celebra con especial atención, no se vale callarse, hacer oídos sordos a un Espíritu Santo que guiando a la Iglesia marca la cancha, cierto es que todos hemos de renunciar a cosas que nos hacen sentirnos cómodos en ella, pero la pobreza y la reconstrucción tienen implícita la renuncia, en todos quienes bautizados hemos sido sumergidos y nacidos en la vida de la Iglesia.

La reconstrucción de la Iglesia que se le encomendó a San Francisco no era una misión en solitario, como tampoco la es hoy; en usted y en mí recae también esa responsabilidad, cada quien en su vida y en su acción pastoral, lo que es cierto es que no se valdría no hacer nada.

Guiados por el ejemplo de vida de San Francisco de Asís, podamos todos y todas comprender nuestra parte en este nuevo espacio temporal que se abre en la Iglesia y que a pesar de las dificultades, internas sobre todo, que el Papa Francisco y nosotros mismos podremos encontrar, podamos hacer las pequeñas cosas de las que Dios haga otras más grandes.

 
“Yo necesito pocas cosas y las pocas que necesito las necesito poco”

San Francisco de Asís

04 de Octubre
Paz y Bien!!!
JAVC

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