"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

lunes, 16 de septiembre de 2013

Apocalíptica (III)

El libro de Daniel

            Es un libro cuya composición final data de los años 167-164 a.C, es decir es un libro reciente en el Antiguo Testamento si se le compara con otros. Sin embargo dentro del libro hay materiales que pueden ser datados de entre los siglos V y IV a.C, basados sobretodo en algunas referencias históricas que hace. Su autor no es uno, a todas luces son varios con gran conocimiento de su religión«… hay que concluir que el libro de Daniel es fruto de diversos autores, individuales o colectivos, de distintas épocas, que tratan de responder a problemáticas diferentes, aunque con un denominador común: el pueblo judío se encuentra políticamente sometido a poderes extranjeros» [1] ; el nombre Daniel pertenece estrictamente a su personaje y no al autor, este nombre es común en el Antiguo Testamento (ej. Cf. Ez 14,14.20; Esd 8,2) y  etimológicamente podría significar “Dios ha juzgado” o “Mi juez es Dios”.

            La estructura del libro claramente responde a diferentes épocas, por ejemplo Dn 1-6 se puede datar hacia el siglo III a.C durante el control de los Ptolomeos del Imperio Griego y cuyos escritores conocían bien la historia del pueblo cuando estuvo exiliado en Babilonia, por otro lado Dn 7-12 pertenece a la época de la insurrección Macabea, allá por los años 167-164 a.C; aunque con respecto a la historia Babilónica y Persa comete errores al citar lugares, tiempos, nombres, entre otros. Si se recuerda en la primera intervención sobre apocalíptica se mencionó que es fundamental para esta, el tema de la Revelación y el contexto histórico. Quedándonos en este último, es fácil apreciar que el libro de Daniel al estar respondiendo a tantos momentos históricos diferentes se convierte en un libro que no es de fácil comprensión, pues deben conocerse todos estos hitos de historia para poder asimilar lo que se está proponiendo, diferente con el Apocalipsis del Nuevo Testamento que responde a un hecho histórico específico, Roma.

            La otra dificultad que conlleva Daniel nos la presenta la traducción a lenguas vernáculas (el español en nuestro caso), pues el libro está escrito en tres lenguas diferentes: hebreo, arameo y griego, no son traducciones, sino que diferentes partes de libro están escritas en esas lenguas. Un idioma no son solo las palabras, es también su significación y contextualización, por ello al traducir a una lengua, es casi inminente se pierda su esencia, con Dn algo parecido ha sucedido desde la versión de los LXX y la Vulgata, el texto indudablemente perdió mucho de lo que realmente quería decir y fue ajustado a un modelo lingüístico específico. Y aunque esto no significa que no tenemos una versión válida, ciertamente no tenemos el libro en su modo correcto y esto se puede prestar para peligrosas interpretaciones, sobre todo de sectarios y deterministas, cuyas tragedias se nutren de una lectura limitadísima del libro de Daniel.

            A Daniel se le ha atribuido el género literario de “apocalíptica” como su identificador, por el manejo de la simbología, la reinterpretación de la historia, el dualismo (bien y mal) y otras características, sin embargo a lo largo del texto se identifican otra serie de géneros que también exigen que el texto no sea sometido a un análisis homogéneo, por ejemplo se puede encontrar rasgos de midrash, relatos, visiones sapienciales, complementos. Otro problema que presenta es su fundamentación en el “Apocalipsis de Henoc” que es un libro apócrifo del Antiguo Testamento. Pero en términos generales se puede decir que «El género apocalíptico del libro de Daniel pretende transmitir la revelación y anunciar lo que va a suceder con motivo de la llegada definitiva de Dios para hacer justicia y para instaurar nuevamente su reino y el final de los tiempos»[2].

            Pues bien, como puede observase no es un libro sencillo. En todo caso como buena apocalíptica, está releyendo un evento que se está dando a la luz de la acción futura y absoluta de Dios que ha de liberar al pueblo de tal tragedia. Tal como ya se dijo la semana anterior, no está adivinando nada, y tampoco profetizando (abierto aún al debate esta última, en todo caso como ya se dijo la profecía no es un adelantarse a los hechos), está contextualizando la historia a la luz de la fe del momento, con la característica particular en Daniel que echa mano de la historia pasada para apoyarse en el mensaje de esperanza que desea hacer llegar al pueblo.

            Quizás el peor error en la lectura, en este y en cualquier libro de género apocalíptico sea la literalización, es decir tomar el texto como viene; ni un solo versículo de un texto apocalíptico puede ser sacado de su género, historia e intencionalidad, pues entonces caeríamos en un serio problema, como en los que muchos nos tienen metidos hoy con sus ortodoxias de lectura.

            Daniel es un libro que da un mensaje específico al pueblo de Israel, mientras que los griegos les imponían el culto a otros dioses, mientras que una guerra interna se desarrolla y el pueblo parece perder la esperanza. Es un libro que recuerda las promesas de Dios y en vista de lo que se da, anuncia que estas se cumplirán pronto, con el fin de levantar la moral de aquel pueblo sometido y herido. Es un libro que nos debe mostrar como aún en medio de las mayores dificultades que puede un “país” enfrentar, hay un algo que va más allá de lo que nosotros podemos comprender que nos puede mantener con halito de vida.

            Quizás un día como hoy, el libro de Daniel nos ayude a reflexionar que si queremos un mejor país, debemos unirnos y luchar por él, desde la justicia, el servicio, la lealtad la fidelidad y por supuesto dando a Dios el sitio que merece, que es un tema que como sociedad parece estarse perdiendo en medio de lo que ahora se ha llamado “libertad”.

Paz y Bien

JAVC

[1] Asurmendi, JESUS, “El libro de Daniel” en “Historia, Narrativa y Apocalíptica”p.486
[2] Vázquez, JAIME, “Trasfondo socio-histórico del libro de Daniel”, p.18

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