Como ya lo hemos leído las semanas anteriores, la apocalíptica gira en
torno a dos temas generales: La Revelación, es decir la forma en la que Dios se
va auto manifestando a lo largo de la historia y que tiene su máxima expresión
en Cristo y por otro lado, la historia misma a la que el género apocalíptico
está haciendo referencia.
En el caso del libro del Apocalipsis, la revelación es aún más cercana
al acontecimiento de Cristo, pues es un libro cristiano, por tanto tal como se
ha dicho incansablemente, el libro del Apocalipsis no puede decir nada más allá
de lo que Cristo mismo haya revelado, porque entonces estaríamos en una
contradicción. Por otro lado hay que decir con seguridad y simpleza a la vez
que, el libro del Apocalipsis no narra (en historia estricta) otra cosa más que
la esperanza del pueblo de ser liberados de la opresión del Imperio Romano.
Roma, su imperio, es sobre quien va a girar el acontecimiento de
libertad que proclama el Apocalipsis para la Iglesia, la lucha entre el Bien
(Cristo y su Iglesia, los mártires, entendidos como testigos de Cristo y la
Iglesia Celestial) y el mal (Roma) desencadenan una serie de “luchas”
espirituales en donde ciertamente parece imposible vencer a “La Bestia “ (Roma),
pero, siempre hay un resto (144.000) que han de lograrlo, hasta que llegue la
segunda manifestación de Cristo (mal llamada fin del mundo). Nótese entonces
que en este párrafo he utilizado dos símbolos para representar en uno a Roma y
en otro a los que se han de salvar, y eso es lo bello y complicado de este
libro, la simbología, que a los más creativos les ha permitido hacer de esta
palabra Apocalipsis sinónimo de fin, cuando lo que en realidad significa es
“Revelación” y a los cristianos (Católicos y otros) justificar un determinismo
exagerado, casi dejando al hombre sin posibilidad de decidir sobre su vida o de
asumir la realidad como propia y no impuesta por Dios.
Indiscutiblemente el libro tiene como eje central la “Salvación” del
pueblo, pero no es una salvación ajena a la recibida en y por Cristo, es la
misma solo que aplicada a una situación de persecución y de ideologías falsas
que trataban de hacer que los cristianos renegaran de su fe en Cristo. El
Apocalipsis es un libro que alimenta la esperanza de aquella comunidad
cristiana naciente, que necesitaba fortalecer su fe. Para ello el autor
(desconocido de paso, por pseudonimia se le atribuye a Juan el apóstol) habrá
de presentar como la Salvación recibida por Cristo requiere de la
perseverancia, de la lucha en medio de las adversidades para luego poder estar
presentes junto a Él (con el vestido blanco, se dirá en el libro).
En el Imperio romano, los cristianos no solo han encontrado sus
mayores perseguidores, sino además el máximo ejemplo de lo que estos no debían
hacer, sobre todo “idolatría”, y por ello el Apocalipsis estará cargado de una
serie de imágenes que llaman la atención sobre este tema y lucha contra esto.
Por su fecha de composición (90 al 100 d.C), el Apocalipsis está
escribiéndose en una época muy convulsa para Roma por lo que el carácter naciente
y expansionista del cristianismo, es un peligro inminente. Nótese que el autor
escribe a siete iglesias (simbología) de Asia, ya estamos lejos de la Jerusalén
que vio nacer el movimiento original.
Un poco la experiencia pastoral me ha demostrado que un sano estudio
de este libro requiere de entre 4 a 6 meses, por lo que ni siquiera intentaría
decir algo al respecto por acá, más que simples apreciaciones muy personales
entre las cuales quisiera expresar:
Å
A la fecha no he logrado encontrar el vaticinio
de una sola catástrofe, sigo a la espera de alguien que en la correcta teología
del libro pueda mostrarme el tema.
Å
Cada vez que tomo alguna parte del libro, no
puedo dejar de ver como se apega a la doctrina del Evangelio y por ello me
asusta el manejo irresponsable de tantos cristianos que sin darse cuenta (digo
yo) atentan contra el dato Revelado.
Å
No logro entender las justificaciones de “Fin
del Mundo” que se hacen a partir de la lectura del Apocalipsis, aunque igual
estoy abierto a escuchar posturas y justificaciones coherentes.
Å
No soy de cine, pero creo que no es necesario
para poder decir que no veo relación entre lo que el Apocalipsis dice y lo que
algunas películas muestran; salvo que debo reconocer que hacen una lectura
“literal” (salvo redundancia, si existe) muy buena, que si también se hiciera
de otras partes de la Escritura, quizás (más seguro, diría yo) estaríamos en un
mundo diferente.
Ha corrido la voz de que el Apocalipsis es una “Eucaristía”; creo que
vale la apreciación. El apocalipsis no es una “Eucaristía” en su esencia, es
decir el autor no escribió pensando en ella porque entonces adivinó; la
estructura eucarística de hoy no es la misma de aquellas épocas, ciertamente
dentro del libro hay “liturgias” que no es lo mismo que “Eucaristía”; que
recientemente algunos autores, hayan querido realizar una hermenéutica en donde
ajustan el texto al modelo “Eucarístico” es otra cosa, pero decir que
originalmente el libro fue pensado así, está fuera de cualquier posibilidad.
En fin, el libro se las trae, y es responsable antes de una lectura
parcializada, comprender lo que está sucediendo y lo que se está significando;
no se vale, en este libro más que en ningún otro, la ignorancia por decisión,
es decir, querer interpretarlo literalmente porque a conciencia no deseo
informarme mejor sobre este, y menos aún se vale manipular a otros por lo que
“el libro diga”, quizás esto último es más irresponsable que lo primero.
Apocalipsis, es un hermosísimo libro que nos da una gran catequesis
sobre el seguimiento a Cristo Resucitado en medio de las tribulaciones y las
dificultades de la vida; en él se encuentra un mensaje de esperanza que alienta
la vida del cristiano y le completa al ligar nuestro paso por este mundo con la
hermosa experiencia de contemplar a Dios en todo su esplendor; el mensaje sigue
vivo en y para la Iglesia de hoy, en y para los cristianos de hoy.
Paz y Bien
JAVC.
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