"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

domingo, 1 de septiembre de 2013

Apocaliptica ( I )

 A partir de las experiencias que este año me ha dejado compartiendo con varios grupos el tema de “La Apocalíptica” y sobre todo el espacio de cuatro meses hablando y estudiando el “Apocalipsis del Nuevo Testamento” con un grupo en específico, he considerado en este mes de la Biblia, retomar en cuatro reflexiones algunas ideas importantes, que ayuden sobre todo a quitar esa “capa de grasa” a la que el paso de los tiempos y la acción de agentes externos han sometido a la apocalíptica.

Cuando se habla de apocalíptica no se está haciendo mención a un libro en específico, sino al “género literario” [1], por ello quisiera dedicarme en las primeras dos reflexiones a este tema, dejando las dos últimas para referirme a los textos apocalípticos canónicos: Daniel en el Antiguo Testamento y el Apocalipsis del Nuevo Testamento.

Lo primero que la apocalíptica hace suponer a la mayoría de las personas, es lo que las sectas fundamentalistas declaran, o bien lo que las productoras cinematográficas, sedientas de ganancias, nos venden a partir de las grandes tragedias humanas que significan el fin del mundo; lo irónico es que apocalíptica y fin del mundo no tienen relación, pero bueno esto lo veremos más adelante.

El fundamento de la fe es la Revelación [2],  es decir Dios que ha en su bondad querido revelarse al hombre para hacer a este partícipe de su Reino y por tanto de la salvación, Benedicto XVI nos lo recordaba con estas palabras «La novedad de la Revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros» [3]; la Revelación es la forma en como Dios se hace cognoscible para nosotros, y tiene su máxima expresión en el mensaje y la persona de Cristo, quien es la Revelación máxima «… no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Nuestro Señor Jesucristo» [4], si esta es norma de fe, puede entonces decirse sin ningún temor que solo es necesario y absoluto para nuestra salvación aquello que en y por Cristo, su vida y palabras haya sido revelado y que tanto la Tradición como la Escritura hayan guardado en el depósito de la fe, de forma tal que cualquier libro o persona que pretenda decir algo más allá de lo recibido de Cristo, simplemente está fuera del marco de la fe y no podría ser regente de esta.

Solo lo anterior ya nos plantearía un dilema, ejemplo: Si las palabras de Jesús en Matero fueron “Pero del día y la hora, nadie sabe, ni los ángeles del cielo, sino sólo mi Padre” (24,36) y en referencia cruzada, Jesús, nos dice Marcos se refiere de la siguiente forma “Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (13,32) ¿Cómo será posible que un hombre o libro pudiese conocer la forma y los tiempos para la hora?, en algunos podría encontrarse respuesta en que eran hombres inspirados, lo que sucede es que esta opción es una “inspiración muy divinizada” que se aleja del sano concepto bíblico de “inspiración”.

Retomando el tema, la apocalíptica bíblica no puede estar fuera de los márgenes de la Revelación, así como no lo puede estar ningún otro género; la diferencia estará sujeta al “como de la revelación”, es decir la forma en que cada género decide a partir de sus características particulares transmitir el mensaje de salvación.

En el caso de la Apocalíptica han de saberse distinguir tres elementos formales y de contenido que le configuran como género literario [5]:

Å      El cómo de la revelación: Por lo general se hará a través de forma visual, por visiones o epifanías (manifestaciones) en las que se plantea el mensaje revelado, que como ya se mencionó anteriormente, no puede ser novedad alguna, pues la Revelación Total ya se dio en Cristo, y en esto insisto categóricamente, pues de lo contrario la apocalíptica seguirá siendo el “patito” de asustar a los cristianos y otros. El elemento auditivo que por lo general sirve para aclarar lo que se ve; otros como son los movimientos “en el espacio”: al cielo, a la montaña, etc. Y el uso de recursos de comunicación como libros.

 
Å      El quien de la Revelación: En la apocalíptica siempre será un mediador sobrenatural que comunica, en algunos textos cristianos, Cristo mismo. El hombre juega un papel pasivo, es el receptor del mensaje.

 
Å      El destinatario de la revelación: Habrá que pensar en el destinatario inmediato, que sería quien recibe la revelación, que por lo general será un personaje importante o reconocido del pasado que pueda darle autoridad al texto (ej. Juan). El destinatario post inmediato, por lo general una comunidad específica (ej. Israel en el AT) o un grupo de ellas a quienes una o varias características especiales (ej. 7 Iglesias de Asia en el NT).

Después de la Revelación, el otro elemento fundamental es “El contexto histórico” al que está respondiendo la apocalíptica; en todo momento la apocalíptica estará haciendo una interpretación de una situación actual (para ellos en su momento) leída a los ojos de la fe y la revelación. Esta situación histórica dicen Schokel y Mateos «…se entiende como lucha y sucesión de imperios o reinos; los soberanos monopolizan prácticamente los papeles de protagonistas. Se exceptúa la comunidad de los elegidos, protagonista pasivo hasta que llegue el desenlace» [6]. La historia de Israel y de los primeros cristianos está sujeta a diferentes imperios y su dominación, la apocalíptica responde a esa realidad de opresión enviando un mensaje esperanza, comprende la existencia del bien y el mal y proclama el triunfo del primero sobre el segundo, pero siempre ante la situación histórica que se está viviendo, por ello «… la apocalíptica es una literatura de combate y oposición» [7]. Esa proclamación del Bien sobre el Mal (que por ejemplo en el Nuevo Testamento no es más que el triunfo de Cristo ante la muerte y nuestra atenta espera de su segunda Manifestación), es donde tanta tragedia ha querido forzosamente leerse.

Revelación y contexto histórico son fundamentales para una correcta comprensión de la apocalíptica, la ausencia de criterio en cualquiera de estas dos, hará indudablemente una lectura errada del mensaje que se pretende transmitir.

Por ahora hasta acá, dejamos para la próxima semana: Profecía y Apocalíptica en la historia y cuestiones de la teología de la apocalíptica.

Y en este mes de la Biblia, acerquémonos con mayor intensidad a ella y sepamos dejarnos seducir por la palabra amorosa de Dios.

Paz y Bien

JAVC

[1] Para algunos autores como von Rad, aún no está clara las características que podrían colocar a  la “Apocalíptica” como género literario; sin embargo la mayoría de los exégetas se inclinan a dar esta categorización.
[2] Constitución Dogmática Dei Verbum, No.2

[3] Benedicto XVI, Exhortación Apostólica “Verbum Domini”, No.6
[4] Constitución Dogmática Dei Verbum, No.4

[5] Para mayor profundidad puede verse la propuesta de Asurmendi, JESUS “La Apocalíptica”, en Historia, Narrativa y Apocalíptica, ed. Verbo Divino, 2000. De este autor se toma los elementos y su idea general.
[6] Schokel, L. ALONSO y Mateos, J. “Primera lectura de la Biblia”, p.209-210. Ed.Cristiandad. 1977

[7] Asurmendi, J. op.cit. p.526

No hay comentarios.:

Publicar un comentario