Cuando se habla de apocalíptica
no se está haciendo mención a un libro en específico, sino al “género
literario” [1], por ello quisiera dedicarme en las primeras dos reflexiones a
este tema, dejando las dos últimas para referirme a los textos apocalípticos
canónicos: Daniel en el Antiguo Testamento y el Apocalipsis del Nuevo
Testamento.
Lo primero que la apocalíptica
hace suponer a la mayoría de las personas, es lo que las sectas
fundamentalistas declaran, o bien lo que las productoras cinematográficas,
sedientas de ganancias, nos venden a partir de las grandes tragedias humanas
que significan el fin del mundo; lo irónico es que apocalíptica y fin del mundo
no tienen relación, pero bueno esto lo veremos más adelante.
El fundamento de la fe es la
Revelación [2], es decir Dios que ha
en su bondad querido revelarse al hombre para hacer a este partícipe de su
Reino y por tanto de la salvación, Benedicto XVI nos lo recordaba con estas
palabras «La novedad de la
Revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea
tener con nosotros»
[3]; la Revelación es la forma en como Dios se hace cognoscible para nosotros,
y tiene su máxima expresión en el mensaje y la persona de Cristo, quien es la
Revelación máxima «… no hay que esperar
ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Nuestro
Señor Jesucristo» [4], si esta es norma de fe, puede entonces decirse sin
ningún temor que solo es necesario y absoluto para nuestra salvación aquello
que en y por Cristo, su vida y palabras haya sido revelado y que tanto la
Tradición como la Escritura hayan guardado en el depósito de la fe, de forma
tal que cualquier libro o persona que pretenda decir algo más allá de lo
recibido de Cristo, simplemente está fuera del marco de la fe y no podría ser
regente de esta.
Solo lo anterior ya nos
plantearía un dilema, ejemplo: Si las palabras de Jesús en Matero fueron “Pero del día y la hora, nadie sabe, ni los
ángeles del cielo, sino sólo mi Padre” (24,36) y en referencia cruzada,
Jesús, nos dice Marcos se refiere de la siguiente forma “Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los
ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (13,32) ¿Cómo será
posible que un hombre o libro pudiese conocer la forma y los tiempos para la
hora?, en algunos podría encontrarse respuesta en que eran hombres inspirados,
lo que sucede es que esta opción es una “inspiración muy divinizada” que se
aleja del sano concepto bíblico de “inspiración”.
Retomando el tema, la
apocalíptica bíblica no puede estar fuera de los márgenes de la Revelación, así
como no lo puede estar ningún otro género; la diferencia estará sujeta al “como
de la revelación”, es decir la forma en que cada género decide a partir de sus
características particulares transmitir el mensaje de salvación.
En el caso de la Apocalíptica han
de saberse distinguir tres elementos formales y de contenido que le configuran
como género literario [5]:
Å
El cómo de
la revelación: Por lo general se hará a través de forma visual, por visiones o epifanías (manifestaciones) en las que
se plantea el mensaje revelado, que como ya se mencionó anteriormente, no puede
ser novedad alguna, pues la Revelación Total ya se dio en Cristo, y en esto
insisto categóricamente, pues de lo contrario la apocalíptica seguirá siendo el
“patito” de asustar a los cristianos y otros. El elemento auditivo que por lo general sirve para aclarar lo que
se ve; otros como son los movimientos “en el espacio”: al cielo, a la montaña,
etc. Y el uso de recursos de comunicación como libros.
Å
El quien
de la Revelación: En la apocalíptica siempre será un mediador sobrenatural
que comunica, en algunos textos cristianos, Cristo mismo. El hombre juega un
papel pasivo, es el receptor del mensaje.
Å
El
destinatario de la revelación: Habrá que pensar en el destinatario
inmediato, que sería quien recibe la revelación, que por lo general será un
personaje importante o reconocido del pasado que pueda darle autoridad al texto
(ej. Juan). El destinatario post inmediato, por lo general una comunidad específica
(ej. Israel en el AT) o un grupo de ellas a quienes una o varias
características especiales (ej. 7 Iglesias de Asia en el NT).
Después de la Revelación, el otro
elemento fundamental es “El contexto histórico” al que está respondiendo
la apocalíptica; en todo momento la apocalíptica estará haciendo una
interpretación de una situación actual (para ellos en su momento) leída a los
ojos de la fe y la revelación. Esta situación histórica dicen Schokel y Mateos «…se entiende como lucha y sucesión de
imperios o reinos; los soberanos monopolizan prácticamente los papeles de
protagonistas. Se exceptúa la comunidad de los elegidos, protagonista pasivo
hasta que llegue el desenlace»
[6]. La historia de Israel y de los primeros cristianos está sujeta
a diferentes imperios y su dominación, la apocalíptica responde a esa realidad de
opresión enviando un mensaje esperanza, comprende la existencia del bien y el
mal y proclama el triunfo del primero sobre el segundo, pero siempre ante la
situación histórica que se está viviendo, por ello «… la apocalíptica es una literatura de combate y oposición» [7]. Esa proclamación del Bien
sobre el Mal (que por ejemplo en el Nuevo Testamento no es más que el triunfo
de Cristo ante la muerte y nuestra atenta espera de su segunda Manifestación),
es donde tanta tragedia ha querido forzosamente leerse.
Revelación y contexto
histórico son fundamentales para una correcta comprensión de la
apocalíptica, la ausencia de criterio en cualquiera de estas dos, hará
indudablemente una lectura errada del mensaje que se pretende transmitir.
Por ahora hasta acá, dejamos para
la próxima semana: Profecía y Apocalíptica en la historia y cuestiones de la teología de la apocalíptica.
Y en este mes de la Biblia,
acerquémonos con mayor intensidad a ella y sepamos dejarnos seducir por la
palabra amorosa de Dios.
Paz y Bien
JAVC
[1] Para algunos autores como von Rad, aún no está clara las
características que podrían colocar a la
“Apocalíptica” como género literario; sin embargo la mayoría de los exégetas se
inclinan a dar esta categorización.
[2] Constitución Dogmática Dei Verbum, No.2
[3] Benedicto XVI, Exhortación Apostólica “Verbum Domini”,
No.6
[4] Constitución Dogmática Dei Verbum, No.4
[5] Para mayor profundidad puede verse la propuesta de
Asurmendi, JESUS “La Apocalíptica”,
en Historia, Narrativa y Apocalíptica, ed. Verbo Divino, 2000. De este autor se
toma los elementos y su idea general.
[6] Schokel, L. ALONSO y Mateos, J. “Primera lectura de la Biblia”, p.209-210. Ed.Cristiandad. 1977
[7] Asurmendi, J. op.cit. p.526
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