Pocas palabras del evangelio son
tan difíciles de explicar a la luz del mensaje de Jesús. “Deja que los muertos entierren a los muertos” es la respuesta que
da Jesús a una persona a quien recién Él ha llamado (Lc 9,59a) y cuya respuesta
fue “Déjame primero ir a enterrar a mi
Padre” cosa que de por sí era un deber sagrado (ver. Gn 35,29, Tob 14,10-13),
las palabras de Jesús parecieran oponerse inicialmente a ello y por eso
desconciertan tanto.
Entre los exégetas existe cierta
uniformidad de criterio sobre lo que la frase quiere decir (cf.Fitzmeyr, p.199)
sin embargo para establecer ese punto de vista debe de atenderse un par de
cosas previas, y una vez más nos vemos obligados a ir al texto griego para
aclarar algunos elementos que la traducción al español pierde del original.
Lo primero es la respuesta de
quien ha sido llamado. La traducción al español ha traducido como “enterrar” el
verbo qa,yai (thapsai) que
efectivamente en griego es un infinitivo también y que puede significar
“enterrar”.
Pero
hay que advertir dos diferencias, la primera es que “enterrar” no es el único
significado posible también puede comprender la idea de “cuidar hasta la muerte” y la segunda que en griego el infinitivo se puede usar en
diferentes tiempos (futuro, pasado, etc) y no solo como en español considerando
las terminaciones ar, er, ir; y en este caso es así, el verbo está siendo
utilizado en un tiempo llamado “aoristo”. Quizás lo más
importante es decir que al usar el verbo en “infinitivo aoristo” el significado
refiere a algo que mucha gente ha hecho antes y que exige una cierta
continuidad hoy.
Entonces,
lo primero que debe observarse es que la persona no se está oponiendo al
llamado de Jesús, simplemente está buscando cumplir lo que para él era natural,
cuidar de su padre hasta que muriese, y esto es importante comprenderlo para no
“apedrear” al pobre antes de tiempo, que suele suceder; no está haciendo nada
malo esta continuando algo que sus antepasados hacían y que todos tenían
obligación de hacer.
Lo segundo tiene que ver con el
uso de la palabra muerto nekro,j (nekros),
el tema con esta palabra es que aunque tiene un solo significado (quien ya
murió a algo) la interpretación histórica-cultural establece dos acepciones:
quien muere espiritualmente y quien muere físicamente; de alguna forma en
español también hacemos lo mismo. Los estudios realizados al texto (Bauer,
Perles, Lagrange, otros) han permitido demostrar que el primer nekros de la frase refiere a la muerte
espiritual y el segundo nekros a la
muerte física, por lo que la respuesta de Jesús sería algo así como “Deja que
los (espiritualmente) muertos, entierren a sus (físicamente) muertos”.
Sobre esta interpretación
del texto es que indicábamos que la mayoría de los exégetas coinciden en que es
la forma correcta de leerle de cara a la realidad del momento en que fue dicha.
Ya estos elementos nos
deberían ayudar para comprender que trataba de decir Jesús. Sin lugar a dudas
es una frase de estilo parabólico, es una muy pequeña parábola y con eso
debemos advertir rápidamente que no podemos literalizar el mensaje y por tanto
hay que reflexionarlo.
Yo quisiera aportar algo
breve a su reflexión personal y es el hecho de que el seguimiento a Jesús no es
algo físico, es decir no es algo que se aparenta, es algo que nace de dentro de
cada uno de los cristianos, si estamos muertos “espiritualmente” habremos de
prestar suma atención a lo físico (y querremos morir con ello o como el joven permanecer ahí un tiempo), es decir a esas
cosas materiales que hoy más que nunca parecieran “pulular” y que tanto nos
distraen de lo verdaderamente importante, los muertos “espiritualmente”
entierran a los muertos “físicamente” porque quien espiritualmente no vive cede
ante tantas cosas que el día a día ofrece y se alejan del verdadero sentido
cristiano. Quien vive espiritualmente sabe priorizar las cosas en su vida y entonces
se entiende porque Jesús inmediatamente dice “Tu vete a anunciar el Reino de Dios”… Quien vive espiritualmente no
es quien se la pasa rezando y en una pura contemplación, vive espiritualmente
quien con su vida se transforma en un mensajero del Reino de Dios que no es
otra cosa que su presencia y poder en medio de nosotros. Quien vive espiritualmente no necesita de quedarse un tiempo con lo material para luego ser cristiano, es cristiano primero.
Jesús no está diciéndole al
joven que se olvide de su padre, o que la vocación de seguimiento a Jesús
implica una renuncia de tal tipo, decir tal cosa es no haber comprendido el
cuarto mandamiento, sería incluso poner a Jesús a decir cosas que jamás habría
ni siquiera pensado, sería la imagen de un Jesús inhumano (y eso sería
herejía), el mensaje de Jesús es vocacional en el sentido de que plantea la
necesidad de que la vocación cristiana exige un desapego de lo temporal (físico)
para poder anunciar lo eterno (espiritual) que es el Reino de Dios.
Lamentablemente el “discurso vocacional” hoy en día está aún muy cargado de
esta idea de renuncia casi alienante que no causa otra cosa que tanto daño,
antes que una renuncia espiritual que libere de cara a la separación física y natural que luego
vendrá de los seres queridos, cuanto daño se hace hoy a los jóvenes que disciernen su vocación a los estados de servicio consagrado sea religioso o matrimonial, por una "acomodada" interpretación.
En todo caso, una vez más
las palabras de Jesús no deben tomarse a la ligera o a la primer lectura que de
ella hagamos, las palabras de Jesús no
pueden separarse de su mensaje global dentro de la intencionalidad del
autor, porque entonces nos colocamos en el mayor de los riesgos: o una
racionalización excesiva o un fundamentalismo alienante.
Dejad que los muertos entierren a sus muertos,
nos invita a seguir a Cristo, pero primero viviendo personalmente la
experiencia del Resucitado y luego llevando a otros no por apariencia sino por
experiencia el mensaje del Reino de Dios, porque solo en quien está la vida de
Cristo puede evitar que muchos mueran espiritual y físicamente.
Cita:
Joshep, FITZMYER, “El Evangelio según San Lucas”, Ed. Cristiandad, Madrid, 2005.
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