"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

lunes, 1 de julio de 2013

“Deja que los muertos entierren a los muertos” El texto de Lc 9,60


Pocas palabras del evangelio son tan difíciles de explicar a la luz del mensaje de Jesús. “Deja que los muertos entierren a los muertos” es la respuesta que da Jesús a una persona a quien recién Él ha llamado (Lc 9,59a) y cuya respuesta fue “Déjame primero ir a enterrar a mi Padre” cosa que de por sí era un deber sagrado (ver. Gn 35,29, Tob 14,10-13), las palabras de Jesús parecieran oponerse inicialmente a ello y por eso desconciertan tanto.

Entre los exégetas existe cierta uniformidad de criterio sobre lo que la frase quiere decir (cf.Fitzmeyr, p.199) sin embargo para establecer ese punto de vista debe de atenderse un par de cosas previas, y una vez más nos vemos obligados a ir al texto griego para aclarar algunos elementos que la traducción al español pierde del original.

Lo primero es la respuesta de quien ha sido llamado. La traducción al español ha traducido como “enterrar” el verbo qa,yai (thapsai) que efectivamente en griego es un infinitivo también y que puede significar “enterrar”.

Pero hay que advertir dos diferencias, la primera es que “enterrar” no es el único significado posible también puede comprender la idea de “cuidar hasta la muerte” y la segunda que en griego el infinitivo se puede usar en diferentes tiempos (futuro, pasado, etc) y no solo como en español considerando las terminaciones ar, er, ir; y en este caso es así, el verbo está siendo utilizado en un tiempo llamado “aoristo”. Quizás lo más importante es decir que al usar el verbo en “infinitivo aoristo” el significado refiere a algo que mucha gente ha hecho antes y que exige una cierta continuidad hoy.

Entonces, lo primero que debe observarse es que la persona no se está oponiendo al llamado de Jesús, simplemente está buscando cumplir lo que para él era natural, cuidar de su padre hasta que muriese, y esto es importante comprenderlo para no “apedrear” al pobre antes de tiempo, que suele suceder; no está haciendo nada malo esta continuando algo que sus antepasados hacían y que todos tenían obligación de hacer.

Lo segundo tiene que ver con el uso de la palabra muerto nekro,j (nekros), el tema con esta palabra es que aunque tiene un solo significado (quien ya murió a algo) la interpretación histórica-cultural establece dos acepciones: quien muere espiritualmente y quien muere físicamente; de alguna forma en español también hacemos lo mismo. Los estudios realizados al texto (Bauer, Perles, Lagrange, otros) han permitido demostrar que el primer nekros de la frase refiere a la muerte espiritual y el segundo nekros a la muerte física, por lo que la respuesta de Jesús sería algo así como “Deja que los (espiritualmente) muertos, entierren a sus (físicamente) muertos”.

Sobre esta interpretación del texto es que indicábamos que la mayoría de los exégetas coinciden en que es la forma correcta de leerle de cara a la realidad del momento en que fue dicha.

Ya estos elementos nos deberían ayudar para comprender que trataba de decir Jesús. Sin lugar a dudas es una frase de estilo parabólico, es una muy pequeña parábola y con eso debemos advertir rápidamente que no podemos literalizar el mensaje y por tanto hay que reflexionarlo.

Yo quisiera aportar algo breve a su reflexión personal y es el hecho de que el seguimiento a Jesús no es algo físico, es decir no es algo que se aparenta, es algo que nace de dentro de cada uno de los cristianos, si estamos muertos “espiritualmente” habremos de prestar suma atención a lo físico (y querremos morir con ello o como el joven permanecer ahí un tiempo), es decir a esas cosas materiales que hoy más que nunca parecieran “pulular” y que tanto nos distraen de lo verdaderamente importante, los muertos “espiritualmente” entierran a los muertos “físicamente” porque quien espiritualmente no vive cede ante tantas cosas que el día a día ofrece y se alejan del verdadero sentido cristiano. Quien vive espiritualmente sabe priorizar las cosas en su vida y entonces se entiende porque Jesús inmediatamente dice “Tu vete a anunciar el Reino de Dios”… Quien vive espiritualmente no es quien se la pasa rezando y en una pura contemplación, vive espiritualmente quien con su vida se transforma en un mensajero del Reino de Dios que no es otra cosa que su presencia y poder en medio de nosotros. Quien vive espiritualmente no necesita de quedarse un tiempo con lo material para luego ser cristiano, es cristiano primero.

Jesús no está diciéndole al joven que se olvide de su padre, o que la vocación de seguimiento a Jesús implica una renuncia de tal tipo, decir tal cosa es no haber comprendido el cuarto mandamiento, sería incluso poner a Jesús a decir cosas que jamás habría ni siquiera pensado, sería la imagen de un Jesús inhumano (y eso sería herejía), el mensaje de Jesús es vocacional en el sentido de que plantea la necesidad de que la vocación cristiana exige un desapego de lo temporal (físico) para poder anunciar lo eterno (espiritual) que es el Reino de Dios. Lamentablemente el “discurso vocacional” hoy en día está aún muy cargado de esta idea de renuncia casi alienante que no causa otra cosa que tanto daño, antes que una renuncia espiritual que libere de cara a la separación física y natural que luego vendrá de los seres queridos, cuanto daño se hace hoy a los jóvenes que disciernen su vocación a los estados de servicio consagrado sea religioso o matrimonial, por una "acomodada" interpretación.

En todo caso, una vez más las palabras de Jesús no deben tomarse a la ligera o a la primer lectura que de ella hagamos, las palabras de Jesús no pueden separarse de su mensaje global dentro de la intencionalidad del autor, porque entonces nos colocamos en el mayor de los riesgos: o una racionalización excesiva o un fundamentalismo alienante.

Dejad que los muertos entierren a sus muertos, nos invita a seguir a Cristo, pero primero viviendo personalmente la experiencia del Resucitado y luego llevando a otros no por apariencia sino por experiencia el mensaje del Reino de Dios, porque solo en quien está la vida de Cristo puede evitar que muchos mueran espiritual y físicamente.

 

Cita:

Joshep, FITZMYER, “El Evangelio según San Lucas”, Ed. Cristiandad, Madrid, 2005.

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