La Parábola del Buen Samaritano es un texto exclusivo
de Lucas y lo coloca con mucha precisión después del “Gran Mandamiento” que sí
aparece en Mateo y en Marcos (cf. Mt 22,34-40; Mc12, 28-31). Es una parábola
muy bien construida con una serie de signos claramente diseñados para dar un
mensaje claro. En el Evangelio de Mateo Jesús está hablando con saduceos y los
fariseos al darse cuenta que estos no pudieron discutir con Él intervienen y
Jesús les responde con el mandamiento. En el caso del Evangelio de Marcos quien
le habla a Jesús es un escriba. El uso de los personajes responde la mayoría de
las veces a los destinatarios del Evangelio. Siendo Lucas un evangelio dirigido
principalmente a “gentiles” es decir a personas que se iniciaban en la fe en
Cristo, Lucas coloca como interlocutor a un legista, una persona que maneja a
perfección la ley de Moisés, esto con el claro fin de demostrar que Jesús no
solo conoce la ley sino que con sus palabras la perfecciona llendo más allá de
lo que los mismos expertos “legistas” pueden comprender, sin duda es un
elemento catequético en el texto.
El tema del robo no debe sorprender pues se conoce
bien la existencia de grupos que asaltaban a los viajeros en su camino hacia
Jerusalén, Jerusalén está a 740 mts de altura y Jericó aproximadamente a 350
mts, exactamente a la mitad del camino (unos 30 kms separan ambas ciudades)
existía un lugar que se conocía como la “subida de sangre”, sitio sumamente
peligroso y en el que ocurrían terribles asaltos, así que Jesús no está
haciendo más que valerse de una realidad social (como la mayoría de las veces)
para dar su mensaje.
Inmediatamente aparecen 3 personajes: Un sacerdote, un levita y un samaritano. Estos 3 personajes representan 3 posibles categorías sociales, siendo
la del sacerdote la “más alta” y la del samaritano la más baja, pues recordemos
que los judíos no se llevaban con los samaritanos y cuando se dice no se
llevaban, es que realmente la relación era muy complicada, por cuestiones
históricas básicamente.
Ese 3 no
es una coincidencia, ni tampoco significa que tenemos que imaginarnos a los
tres, estamos frente a una parábola, no es un hecho histórico, es una forma de
narrar una forma de transmitir el mensaje. Ese 3 representa a todos, a todo el pueblo, a todas las gentes, si
quisiéramos verlo hoy, a toda la Iglesia.
Ciertamente Jesús se vale del texto para dar una
lección a los judíos, que tanto discriminaban a los samaritanos, no debe haber
sido sencillo para el legista que escucha a Jesús recibir esa “pedrada”, pero
en el fondo la intención de Jesús no es deslegitimar el sacerdocio y tampoco
exaltar a los samaritanos, ninguna de las dos iría en la línea de lo que Él
predicaba.
El mensaje de Jesús está en clave de 3: por eso pregunta ¿Quién de estos
tres te parece que fue prójimo…? (Lc 10,36a).
Jesús sabe que los
3 deberían de ser prójimo, pero no es así. Para Jesús ese
3 representa la totalidad de su
pueblo, ese que él desea que comprenda lo que había dicho más atrás
“ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lc
10,27) pero la ceguera de los egoísmos, de las luchas sin sentido, de una
ley mal interpretada
(cf. Lv 21,1) no
les permite amar. No entraremos acá en el detalle pero ojo al
“como a ti mismo”, eso no se puede
perder de vista, no se da lo que no se tiene.
Ese 3 es
en el fondo el deseo de Jesús de mostrar que la caridad no tiene fronteras, que
debe ir desde el “más alto” nivel hasta el más “bajo”, amar no conoce las
fronteras sociales en el mensaje de Jesús; es 3 nos interpela a usted y a mí, sea o no sea cristiano, ese 3 es la responsabilidad que asumimos al
existir y tener a un semejante.
Cuando al finalizar la parábola Jesús le dice al
legista: “Vete y haz tú lo mismo” (Lc 10,
37d) es una invitación a formar parte de ese pueblo que Jesús quería, ese 3 de Jesús, en lugar de dejarlo en la
pura lección que ya le había dado al legista, siendo Él primero en poner el
ejemplo, con todo amor lo invita a unirse a quienes aman sin medida, porque
comprenden que eso es lo que Dios quiere. El legista no es culpado, es
invitado a unirse, como también lo sería sin lugar a dudas el sacerdote;
por eso no se vale hablar mal de estos, porque ellos representan las ovejas
pérdidas de Jesús y a ellos se les atrae con el testimonio de amor, no con el
juicio. Esas ovejas pérdidas podemos ser usted o yo, lo hermoso es que al final
está la oportunidad de cambiar “de hacer lo mismo”, que no es otra cosa que
Amar como Él nos ama.
Ese 3 no
es una división, es un mensaje para que todos nos unamos en lo único en lo que
siempre habremos de coincidir, que en el amor que se recibe pero sobre todo en
el que se entrega reside la felicidad.
Paz y
Bien,
JAVC.
Que fácil ubicarnos en el contexto hoy, que difícil resulta, por el contrario, cumplir el mandato. Máxime cuando nos cuesta tanto reconocernos igualmente necesitados, aludiendo cierta superioridad... O bien sintiéndonos tan carente, incapaces de dar... Un galón de orejas para todos...
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