La figura de Pablo de Tarso es
todo menos enigmática, de hecho después de Jesús es la persona del Nuevo
Testamento de quien más se tiene información, tanto por lo que nos cuenta Lucas
así como por las cartas que el mismo Pablo y sus comunidades han escrito.
Siempre el tema de las fechas es
delicado, pero por los datos que pueden estudiarse Pablo nació hacia el año 10
d.C, en una ciudad llamada Tarso de Cicilia, la capital de una provincia
Romana. El nacer en esta ciudad revela datos importantes de Pablo. El primero
de ellos que tuvo una formación en el ambiente griego y por tanto era una
persona sumamente culta, lo segundo que siendo judío pertenecía a lo que se conocían como judíos
de la diáspora, es decir aquellos judíos que por diferentes razones no vivían
en Jerusalén (de los mismos que nos aparecerán en el texto a leer). Los judíos
de la diáspora se caracterizaban por ser sumamente ortodoxos, es decir
defendían la Ley de Moisés y la vivían radicalmente, en el caso particular de
Pablo todo parece indicar que tuvo una formación de lujo en Jerusalén, incluso
bajo la tutela de uno de los rabinos más famosos de la época de nombre
Gamaliel, así que estamos ante alguien que sabe. Una característica fundamental
de los de Tarso era su abnegación al trabajo, eran reconocidos por ello, por
eso constantemente en sus cartas escucharemos a Pablo referirse al trabajo: “Si alguno no quiere trabajar que tampoco
coma” (2 Tes 3,10) o “Seguro que
recordáis hermanos nuestros trabajo y fatigas, os proclamamos el Evangelio al tiempo
que trabajábamos día y noche para no ser carga para vosotros” (I Tes 2,9.).
En palabras del propio Pablo tenemos “Fui circuncidado al octavo día,
pertenezco al linaje de Israel a la tribu de Benjamín soy hebreo e hijo de
hebreos, en cuanto a la Ley fariseo en cuanto al celo, perseguidor de la
Iglesia, en cuanto a la justicia que proporciona la ley intachable” Flp
3,5-6.
Además de lo anterior Pablo tenía
la ciudadanía romana (cf. Hch 22,25-29), que por los datos que da el tribuno
era posible comprarla. En el caso de Pablo alguien de su familia pago tal
derecho. Esto y la valiosa educación de Pablo hacen ver que pertenecía a una
familia muy acomodada. Debe advertirse que no era la única forma de alcanzar la
ciudadanía.
Por otro lado tenemos el tema de
la “Apostolicidad de Pablo”, pues este nunca estuvo con Jesús y menos con los
12; en sus cartas se deja ver claramente que tenía serios conflictos con el
grupo de los apóstoles por ese título “Si
para otros no soy apóstol para vosotros sí que lo soy” (I Cor 9, 2a) “En
realidad soy el último de los apóstoles, incluso de tal nombre…” ( I Cor
15,9) incluso en la misma Carta a los Corintios y en otras inicia con una
afirmación que es un claro mensaje a quienes cuestionaban su “apostolicidad”
dice Pablo “Pablo, llamado a ser apóstol
de Cristo Jesús por la voluntad de Dios”. Realmente este es un tema extenso
de tratar, lo cierto es que las relaciones entre Pablo y los apóstoles no
parecen haber sido tan buenas, aunque no se puede negar que algunos pasajes de
Hechos se esfuerzan por desaparecer tales (cf. Hch 15,25).
Para un judío observante de la
talla de Pablo de Tarso, el mensaje de los cristianos era IRREVERENTE, era una
ABERRACIÓN de la ley y por tanto era necesario abolirlos, desaparecerlos. Pablo
era un adulto judío para los tiempos de Jesús, más aún ante la Iglesia
naciente.
Sin duda por lo ya dicho, la
Conversión de Pablo supone una intervención de Dios que va contra toda
posibilidad humana, el encuentro de Pablo es con Jesús Glorificado por eso el
impacto de la narración y la cantidad de símbolos para narrar el encuentro: una
luz que lo cegó, lo impactó, lo hizo caer, y el poder de la voz que pide un
cambio en su vida. El mensaje es clarísimo no puede existir un encuentro real
con Jesús que no nos mueva el piso.
Dejemos de lado la “alegoría”
bíblica en donde nos preocupamos por dar significado a cada simbolito, y demos
paso al fondo teológico que Lucas propone.
El texto de Hechos que se leyó
ayer no es la narración lucana sobre la conversión propiamente, este se
encuentra en Hch 9; ayer se leyó un texto rico en mensaje y profundidad, un
discurso paulino lleno de sabiduría donde es el mismo Pablo quien cuenta su
conversión y es el de Hch 22,3-16 que ubica a Pablo mientras está siendo
arrestado en Jerusalen a petición de los judíos (judíos de la diáspora, pues
dice el texto que venían de Asia), Pablo va camino al cuartel y pide poder
dirigirse a estos judíos que le increpan,
La pregunta de fondo para
comprender el texto es: ¿Por qué Lucas pone a Pablo, contando su conversión si
ya antes la había el mismo Lucas narrado?
Fundamentalmente porque colocando
en boca de Pablo la historia de su conversión y dirigida a gentiles (judíos en
este caso) se posiciona el mensaje de Cristo como un mensaje sin distinciones,
Pablo está tratando de hacer ver la importancia de convertirse a Cristo,
incluso Lucas pone estas palabras en boca de Ananías “Y ahora
¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su
nombre?” (Hch 22,16), la forma en como se narra el temaba del bautismo
entre Hch 9 y Hch 22 es totalmente diferente, lo que ayuda a concluir la
intención ya mencionada del texto, mostrar que cuando se bautiza en el nombre
de Jesús todo cambia y una nueva vida empieza. Pablo el que perseguía y se vio
converso, ahora es perseguido y por sus palabras Cristo convierte. Pablo en el
discurso empieza su defensa al igual que como la empezó Esteban (Hch 7,2 es
clara la intención de Lucas de dejar clarísimo que tanto Esteban como Pablo
sufren persecución) llamando a los judíos “Hermanos”, este título es crucial
porque pone a Pablo en total comunión
racial y espiritual con quienes lo increpan y además les habla en su
lengua, después les dirá “padres” que en el sentido en que se dice significa
“notables”, el notable era un título que solo recibían los dirigentes de una
nación judía; de esta forma Pablo se muestra de los suyos y reconoce su
grandeza, soy uno de los suyos y siéndolo
no solo no ataco la ley sino que la he visto perfeccionarse en Cristo; esta
será la idea principal de este primer discurso.
Este primer discurso de Pablo,
consta de 4 partes de las cuales se leyeron dos en la liturgia: Una primera
donde expone su conversión (Hch 22,6-11) y una segunda su encuentro con Ananías
(Hch 22,12-16); la conversión es ya conocida y del encuentro con Ananías, vale
recordar que este era un judío piadoso ya converso al cristianismo (al que
Pablo usa de ejemplo ante su audiencia sin mencionar su conversión) el cual con
su oración logró que Pablo recuperase su vista (Hch 9,10-17). He acá la segunda gran idea: Para Pablo la
acción de Cristo en la vida de los hombres, debe generar un cambio como en la
suya y en Ananías, y esa acción de Cristo trasciende una raza una fe, ese es su
grito a los judíos.
La cosa no terminará muy bien
para Pablo en los versículos siguientes, pero eso se leerá otro día.
Como dice el Padre Remis «Ciertamente existe una diferencia
fundamental entre la vida del Apóstol y la situación de los judíos. Pablo el
perseguidor de los cristianos se encontró con el Señor en el camino a Damasco y
se convirtió en propagador del Evangelio; pero los judíos que lo acosan no han
tenido todavía ese encuentro personal con el Resucitado y por eso no cesan de
fustigar el Camino representado en este caso por Pablo».
Teológicamente el texto de la
conversión de Pablo no plantea un mensaje de corte apologético o dogmático, no
se trata tanto de quienes no se han bautizado sino de los bautizados, la
pregunta de fondo no es ¿Qué hacer para que otros se bauticen? Sino ¿Qué están haciendo
los bautizados con su bautismo? Seguimos siendo en palabras del Papa Francisco “Fiscales
de la Fe que ya no necesita la Iglesia” tal y como los judíos lo eran con Pablo
por pensar y ser diferente, seguimos sintiendo que Dios nos pertenece por tener
tal o cual creencia religiosa, tal como los judíos lo hacían, o como Pablo
hemos entendido que convertirse a Cristo es llevar la buena nueva a todos, no
porque me lo enseñaron doctrinalmente sino porque lo experimento en mi vida.
Pablo después del encuentro con Cristo quedo ciego por un corto tiempo pero
luego que recupera la vista, trabaja incesantemente por anunciar a Cristo con
su vida, en ocasiones muchos cristianos se enamoran tanto de estar ciegos que
pretenden quedarse así siempre porque es lo más fácil, el mismo Lucas pone a “dos
hombres vestidos de blanco” a llamar la atención de los apóstoles porque se
quedan viendo para el cielo en la Ascensión “Galileos
¿Por qué permanecéis mirando al cielo?” (Hch 1,11), porque el cristiano no
se queda en la ceguera del encuentro ni viendo para arriba, el cristiano hace
las veces de Cristo en la tierra y hace por tanto lo que Cristo hizo, Amar, sin
distinciones ni restricciones.
La pregunta de Ananías a Pablo
hoy resuena con fuerza para nosotros “Y
ahora ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando
su nombre?, el verbo levántate siempre tiene implícito una acción inmediata
en la Biblia y en nuestra vida, nadie se levanta (ponerse en pie) para
permanecer así por siempre, si hemos sido bautizados y en Cristo salvados, ¿Qué
sigue ahora? O como dice Ananías en el texto ¿Qué esperas?
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