"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

domingo, 17 de noviembre de 2013

Sí a la vida...


Varios países del mundo hoy domingo marchan en defensa de la vida, don de Dios que ha confiado al hombre la capacidad de engendrar vida (no crearla), es en la vida, unión inseparable de cuerpo, alma y espíritu que reside la continua creación de Dios, reducir la vida a un mero cuerpo o a la existencia de una facultad vegetativa de las funciones neurobiológicas es caer en un dualismo terrible en el que el cuerpo parece una cosa alejada e incomunicada del alma, olvidándonos por completo que la existencia no distingue entre una y otra sino que somos lo que somos porque cuerpo y alma son uno solo y de esta forma le dan identidad al sujeto a la persona.

Pienso en el momento de la Anunciación, aquel momento en el que el Hijo eterno toma la condición humana y desde su divinidad y nunca perdiendo esta se une intensamente a la humanidad, asumiendo en todo nuestra condición. Al saludo del Ángel y sus primeras palabras, María no duda en preguntar ¿Cómo es esto posible? Y la respuesta es contundente “El Espíritu Santo vendrá sobre ti…” (cf. Lc 1,35a), la Encarnación no depende de la conformación biológica, no hubo que esperar nueve semanas para decir que La Palabra estaba encarnada que ya había vida, La Encarnación se da por la acción del Espíritu Santo en el momento mismo en que el Ángel deja a María, el Ángel no viene a anunciar un hecho viene a hacerlo presente por la acción del Espíritu, el Hijo Encarnado nace en la historia en el momento justo en que es anunciado, no se le anuncia para esperar un tiempo y así decir que ya existe, es imposible imaginar que la acción del Espíritu Santo queda en suspenso unas semanas para que el Hijo exista, no no es así, el Hijo es la Vida y su Encarnación es la prueba de que la vida existe desde el momento justo en que el engendrado se asienta en el seno, porque no todo es biología, es también acción del Espíritu que da al ser humano la capacidad de engendrar vida, pero vida en todo su sentido, no la mera reducción corpórea o facultativa. El Hijo se encarna desde el  primer momento en que el  Espíritu actúa en María, no hay nada que esperar, de la misma forma, hoy la vida que se engendra se resguarda en el seno materno por ese don recibido de Dios de dar vida y se hace presente desde el primer momento, porque la vida trasciende lo corpóreo, pues una vez que se da la vida es para la eternidad pues la vida no muere, es eterna, y así como no muere igualmente tiene un solo principio, no varios y menos aún uno que deba esperar un tiempo prudencial para asegurar que ya existe, habrá aquí que hacer eco de las palabras del Génesis “Dios dijo: Hagamos al ser humano a imagen y semejanza nuestra […] creó Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó” (Gn 1,26a.27) la creación del hombre no depende de un tiempo de espera, pues la creación misma fue el acto inmediato de la voluntad de Dios, en Dios no hay tiempo por tanto no hay espera, la vida es vida desde el primer momento porque Dios crea ya y para siempre, y así como Dios crea ya y para siempre, así la bendición de Dios “Sed fecundos y multiplicaos” (Gn 28a.) lleva consigo la fecundidad inmediata del acto, pues el ser humano transmite la vida en la forma en que Dios lo ha querido y le ha permitido “ya y para siempre”, no hay espera en el don de la vida, porque el Creador de la Vida así lo ha querido. Por ello en la Encarnación no hay un tiempo de espera entre lo anunciado y la acción del Espíritu, lo anunciado a María se efectúa en el momento mismo porque cuando se da la vida es “ya y para siempre”, de la misma forma entonces usted y yo si damos vida es “ya y para siempre”.

Dicho lo anterior, el aborto siempre mata (sálvense los casos particulares que el Magisterio refiera, cf. Evangelium Vitae por ejemplo), siempre mata porque la vida como don es “ya y para siempre”. La vida no es un producto que se va construyendo, es el insumo fundamental para que la biología pueda hacer su parte, no es el cuerpo el que informa la vida, es la vida la que informa el cuerpo y así juntos dan esencia a la persona; sí, si hay un principio de la existencia, la vida misma, don de Dios, quien no lo crea así, y diga creer en Dios hace apostasía.

Ciertamente, se marcha por la vida, por la familia cuna de la vida pues como nos recuerda el Concilio Vaticano II “La familia cristiana proclama muy alto tanto las presentes virtudes del Reino de Dios, como la esperanza de la vida bienaventurada” (LG 35.), es la familia la custodia de la fecundidad, esa misma de Cristo con su Iglesia, es la familia la llamada a ser protectora de la vida. Vida y Familia son inseparables, una depende de la otra.

Pero aprovechando esta simbiosis entre vida y familia, no quisiera pensar en que hoy en día el aborto solo alcanza lo biológico (sin demeritar en nada el tema), pero es que también en familia hoy se están abortando otras cosas:

            Se aborta tiempo con la familia por el incansable deseo de tener más….

            Se aborta amor, por el egoísmo de lo que yo quiero en detrimento de los otros…

            Se aborta esperanza, cuando no se escucha y aconseja a los hijos…

            Se aborta virtud, cuando los esposos viven juntos pero luchando por lo suyo propio…

            Se aborta fe, cuando Dios es un instrumento para los fines propios y no el fin.

            Se aborta humildad, cuando todo se tiene y se cree estar completos…

            Se aborta vida, cuando con mis actitudes aniquilo la sonrisa del otro…

            Se aborta comunidad, cuando quiero ser yo y solo yo…

            Se aborta cariño, cuando no nos abrazamos…

            Se aborta futuro, cuando no jugamos con nuestros hijos…

            Se aborta el Don de Dios, cuando los esposos olvidan porque se unieron…
 

Sí amigos (as), se aborta mucho más que vida; por ello el Matrimonio la vida en familia es un reto inmenso, que requiere de tal prioridad en la vida que todo lo que se haga debe ser para seguir construyendo familia, si algo (además de Dios, claro está) se pone por encima de la familia inmediatamente algo se ha de abortar.

 
Que estas marchas por la vida y la familia, sean más que un evento (con algunos patrocinios comerciales de fe, lamentablemente) y que no sean flor de un día, que sea una actitud con la cual evangelicemos desde la caridad y el respeto.

 
Oremos unos por otros, familias por familias para que en medio de las dificultades propias del día a día, podamos sostener el barco; Que Dios nos llene de sabiduría para guiar la vida de los pequeños que en nosotros confían y que seamos luz de quienes dudan en dejarles vivir; pero sobre todo oremos porque las familias no perdamos de vista que lo importante no está más allá de lo cercano, que lo realmente importante lo vemos cada día al despertar, que aún en la situación más difícil solo la fuerza de una familia unida basta y una familia no la une una cuenta de banco o un carro último modelo o un trabajo “de alto rango”, una familia se une en lo simple y sencillo, porque su esencia es esa.

 

Oremos también por esos hombres y mujeres que hoy luchan en la pobreza por darles un mejor futuro a sus hijos, pero más que orar por ellos oremos porque nosotros comprendamos el papel que debemos jugar para con ellos, porque si están solos es porque a nosotros se nos ha olvidado que hay que acompañarlos.

 
Oremos por tantas familias que hoy sufren en su interior, porque algo parece haberse abortado, para que la luz de Cristo vuelva a iluminar su caminar y que nosotros podamos estar atentos si es que debemos ayudar a encender esa luz.

 
Oremos por esas parejas o bien mujeres que ahora en su soledad y desesperación piensan en el aborto para que tengan la fuerza de seguir adelante y oremos porque usted y yo sepamos guiarles cuando así sea el caso.
 

La vida existe desde siempre, insistiré en mi idea, porque Dios Creador de la vida la dio “desde ya y para siempre” y al darnos el don de engendrar lo hace desde el mismo principio; el Hijo Encarnado es prueba viva de ello, pues nada hubo que esperar después de la Anunciación para que La Palabra Eterna estuviese entre nosotros, porque es la vida la que produce, no lo producido lo que da vida.

  

“Queridas familias, vivan siempre con fe y simplicidad, como la familia Sagrada de Nazareth”

Franciscus PP. Mensaje a la Familias 27 octubre, 2013.

 

Paz y Bien
JAVC.

 

 

 

 

 

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