"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Cómo das razón de lo que crees?


Quería escribir algo sobre la Resurrección, pero la verdad me ocupe de escribir otra cosa, más aburrida de lo común quizás, pero tenía que decirlo.

En un curso un profesor nos preguntaba: ¿Quién de ustedes ha visto un resucitado?, la respuesta era obvia, nadie. La Resurrección la asumimos por la Tradición y ella en el depósito de la fe de la Iglesia que da continuidad al kerygma apostólico; pero ninguno de nosotros ha visto un resucitado. Es como cuando le preguntamos a un reencarnacionista ¿ha visto usted alguien que haya alcanzado la plenitud, el Nirvana?, igual responderán no, pero le han asumido desde la doctrina que justifica su fe.

Cuando se escucha la pregunta que lo saduceos le hacen a Jesús “¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.” (cf. Lc 20,33), podría dirigirse el discurso a tildarlos de incrédulos o de querer “poner trampa” a Jesús, pero llegar hasta ahí es reducir demasiado el texto; recuérdese que los saduceos era una secta judía que no creía en la resurrección a diferencia de los fariseos por ejemplo. Los saduceos y Jesús están en una conversación profunda, pues Jesús predicaba la Resurrección.

La Resurrección es un tema que damos por descontado y por comprendido, sin embargo ¿cómo le explica usted ese tema a alguien no cristiano de forma que no sea lo mismo que ellos piensan? Siguiendo con el ejemplo: un reencarnacionista le comenta a usted que la vida después de la muerte depende de las acciones realizadas (karman) en la vida terrena, que su salvación solo es posible si logran liberarse (mokasa) del mal, ¿hasta aquí cree usted que hay alguna diferencia con el pensamiento cristiano? le pregunta él; continua el reencarnacionista: caso contrario que no nos liberemos del mal reencarnaremos (samsara) hasta que se logre desprenderse de tal mal. Lo que no entiendo dirá el reencarnacionista es que nosotros vemos la oportunidad de salvarnos, sin embargo ustedes consideran que si alguien muere en pecado mortal ya no tiene posibilidad de salvación ¿no es eso egoísta? Y en todo caso ¿Resucitan buenos y malos? Y ¿resucitan con el mismo cuerpo u otro? Porque ustedes dicen creer en la resurrección de la carne  ¿cómo es posible eso si el cuerpo se descompone en la tierra?. Ahora es el momento de su exposición…

Con este ejercicio no pretendo más que plantear la idea de que temas que muchas veces asumimos como profundamente claros para nosotros quizás lo son menos de lo que nos imaginamos, porque ciertamente hemos aprendido a repetirlos y creerlos (¿?), pero no a justificarlos, olvidando aquella sentencia de I Pe 3,15 “…siempre dispuestos a dar respuesta a quien os pida razón de vuestra esperanza y fe”. No se trata de una racionalización exagerada, se trata simplemente como decía Juan Pablo II que nuestra vida se deje guiar por las dos alas que nos llevan a la verdad: la Fe y la Razón [1]. Si ambas no se mueven juntas nos vamos a extremos igualmente peligrosos, el de un fideísmo ciego casi como si fuésemos marionetas de Dios, y por el otro el racionalismo puro que aniquila la experiencia de encuentro con Cristo.

El problema con el tema de dar justificación de lo que creemos, es que requiere de tiempo, de esfuerzo, de persistencia y muchas veces es más fácil solo mover la otra ala.

Hacia estas fechas la Liturgia de la Palabra en el rito Católico Romano, tiende hacia temas escatológicos, es decir temas que tratan de la muerte y lo que sigue a esta, como el de esta semana: La Resurrección. La razón de estos temas es que se va llegando el fin del calendario católico y con la llegada del Año Nuevo Católico (el adviento) se empezará a hablar del mesías. Así las cosas vendrán algunas lecturas propias de temas escatológicos.

Ante esta realidad hay entonces que reconocer que la reflexión de la Iglesia alrededor de la muerte y sus consecuencias ha sido dejada muy de lado en la formación pastoral, corriendo el riesgo de que solo se mueva el “ala” de la fe, que trae como consecuencia una exagerada “fideidización” del tema, en algunos casos acercándose a pensamientos de otras filosofías por parte de muchos cristianos que en ocasiones no se dan cuenta de ello. Habrá de decirse a favor de tal disminución en la formación, que no son temas sencillos de entender y por tanto la explicación va más allá de un sermón o la lectura de un numeral del Catecismo; la comprensión de los temas escatológicos como: muerte, vida eterna, resurrección, infierno, purgatorio, entre muchos otros, requiere de preparación y tiempo y eso es lo que hace tan difícil el reto, de modo que es más sencillo dejarlo como lo decíamos antes a “la repetición” para creerlo.

El problema es que son temas centrales de la estructura dogmática de los creyentes Católicos que si no se comprenden, menos aún serán bien justificados, lo que deja la puerta abierta a tantas ideas de otras corrientes que fácilmente “pareciera” hacer caer lo que se “repite”.

El evangelio de hoy (Lc 20,27-38) y la actitud de los saduceos ante Jesús a mí me plantea la gran cuestionante de que tan listos podamos estar para como Jesús poder dar razón de lo que creemos sin sonar igual a otros, sino realmente diferentes.

Porque hay que reconocer que respuestas se tienen, lo extraño es que hay tantas como personas quieran darlas, coinciden en algunos puntos, difieren en otros, pero si partimos de que la enseñanza es una, no pueden permitirse variedad de respuestas.

El tema no es sencillo, menos aún en lugares donde la ortodoxia de la fe sea como esos “fiscales de la fe” que menciona el Papa Francisco, y en donde cualquier intento de racionalización es enviado a la “hoguera”, como en los viejos tiempos; pero si temas como estos y otros (Trinidad, Mesianismo, Dogmas, entre muchos) no regresan a los contenidos de formación parroquial desde un abordaje que vaya más allá del “repetir”, simplemente iremos sucumbiendo ante el desarrollo de otras disciplinas que desde ya están exigiendo tales respuestas, so pena de crear una gran confusión entre los bautizados, síntoma que ya estamos, lamentablemente, observando.

A mí el evangelio hoy domingo me ha interpelado en esta línea, no tanto en bonitas ideas sobre la resurrección y así he querido compartirla; ha de trabajarse mucho ciertamente en la formación, pero creo (por experiencia) que lo primero es cambiar ese pensamiento “tosco” de la gente de que por pura fe ha de comprenderse todo; como decía el Padre De Vial “abriendo Biblia y por pura inspiración muchos creen haberlo comprendido, casi como iluminados de Dios, gran error se comete, gran falta de caridad para con el hermano que escucha” [2]; seamos honestos, llevamos años bajo ese modelo y está más que comprobado que en lo que ha formación concierne nos hemos quedamos cortísimos. Vale la pena reflexionar un poco sobre esto y ponernos a trabajar en mejorar lo que sea necesario, no debe caber duda de que la Iglesia lo necesita.

Paz y Bien
JAVC.

[1] Juan Pablo II, Exhortación Apostólica “Fides et Ratio”.
[2] De Vial, Pierre “Psicología Pastoral”, p.345.

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