"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

domingo, 24 de noviembre de 2013

San Andres - 30 de Noviembre


Los datos que tenemos del Apóstol, salvo contadas menciones en los evangelios, provienen de los libros apócrifos y de algunos documentos de los primeros padres de la Iglesia, pero en general no es mayor información la que se tiene.

San Andrés es el patrón de la Iglesia Católica ortodoxa, similar a su hermano Pedro que es el patrón de los Católicos Romanos.

Originario de Betsaida, Cafarnaún. Andres (Andre,aj) “Andreas” en pronunciación griega.
 
Andrés, cuenta el evangelio de Juan es llamado primero que Pedro, los griegos le llaman el “Protocletos” que significa “el primer llamado”, antes de seguir a Jesús ya era discípulo de Juan el Bautista y fue a partir del Bautismo de Jesús que sintió la necesidad de ir tras este animado por las instrucciones mismas del Bautista; será Andrés quien lleva a Pedro a conocer a Jesús. Los sinópticos narran diferente, le dan más vistosidad a Pedro, habría que encontrar la razón de esto en la idea de que Marcos como discípulo de Pedro desea resaltar la figura petrina y no tanto la de Andrés y bueno los otros Mateo y Lucas replican lo narrado por Marcos. Sin embargo la misma Tradición le reconoce como el primer discípulo de Jesús.

Juan presenta a Andrés como un discípulo osado, en la multiplicación de los panes (Jn 6,8-9) casi como confiando en Jesús le dice “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es esto para tantos?”, algunos han leído en esta pregunta de Andrés un elemento de plena confianza de Andrés como aquella frase de María y que ya Andrés había escuchado pues estuvo en Caná “No tienen vino”.  Más adelante el mismo Evangelio presenta a Felipe que va en búsqueda de Andrés para decirle que unos griegos quieren conocer a Jesús (Jn 12,20-22) y es Andrés el mensajero que va a Jesús a contarle lo que sucede.
 

En todas las escenas joánicas, Andrés es el primero, el que lleva la batuta, el atrevido, el valiente que enfrenta las situaciones en las que el hagiógrafo le hace aparecer.

Después de la Resurrección no es mucho lo que se conoce de Andrés, en general (sin ser definitivo) se acepta que su predicación se dio en la zona de Grecia y que morirá en el martirio en la zona de Patras de Acaya. San Andrés muere crucificado pero en una cruz en forma de equis, y no muere clavado solo amarrado, por lo que cuenta la historia que mientras moría se dedicó a la predica de quienes se acercaban a escucharlo. No se tienen registros de sus predicas y menos aún algo escrito por el Apóstol.
 

En Europa es Patrono de muchísimo lugares: Rusia, Escocia, Grecia, Ucrania, Malta, entre otras, además de como ya se dijo ser el Patrono de los Católicos Ortodoxos. En la Basílica de San Pedro en Roma  se conserva una impresionante imagen de San Andrés muy cercana a la tumba de San Pedro lo mismo que en la Basílica de Letrán.
 

La Tradición dice que su martirio se dio el 30 de noviembre del año 63 bajo el Imperio de Nerón.

 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Sí a la vida...


Varios países del mundo hoy domingo marchan en defensa de la vida, don de Dios que ha confiado al hombre la capacidad de engendrar vida (no crearla), es en la vida, unión inseparable de cuerpo, alma y espíritu que reside la continua creación de Dios, reducir la vida a un mero cuerpo o a la existencia de una facultad vegetativa de las funciones neurobiológicas es caer en un dualismo terrible en el que el cuerpo parece una cosa alejada e incomunicada del alma, olvidándonos por completo que la existencia no distingue entre una y otra sino que somos lo que somos porque cuerpo y alma son uno solo y de esta forma le dan identidad al sujeto a la persona.

Pienso en el momento de la Anunciación, aquel momento en el que el Hijo eterno toma la condición humana y desde su divinidad y nunca perdiendo esta se une intensamente a la humanidad, asumiendo en todo nuestra condición. Al saludo del Ángel y sus primeras palabras, María no duda en preguntar ¿Cómo es esto posible? Y la respuesta es contundente “El Espíritu Santo vendrá sobre ti…” (cf. Lc 1,35a), la Encarnación no depende de la conformación biológica, no hubo que esperar nueve semanas para decir que La Palabra estaba encarnada que ya había vida, La Encarnación se da por la acción del Espíritu Santo en el momento mismo en que el Ángel deja a María, el Ángel no viene a anunciar un hecho viene a hacerlo presente por la acción del Espíritu, el Hijo Encarnado nace en la historia en el momento justo en que es anunciado, no se le anuncia para esperar un tiempo y así decir que ya existe, es imposible imaginar que la acción del Espíritu Santo queda en suspenso unas semanas para que el Hijo exista, no no es así, el Hijo es la Vida y su Encarnación es la prueba de que la vida existe desde el momento justo en que el engendrado se asienta en el seno, porque no todo es biología, es también acción del Espíritu que da al ser humano la capacidad de engendrar vida, pero vida en todo su sentido, no la mera reducción corpórea o facultativa. El Hijo se encarna desde el  primer momento en que el  Espíritu actúa en María, no hay nada que esperar, de la misma forma, hoy la vida que se engendra se resguarda en el seno materno por ese don recibido de Dios de dar vida y se hace presente desde el primer momento, porque la vida trasciende lo corpóreo, pues una vez que se da la vida es para la eternidad pues la vida no muere, es eterna, y así como no muere igualmente tiene un solo principio, no varios y menos aún uno que deba esperar un tiempo prudencial para asegurar que ya existe, habrá aquí que hacer eco de las palabras del Génesis “Dios dijo: Hagamos al ser humano a imagen y semejanza nuestra […] creó Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó” (Gn 1,26a.27) la creación del hombre no depende de un tiempo de espera, pues la creación misma fue el acto inmediato de la voluntad de Dios, en Dios no hay tiempo por tanto no hay espera, la vida es vida desde el primer momento porque Dios crea ya y para siempre, y así como Dios crea ya y para siempre, así la bendición de Dios “Sed fecundos y multiplicaos” (Gn 28a.) lleva consigo la fecundidad inmediata del acto, pues el ser humano transmite la vida en la forma en que Dios lo ha querido y le ha permitido “ya y para siempre”, no hay espera en el don de la vida, porque el Creador de la Vida así lo ha querido. Por ello en la Encarnación no hay un tiempo de espera entre lo anunciado y la acción del Espíritu, lo anunciado a María se efectúa en el momento mismo porque cuando se da la vida es “ya y para siempre”, de la misma forma entonces usted y yo si damos vida es “ya y para siempre”.

Dicho lo anterior, el aborto siempre mata (sálvense los casos particulares que el Magisterio refiera, cf. Evangelium Vitae por ejemplo), siempre mata porque la vida como don es “ya y para siempre”. La vida no es un producto que se va construyendo, es el insumo fundamental para que la biología pueda hacer su parte, no es el cuerpo el que informa la vida, es la vida la que informa el cuerpo y así juntos dan esencia a la persona; sí, si hay un principio de la existencia, la vida misma, don de Dios, quien no lo crea así, y diga creer en Dios hace apostasía.

Ciertamente, se marcha por la vida, por la familia cuna de la vida pues como nos recuerda el Concilio Vaticano II “La familia cristiana proclama muy alto tanto las presentes virtudes del Reino de Dios, como la esperanza de la vida bienaventurada” (LG 35.), es la familia la custodia de la fecundidad, esa misma de Cristo con su Iglesia, es la familia la llamada a ser protectora de la vida. Vida y Familia son inseparables, una depende de la otra.

Pero aprovechando esta simbiosis entre vida y familia, no quisiera pensar en que hoy en día el aborto solo alcanza lo biológico (sin demeritar en nada el tema), pero es que también en familia hoy se están abortando otras cosas:

            Se aborta tiempo con la familia por el incansable deseo de tener más….

            Se aborta amor, por el egoísmo de lo que yo quiero en detrimento de los otros…

            Se aborta esperanza, cuando no se escucha y aconseja a los hijos…

            Se aborta virtud, cuando los esposos viven juntos pero luchando por lo suyo propio…

            Se aborta fe, cuando Dios es un instrumento para los fines propios y no el fin.

            Se aborta humildad, cuando todo se tiene y se cree estar completos…

            Se aborta vida, cuando con mis actitudes aniquilo la sonrisa del otro…

            Se aborta comunidad, cuando quiero ser yo y solo yo…

            Se aborta cariño, cuando no nos abrazamos…

            Se aborta futuro, cuando no jugamos con nuestros hijos…

            Se aborta el Don de Dios, cuando los esposos olvidan porque se unieron…
 

Sí amigos (as), se aborta mucho más que vida; por ello el Matrimonio la vida en familia es un reto inmenso, que requiere de tal prioridad en la vida que todo lo que se haga debe ser para seguir construyendo familia, si algo (además de Dios, claro está) se pone por encima de la familia inmediatamente algo se ha de abortar.

 
Que estas marchas por la vida y la familia, sean más que un evento (con algunos patrocinios comerciales de fe, lamentablemente) y que no sean flor de un día, que sea una actitud con la cual evangelicemos desde la caridad y el respeto.

 
Oremos unos por otros, familias por familias para que en medio de las dificultades propias del día a día, podamos sostener el barco; Que Dios nos llene de sabiduría para guiar la vida de los pequeños que en nosotros confían y que seamos luz de quienes dudan en dejarles vivir; pero sobre todo oremos porque las familias no perdamos de vista que lo importante no está más allá de lo cercano, que lo realmente importante lo vemos cada día al despertar, que aún en la situación más difícil solo la fuerza de una familia unida basta y una familia no la une una cuenta de banco o un carro último modelo o un trabajo “de alto rango”, una familia se une en lo simple y sencillo, porque su esencia es esa.

 

Oremos también por esos hombres y mujeres que hoy luchan en la pobreza por darles un mejor futuro a sus hijos, pero más que orar por ellos oremos porque nosotros comprendamos el papel que debemos jugar para con ellos, porque si están solos es porque a nosotros se nos ha olvidado que hay que acompañarlos.

 
Oremos por tantas familias que hoy sufren en su interior, porque algo parece haberse abortado, para que la luz de Cristo vuelva a iluminar su caminar y que nosotros podamos estar atentos si es que debemos ayudar a encender esa luz.

 
Oremos por esas parejas o bien mujeres que ahora en su soledad y desesperación piensan en el aborto para que tengan la fuerza de seguir adelante y oremos porque usted y yo sepamos guiarles cuando así sea el caso.
 

La vida existe desde siempre, insistiré en mi idea, porque Dios Creador de la vida la dio “desde ya y para siempre” y al darnos el don de engendrar lo hace desde el mismo principio; el Hijo Encarnado es prueba viva de ello, pues nada hubo que esperar después de la Anunciación para que La Palabra Eterna estuviese entre nosotros, porque es la vida la que produce, no lo producido lo que da vida.

  

“Queridas familias, vivan siempre con fe y simplicidad, como la familia Sagrada de Nazareth”

Franciscus PP. Mensaje a la Familias 27 octubre, 2013.

 

Paz y Bien
JAVC.

 

 

 

 

 

domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Cómo das razón de lo que crees?


Quería escribir algo sobre la Resurrección, pero la verdad me ocupe de escribir otra cosa, más aburrida de lo común quizás, pero tenía que decirlo.

En un curso un profesor nos preguntaba: ¿Quién de ustedes ha visto un resucitado?, la respuesta era obvia, nadie. La Resurrección la asumimos por la Tradición y ella en el depósito de la fe de la Iglesia que da continuidad al kerygma apostólico; pero ninguno de nosotros ha visto un resucitado. Es como cuando le preguntamos a un reencarnacionista ¿ha visto usted alguien que haya alcanzado la plenitud, el Nirvana?, igual responderán no, pero le han asumido desde la doctrina que justifica su fe.

Cuando se escucha la pregunta que lo saduceos le hacen a Jesús “¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.” (cf. Lc 20,33), podría dirigirse el discurso a tildarlos de incrédulos o de querer “poner trampa” a Jesús, pero llegar hasta ahí es reducir demasiado el texto; recuérdese que los saduceos era una secta judía que no creía en la resurrección a diferencia de los fariseos por ejemplo. Los saduceos y Jesús están en una conversación profunda, pues Jesús predicaba la Resurrección.

La Resurrección es un tema que damos por descontado y por comprendido, sin embargo ¿cómo le explica usted ese tema a alguien no cristiano de forma que no sea lo mismo que ellos piensan? Siguiendo con el ejemplo: un reencarnacionista le comenta a usted que la vida después de la muerte depende de las acciones realizadas (karman) en la vida terrena, que su salvación solo es posible si logran liberarse (mokasa) del mal, ¿hasta aquí cree usted que hay alguna diferencia con el pensamiento cristiano? le pregunta él; continua el reencarnacionista: caso contrario que no nos liberemos del mal reencarnaremos (samsara) hasta que se logre desprenderse de tal mal. Lo que no entiendo dirá el reencarnacionista es que nosotros vemos la oportunidad de salvarnos, sin embargo ustedes consideran que si alguien muere en pecado mortal ya no tiene posibilidad de salvación ¿no es eso egoísta? Y en todo caso ¿Resucitan buenos y malos? Y ¿resucitan con el mismo cuerpo u otro? Porque ustedes dicen creer en la resurrección de la carne  ¿cómo es posible eso si el cuerpo se descompone en la tierra?. Ahora es el momento de su exposición…

Con este ejercicio no pretendo más que plantear la idea de que temas que muchas veces asumimos como profundamente claros para nosotros quizás lo son menos de lo que nos imaginamos, porque ciertamente hemos aprendido a repetirlos y creerlos (¿?), pero no a justificarlos, olvidando aquella sentencia de I Pe 3,15 “…siempre dispuestos a dar respuesta a quien os pida razón de vuestra esperanza y fe”. No se trata de una racionalización exagerada, se trata simplemente como decía Juan Pablo II que nuestra vida se deje guiar por las dos alas que nos llevan a la verdad: la Fe y la Razón [1]. Si ambas no se mueven juntas nos vamos a extremos igualmente peligrosos, el de un fideísmo ciego casi como si fuésemos marionetas de Dios, y por el otro el racionalismo puro que aniquila la experiencia de encuentro con Cristo.

El problema con el tema de dar justificación de lo que creemos, es que requiere de tiempo, de esfuerzo, de persistencia y muchas veces es más fácil solo mover la otra ala.

Hacia estas fechas la Liturgia de la Palabra en el rito Católico Romano, tiende hacia temas escatológicos, es decir temas que tratan de la muerte y lo que sigue a esta, como el de esta semana: La Resurrección. La razón de estos temas es que se va llegando el fin del calendario católico y con la llegada del Año Nuevo Católico (el adviento) se empezará a hablar del mesías. Así las cosas vendrán algunas lecturas propias de temas escatológicos.

Ante esta realidad hay entonces que reconocer que la reflexión de la Iglesia alrededor de la muerte y sus consecuencias ha sido dejada muy de lado en la formación pastoral, corriendo el riesgo de que solo se mueva el “ala” de la fe, que trae como consecuencia una exagerada “fideidización” del tema, en algunos casos acercándose a pensamientos de otras filosofías por parte de muchos cristianos que en ocasiones no se dan cuenta de ello. Habrá de decirse a favor de tal disminución en la formación, que no son temas sencillos de entender y por tanto la explicación va más allá de un sermón o la lectura de un numeral del Catecismo; la comprensión de los temas escatológicos como: muerte, vida eterna, resurrección, infierno, purgatorio, entre muchos otros, requiere de preparación y tiempo y eso es lo que hace tan difícil el reto, de modo que es más sencillo dejarlo como lo decíamos antes a “la repetición” para creerlo.

El problema es que son temas centrales de la estructura dogmática de los creyentes Católicos que si no se comprenden, menos aún serán bien justificados, lo que deja la puerta abierta a tantas ideas de otras corrientes que fácilmente “pareciera” hacer caer lo que se “repite”.

El evangelio de hoy (Lc 20,27-38) y la actitud de los saduceos ante Jesús a mí me plantea la gran cuestionante de que tan listos podamos estar para como Jesús poder dar razón de lo que creemos sin sonar igual a otros, sino realmente diferentes.

Porque hay que reconocer que respuestas se tienen, lo extraño es que hay tantas como personas quieran darlas, coinciden en algunos puntos, difieren en otros, pero si partimos de que la enseñanza es una, no pueden permitirse variedad de respuestas.

El tema no es sencillo, menos aún en lugares donde la ortodoxia de la fe sea como esos “fiscales de la fe” que menciona el Papa Francisco, y en donde cualquier intento de racionalización es enviado a la “hoguera”, como en los viejos tiempos; pero si temas como estos y otros (Trinidad, Mesianismo, Dogmas, entre muchos) no regresan a los contenidos de formación parroquial desde un abordaje que vaya más allá del “repetir”, simplemente iremos sucumbiendo ante el desarrollo de otras disciplinas que desde ya están exigiendo tales respuestas, so pena de crear una gran confusión entre los bautizados, síntoma que ya estamos, lamentablemente, observando.

A mí el evangelio hoy domingo me ha interpelado en esta línea, no tanto en bonitas ideas sobre la resurrección y así he querido compartirla; ha de trabajarse mucho ciertamente en la formación, pero creo (por experiencia) que lo primero es cambiar ese pensamiento “tosco” de la gente de que por pura fe ha de comprenderse todo; como decía el Padre De Vial “abriendo Biblia y por pura inspiración muchos creen haberlo comprendido, casi como iluminados de Dios, gran error se comete, gran falta de caridad para con el hermano que escucha” [2]; seamos honestos, llevamos años bajo ese modelo y está más que comprobado que en lo que ha formación concierne nos hemos quedamos cortísimos. Vale la pena reflexionar un poco sobre esto y ponernos a trabajar en mejorar lo que sea necesario, no debe caber duda de que la Iglesia lo necesita.

Paz y Bien
JAVC.

[1] Juan Pablo II, Exhortación Apostólica “Fides et Ratio”.
[2] De Vial, Pierre “Psicología Pastoral”, p.345.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Ese Zaqueo y su historia


Un pequeño aporte al Evangelio de ayer domingo (Lc 19,1-10)

La historia de Zaqueo solo la cuenta Lucas, y lo hace con la genialidad y magistralidad que su pluma tiene a la hora de contar la vida de Jesús. Jesús sigue camino a Jerusalén, eso es el evangelio de Lucas un constante caminar y aplica a Jesús esa idea, lo ubica en Jericó una ciudad hacia el noroeste del Jordán y que está a unos 23 kilómetros de Jerusalén, de hecho es la última ciudad que había que cruzar antes de llegar a la Ciudad Santa, es decir el encuentro entre Jesús y Zaqueo se da en el último momento, pero la cosa es, que se da.

Muchas son los elementos que llaman la atención de este texto, quiero compartir tres de ellos:

·         El hecho que Zaqueo sea un publicano, peor aún el jefe de los publicanos. Recuérdese que los publicanos eran los judíos que servían al imperio romano como cobradores de impuestos, nada traicionaba más la identidad judía que trabajar para el imperio. Los publicanos seguían las leyes romanas que entre muchas cosas indicaban que si un judío no podía pagar los impuestos debía pagar con sus bienes y en algunos casos con sus hijos, en otras palabras, le robaban a sus mismos hermanos, por eso luego Zaqueo querrá enmendar su pecado; recordemos también que el mismo Jesús había ya hablado fuerte de los publicanos, léase Mt 5,46. En todo caso Jesús tenía consigo un ex - publicano, Mateo.

 

·         Jesús le llama por su nombre. El ejercicio es interesante, Zaqueo sabe que Jesús está en la ciudad y le busca, pero es muy pequeño, hermosa imagen que usa Lucas para mostrar que en ocasiones el pecado parece disminuirnos ante los demás; Zaqueo lucha por ver a Jesús y se sube en un sicómoro, que es una higuera salvaje, nada cómoda de paso, lo que muestra que el pecado siempre ha de poner dificultades a quien desea la conversión. Jesús vuelve su mirada sobre Zaqueo y lo llama, como si lo conociera de mucho tiempo y lo interpela “Zaqueo, baja pronto”, Jesús le llama a salir de esa posición incómoda en el sicomoro y encontrarse con él; hay una palabra escondida “es preciso que hoy” o en algunas traducciones “conviene que hoy”, el verbo utilizado en la versión griega es “dei”, este verbo solo es utilizado cuando se desea manifestar una voluntad divina y diferenciarla de un deseo humano. Cuando Jesús le dice a Zaqueo “es preciso (dei) que en tu casa me quede” no es un deseo simple es una parte fundamental del texto pues Jesús ya conoce el corazón de Zaqueo ya sabe porque trabajó tanto para llegar a la higuera salvaje y quiere responder a la fe de Zaqueo, Jesús se queda con Zaqueo no porque este lo buscase, sino porque Jesús lo llamó.

 

·         El efecto de la ley de la restitución: A lo largo del Pentateuco la ley establece el castigo que debía de imponerse a alguien si robaba algo a un hermano (cf. Ex 22,1.3.6; Lv 5,21-24; Nm 5,6-7) solo para dar un ejemplo en Ex 21,37 dice “Si uno roba un buey o una oveja y los mata o vende, restituirá cinco bueyes por el buey y cuatro ovejas por la oveja”. Lo que Zaqueo hace al decir “Señor voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraude a alguien, le devolveré cuatro veces más”, no es una ocurrencia porque Jesús estaba con él, Zaqueo conoce la Ley y conociéndola con tal de recibir el perdón está dispuesto a hacer más de lo que la ley le pide, incluso la ley romana. Jesús conocedor también de la ley se da cuenta de la sinceridad de Zaqueo, quien está dispuesto a ir más allá y lo premia con lo más sagrado para un judío, volver a ser llamado “Hijo de Abraham”, era por ese honor de ser hijo del gran patriarca que se entraba dentro de la Alianza con Dios, y Jesús “restituye” ese honor en la casa de Zaqueo, es el premio por su sincera conversión.

 

Al margen del texto quedan quienes al ver a Jesús entrar con Zaqueo a su casa no tienen más que palabras de repudio “Ha ido a hospedarse a casa de un pecador” (v.7b) a quien Jesús en la pluma de Lucas responde con sutileza de forma indirecta cuando dice Jesús hacia el final del texto “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (v.10).

El pecado nos ata, nos contiene nos hace incapaces de vivir la gracia de Dios porque nos disminuye (nos hace pequeños como Zaqueo), para superarlo es necesario entrar en un camino difícil en el que hay que subir higueras o escuchar la crítica de los demás, pero cuando la decisión de conversión está tomada y se lucha por ella, lo siguiente es el llamado que Cristo nos hace por nuestro nombre, y allí entonces la voluntad salvífica de Dios (dei) se quedará con nosotros para siempre, a cambio de estar dispuestos a un cambio de vida total (hacer más de lo que se pide, como hizo Zaqueo).

El encuentro personal con Cristo no es emoción de un momento, es un “algo” tan impactante que marca a quien lo vive para siempre, es un “algo” que no puede describirse solo vivirse; Zaqueo en su libertad toma la iniciativa de ir a buscar a Jesús y antes de que él lo encuentre ya Jesús lo estaba llamando por su nombre, porque Cristo nunca se ha ido, solo se aparta mientras que nosotros no queramos que este, pero cuando nuestro corazón sale a buscarle inmediatamente Él nos llama por nuestro nombre.

El perdón existe para todos, hoy quizás no hablemos de publicanos, pero ciertamente existen otros grupos que marginamos, los hacemos sentir que Dios no tiene amor para ellos por su pecado, los diferenciamos de nosotros, los invisibilisamos por su pecado, hacemos las veces de ese pueblo que se escandalizó cuando Jesús entra a casa de Zaqueo, porque es fácil pensar en que Dios ama y perdona a quien piensa como yo, pero nos es difícil aceptar que lo haga con quien “es diferente”, razón lleva el Papa Francisco al decir “Cuando alguien se acerca a la Iglesia debe encontrar las puertas abiertas, no fiscales de la fe”.

Valdrá la pena, reflexionar a partir de esta bella historia de Zaqueo, no para martirizarnos por ser “tan viles y míseros pecadores” discurso que lamentablemente hoy se escucha aún entre los cristianos, olvidando la gracia de la salvación que ya opera en nuestras vidas, sino más bien dando un tiempo para analizar cuanto muestro diariamente mi experiencia con el Resucitado, cuanto estoy dando por ello o será que ya me acomodé y estoy en una zona de confort; pero creo que uno de los llamados más importantes es a analizar que actitud estoy tomando con aquellos grupos que quizás pensando diferente a mí, también tienen derecho a ser amados, tomando las palabras de Francisco PP. ¿estaremos siendo fiscales de la fe?.

Dios nos conceda la sabiduría para como Zaqueo vivir intensamente la experiencia de su amor.

Paz y Bien

JAVC.