El Papa
Francisco decía con la fuerza que le caracteriza ¡El que ha sido bautizado tiene la fuerza para evangelizar! Y la
frase la tomó la Conferencia Episcopal de Costa Rica para animar en el mes de
las misiones. Sin embargo como todo cuando se masifica corre el riesgo de
perderse en medio de la atención y las cosas secundarias vienen a minimizar lo
verdaderamente importante.
Desde las
palabras de Cristo a los apóstoles en Galilea “Id, pues y haced discípulos a todas las gentes…” (Mt 28,19) la
Iglesia encontró su misión, no puede decirse otra cosa sino es que la Iglesia
es esencialmente “misión” incluso así se ha entendido desde el Concilio
Vaticano II «La Iglesia
peregrinante es misionera por naturaleza, puesto que procede de la misión del
Hijo, de la misión del Espíritu Santo según el designio de Dios Padre» [1] si esta no está como la razón
de la Iglesia y de los cristianos, no hemos comprendido lo que pertenecer y ser
Iglesia significa.
Pero la
posibilidad de que esta misión sea desarrollada, reside en la acción del
Espíritu Santo que anima en hombres y mujeres el deseo de anunciar, por ello en
la continuación del mensaje a los discípulos dice Cristo “… bautizándolas en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo…”,
la aceptación del Espíritu Santo en la vida del creyente no es una acción
pasiva, quien se bautiza no es un sujeto receptor exclusivamente, por el
contrario es el sujeto activo.
Con lo anterior
pretendo decir que el Bautismo no es un rito cultural o cultual que por
herencia nos vemos obligados a realizar, sino que encierra en sí todo el
misterio de Cristo Resucitado (Sacramento) y que recibiéndole no nos limitamos
a la idea de que “somos parte de la Iglesia” sino que nos hacemos parte del
tiempo de salvación inaugurado en la Pascua y que ha de tener su culmen en su
segunda manifestación, ya definitiva. Es decir por el Bautismo hemos sido
injertados en el tiempo de Dios y con ello, hemos recibido todo lo necesario
para hacer a otros partícipes de esta realidad.
Sin embargo, ha
de reconocerse que la misma masificación a la que hemos sido sometidos desde el
Siglo IV, la intensa secularización de la práctica cristiana aunada a las
filosofías racionalistas y otras que “acomodan” estos misterios a la simple
religión, han hecho que la idea de ser bautizado no pase más allá del
cumplimiento ritual.
Pero es
precisamente acá donde la frase de Francisco se torna sumamente interesante.
Quizás si usted es miembro activo de una parroquia o de algún movimiento
particular al leer la frase se siente aludido por ella y eso le motive a
continuar su labor, ¡Excelente por ello!, pero… ¿se ha puesto usted a pensar
que esa frase es también para el que no tiene ninguna acción pastoral?, es más
tomándome una inmensa atribución, me permito pensar que Francisco al pensarla
la piensa más en los segundos que en los primeros. La frase no es una frase
cajonera que pretende exaltar el trabajo de quienes ya están en la Iglesia, la
frase en sí misma es misionera, pues pretende despertar las conciencias de
quienes quizás no participan activamente (ojo que digo activamente) de la vida
de la Iglesia misionera.
El tema no es si
usted participa o no en algún grupo, la frase no está haciendo distinciones,
sino que fiel a su “eclesiología” (tan interesante de paso, esperemos pronto se
empiece a entender en la práctica y no solo en la teoría o la emotividad) el Papa
está convocando a todos los bautizados a una realidad, simple como en sus
inicios, ir allí en el día a día en el quehacer diario “bautizando” gentes, y
digo esto no de forma sacramental (sobra decirlo) sino desde nuestra realidad
de cristiano haciendo que nuestra vida
pueda ser la catequesis de muchos que aún buscan y otros que habiendo hallado
por alguna razón se han ocultado al amor de Dios.
Octubre,
ciertamente nos pone en sintonía con quienes misionan en campos y lugares
específicos, pero ante todo nos interpela a usted y a mí, en como estamos como
Iglesia moviendo esa misión, no se trata de si va o no a grupos, eso es otra
historia, se trata de un llamado a como nuestra vida de bautizados (que al
igual que la Iglesia, es esencialmente misionera) está cumpliendo con ese profundo
deseo de Dios y que es su única y completa voluntad (no otras que nos
inventamos) y que nos recuerda el concilio «La
razón de esta actividad misional se basa en la voluntad de Dios que “quiere que
todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”» [2].
Si
su vida ya paso por la fuente del Bautismo y ahora está leyendo estas palabras,
entonces no puede ser un simple lector pues está dejándose para si mismo algo
que no le pertenece, la fuerza de Dios que le permite servir. Si su vida aún no
ha pasado por la fuente del Bautismo y lee esto, entonces háganos responsables
a tantos que estando cerca de usted no hemos sido capaces de despertarle el
deseo inmenso de ser cristiano, porque quizás nuestra vida aún no testimonia
con la fuerza necesaria esa maravillosa experiencia, pero entonces le invito a
tomar la iniciativa y con su Bautismo transformar a todos cuantos pueda, y
encontrar el gozo de la misión.
Octubre
no es un mes para pensar en los misioneros únicamente, sino en nosotros misioneros, la misión
no es algo anexo a nosotros que vemos en unos, es lo que nos da razón de ser a
nosotros (cristianos). Ya en nosotros está todo para serlo, solo falta
quererlo.
¡El que ha sido bautizado tiene la fuerza
para evangelizar! Franciscus PP.
[1] Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto Ad Gentes, No.2
[2] Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto Ad Gentes, No.7
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