"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

lunes, 21 de octubre de 2013

Octubre y las misiones


El Papa Francisco decía con la fuerza que le caracteriza ¡El que ha sido bautizado tiene la fuerza para evangelizar! Y la frase la tomó la Conferencia Episcopal de Costa Rica para animar en el mes de las misiones. Sin embargo como todo cuando se masifica corre el riesgo de perderse en medio de la atención y las cosas secundarias vienen a minimizar lo verdaderamente importante.

Desde las palabras de Cristo a los apóstoles en Galilea “Id, pues y haced discípulos a todas las gentes…” (Mt 28,19) la Iglesia encontró su misión, no puede decirse otra cosa sino es que la Iglesia es esencialmente “misión” incluso así se ha entendido desde el Concilio Vaticano II «La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza, puesto que procede de la misión del Hijo, de la misión del Espíritu Santo según el designio de Dios Padre» [1] si esta no está como la razón de la Iglesia y de los cristianos, no hemos comprendido lo que pertenecer y ser Iglesia significa.

Pero la posibilidad de que esta misión sea desarrollada, reside en la acción del Espíritu Santo que anima en hombres y mujeres el deseo de anunciar, por ello en la continuación del mensaje a los discípulos dice Cristo “… bautizándolas en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo…”, la aceptación del Espíritu Santo en la vida del creyente no es una acción pasiva, quien se bautiza no es un sujeto receptor exclusivamente, por el contrario es el sujeto activo.

Con lo anterior pretendo decir que el Bautismo no es un rito cultural o cultual que por herencia nos vemos obligados a realizar, sino que encierra en sí todo el misterio de Cristo Resucitado (Sacramento) y que recibiéndole no nos limitamos a la idea de que “somos parte de la Iglesia” sino que nos hacemos parte del tiempo de salvación inaugurado en la Pascua y que ha de tener su culmen en su segunda manifestación, ya definitiva. Es decir por el Bautismo hemos sido injertados en el tiempo de Dios y con ello, hemos recibido todo lo necesario para hacer a otros partícipes de esta realidad.

Sin embargo, ha de reconocerse que la misma masificación a la que hemos sido sometidos desde el Siglo IV, la intensa secularización de la práctica cristiana aunada a las filosofías racionalistas y otras que “acomodan” estos misterios a la simple religión, han hecho que la idea de ser bautizado no pase más allá del cumplimiento ritual.

Pero es precisamente acá donde la frase de Francisco se torna sumamente interesante. Quizás si usted es miembro activo de una parroquia o de algún movimiento particular al leer la frase se siente aludido por ella y eso le motive a continuar su labor, ¡Excelente por ello!, pero… ¿se ha puesto usted a pensar que esa frase es también para el que no tiene ninguna acción pastoral?, es más tomándome una inmensa atribución, me permito pensar que Francisco al pensarla la piensa más en los segundos que en los primeros. La frase no es una frase cajonera que pretende exaltar el trabajo de quienes ya están en la Iglesia, la frase en sí misma es misionera, pues pretende despertar las conciencias de quienes quizás no participan activamente (ojo que digo activamente) de la vida de la Iglesia misionera.

El tema no es si usted participa o no en algún grupo, la frase no está haciendo distinciones, sino que fiel a su “eclesiología” (tan interesante de paso, esperemos pronto se empiece a entender en la práctica y no solo en la teoría o la emotividad) el Papa está convocando a todos los bautizados a una realidad, simple como en sus inicios, ir allí en el día a día en el quehacer diario “bautizando” gentes, y digo esto no de forma sacramental (sobra decirlo) sino desde nuestra realidad de cristiano haciendo que  nuestra vida pueda ser la catequesis de muchos que aún buscan y otros que habiendo hallado por alguna razón se han ocultado al amor de Dios.

Octubre, ciertamente nos pone en sintonía con quienes misionan en campos y lugares específicos, pero ante todo nos interpela a usted y a mí, en como estamos como Iglesia moviendo esa misión, no se trata de si va o no a grupos, eso es otra historia, se trata de un llamado a como nuestra vida de bautizados (que al igual que la Iglesia, es esencialmente misionera) está cumpliendo con ese profundo deseo de Dios y que es su única y completa voluntad (no otras que nos inventamos) y que nos recuerda el concilio «La razón de esta actividad misional se basa en la voluntad de Dios que “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”» [2].

Si su vida ya paso por la fuente del Bautismo y ahora está leyendo estas palabras, entonces no puede ser un simple lector pues está dejándose para si mismo algo que no le pertenece, la fuerza de Dios que le permite servir. Si su vida aún no ha pasado por la fuente del Bautismo y lee esto, entonces háganos responsables a tantos que estando cerca de usted no hemos sido capaces de despertarle el deseo inmenso de ser cristiano, porque quizás nuestra vida aún no testimonia con la fuerza necesaria esa maravillosa experiencia, pero entonces le invito a tomar la iniciativa y con su Bautismo transformar a todos cuantos pueda, y encontrar el gozo de la misión.

Octubre no es un mes para pensar en los misioneros únicamente, sino en nosotros misioneros, la misión no es algo anexo a nosotros que vemos en unos, es lo que nos da razón de ser a nosotros (cristianos). Ya en nosotros está todo para serlo, solo falta quererlo.

¡El que ha sido bautizado tiene la fuerza para evangelizar! Franciscus PP.

 

[1] Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto Ad Gentes, No.2

[2] Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto Ad Gentes, No.7

 

 

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