"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

lunes, 14 de octubre de 2013

Las Cartas Católicas ( II )

Epistolario Joánico

Damos con este breve comentario continuación y fin a aquel iniciado el 29 de Julio del 2013, en donde abordamos las primera Cartas Católicas.

Las Cartas Católicas, atribuyen tres de ellas a “San Juan”, y entre ellas se le llama “Carta mayor” a la primera y “cartas menores” a la segunda y tercera, básicamente por su extensión. Son cartas pseudoepigráficas las tres, al igual que el Evangelio, es decir que su autor ciertamente desconocido atribuye a Juan su autoría para darle reconocimiento y peso. Esta afirmación no exime que al igual que el evangelio las cartas hayan sido compuestas en el ambiente de una comunidad joánica y tratando de cuidar la doctrina original del Apóstol.

Con respecto a la datación de las cartas, el tema no es tan claro. La primera aparece citada en algunos escritos de San Policarpo de Esmirna (80-167 d.C) al igual que por Papías (150 d.C) por lo que todo parece indicar que es una carta muy cercana al período apostólico. En relación a la segunda y la tercera las primeras menciones aparecerán en el canon de Muratori (200 d.C) inclusive en Orígenes (185-235d.C)  se pueden encontrar algunas citas sobre ellas; aunque no se puede afirmar con exactitud las fechas, sí la segunda y tercera son sin lugar a dudas posteriores a la primera de estas. Las tres parecieran haber sido compuestas entre el 100 y el 120 d.C.

Donde fueron compuestas no está claro. En general la tradición a aceptado a Éfeso como cuna de las tradiciones joánicas, pues el Apóstol desarrolló mucha de su misión allí, sin embargo diferentes autores han propuesto a Antioquía y Alejandría como posibilidades.

De las tres cartas, solo podría llegar a establecerse con cierta prudencia que, la primera es la única que podría guardar algún parentesco con el Evangelio, aunque ciertamente guarden diferencias muy fuertes en cuanto a intencionalidad y abordaje de los temas. Esta relación hay que verla no como una continuidad de los temas, sino como un abordaje independiente que trata de enfatizar algunos temas que el Evangelio podría haber planteado en sus estadios iniciales. En todo caso la lectura paralela de ambos textos no es quizás algo que deba preocupar de fondo.

Primera Carta de San Juan, Asumió el rol de “Carta” al estar dentro del epistolario Católico, sin embargo la construcción del libro data mucho de cumplir inclusive los elementos mínimos que se pide a este género literario; por ejemplo carece de remitente y destinatario, no hay saludo ni despedida, entre otros. Pero la tradición le ha conservado como carta por lo que no es erróneo llamarle así. Quienes han leído la carta notaran de primera mano que inicia con una descripción con altas similitudes al prólogo del Evangelio, esto deja en claro que este era conocido en los medios en que la carta se está escribiendo. El mensaje de la carta se mueve indiscutiblemente en varias vías: inicialmente plantea y justifica por qué quien escribe es motivado a hacerlo: porque han contemplado y palpado con sus manos la Palabra de Vida, no escribe un iniciado en la fe es alguien que ya ha vivido la experiencia de Cristo.

Posteriormente la carta plantea 4 condiciones para seguir a Cristo (caminar en la luz)
 
a.       Romper con el pecado.

b.      Guardar los mandamientos, la caridad sobre todo.

c.       Guardarse del mundo.

d.      Guardarse de los anticristos

Al respecto vale anotar con respecto a “c” que la teología joánica y cristiana inclusive no pretende una separación del hombre de su mundo, casi llegando a “satanizar” este olvidándonos que es Creación de Dios, la intención va en la vía del paganismo de un mundo que invita a adorar otros dioses, por eso esas frases “este mundo en que vivimos” “que queda si estamos en este mundo” “cuando dejemos este mundo, seremos felices”, en fin frases casi heréticas que nos ponen como si hubiésemos sido creados para vivir en una sintonía que no está en este mundo, cuando Dios mismo quiso estar en medio del mundo para santificarlo. Hay que tener cuidado con esta idea, porque realmente está muy mal entendida, pero en fin ese no es tema.

Después nos aparecen los “anticristos” a los que una vez más las sectas fundamentalistas, algunos canales de televisión y uno que otro “cristiano” ha dado toda una naturaleza humana, tal cual y estuviese profetizados. Ciertamente la idolatría en las comunidades romanas y griegas era común, al igual que los “predicadores” que llamaban a adorar dioses específicos, estos anticristos trataban de convencer a los cristianos de adorar otros dioses y dejar a Cristo, por ello “Anticristos”, pero el tema se circunscribía a un momento en específico. ¿Pueden existir hoy anticristos? Algunos se preocupan mucho por Nostradamus, yo la verdad me preocuparía por las acciones “anticristianas” que con mi vida pueda materializar y que hacen más daño que estar obsesivamente pensando en un “fulano” que venga como anticristo.  Como bien dice la Carta quien no confiese que Jesucristo como salvador, ese es el Anticristo, entonces como vemos hay que dejar la novela y los discursos provocativos que tanto daño están haciendo a la vida de fe de la gente.

Finalmente la carta insiste en el tema del amor, como el elemento diferenciador de los cristianos, es el sello indeleble de quienes siguen a Cristo, amar, porque fue lo que le diferencio a Él, el amor. A esta tercera parte la Biblia de Jerusalén le da un nombre bellísimo “En la fuente del Amor”, es un texto que vale la pena meditar pausadamente.
 
La Segunda Carta, es sumamente breve, apenas 13 versículos y su fin es dar una breve exhortación sobre el amor y la existencia de personas que tratan de confundir, lo interesante es la forma en como la carta atestigua la Tradición oral de las primeras comunidades y como por escrito quedo una ínfima parte de lo que se predicó, dice “Aunque me queda mucho por escribir, prefiero no hacerlo con papel y tinta, pues espero ir a versos y hablar de viva voz…”

La Tercera Carta, igual de pequeña, 15 versículos, es una carta dirigía a Gayo, en donde se tratan algunas cuestiones de conducta, que son propias de la situación de la comunidad. No es una carta con alguna profundidad teológica, aunque si muy rica para observar la dinámica de las comunidades, y que no todo era solo amor, sino que como humanos existían problemas entre ellos.

Bueno con esto y el anterior comentario (29/07/13) quedan brevemente presentadas las cartas católicas y con los comentarios de Septiembre el “Apocalipsis”, quedándonos del Epistolario Bíblico las cartas Paulinas, que quizás podamos abordar en otro momento.

Paz y Bien

JAVC.

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