Damos con este breve comentario continuación y fin a aquel iniciado el 29 de Julio del 2013, en donde abordamos las primera Cartas Católicas.
Las Cartas Católicas, atribuyen tres de ellas a “San Juan”, y entre
ellas se le llama “Carta mayor” a la primera y “cartas menores” a la segunda y
tercera, básicamente por su extensión. Son cartas pseudoepigráficas las tres,
al igual que el Evangelio, es decir que su autor ciertamente desconocido
atribuye a Juan su autoría para darle reconocimiento y peso. Esta afirmación no
exime que al igual que el evangelio las cartas hayan sido compuestas en el
ambiente de una comunidad joánica y tratando de cuidar la doctrina original del
Apóstol.
Con respecto a la datación de las cartas, el tema no es tan claro. La
primera aparece citada en algunos escritos de San Policarpo de Esmirna (80-167
d.C) al igual que por Papías (150 d.C) por lo que todo parece indicar que es
una carta muy cercana al período apostólico. En relación a la segunda y la
tercera las primeras menciones aparecerán en el canon de Muratori (200 d.C)
inclusive en Orígenes (185-235d.C) se
pueden encontrar algunas citas sobre ellas; aunque no se puede afirmar con
exactitud las fechas, sí la segunda y tercera son sin lugar a dudas posteriores
a la primera de estas. Las tres parecieran haber sido compuestas entre el 100 y
el 120 d.C.
Donde fueron compuestas no está claro. En general la tradición a
aceptado a Éfeso como cuna de las tradiciones joánicas, pues el Apóstol
desarrolló mucha de su misión allí, sin embargo diferentes autores han
propuesto a Antioquía y Alejandría como posibilidades.
De las tres cartas, solo podría llegar a establecerse con cierta prudencia
que, la primera es la única que podría guardar algún parentesco con el
Evangelio, aunque ciertamente guarden diferencias muy fuertes en cuanto a
intencionalidad y abordaje de los temas. Esta relación hay que verla no como
una continuidad de los temas, sino como un abordaje independiente que trata de
enfatizar algunos temas que el Evangelio podría haber planteado en sus estadios
iniciales. En todo caso la lectura paralela de ambos textos no es quizás algo
que deba preocupar de fondo.
Primera Carta de San Juan, Asumió el rol de “Carta” al estar
dentro del epistolario Católico, sin embargo la construcción del libro data
mucho de cumplir inclusive los elementos mínimos que se pide a este género
literario; por ejemplo carece de remitente y destinatario, no hay saludo ni
despedida, entre otros. Pero la tradición le ha conservado como carta por lo que
no es erróneo llamarle así. Quienes han leído la carta notaran de primera mano
que inicia con una descripción con altas similitudes al prólogo del Evangelio,
esto deja en claro que este era conocido en los medios en que la carta se está
escribiendo. El mensaje de la carta se mueve indiscutiblemente en varias vías: inicialmente
plantea y justifica por qué quien escribe es motivado a hacerlo: porque han
contemplado y palpado con sus manos la Palabra de Vida, no escribe un iniciado
en la fe es alguien que ya ha vivido la experiencia de Cristo.
Posteriormente la carta plantea 4 condiciones para seguir a Cristo
(caminar en la luz)
a.
Romper con el pecado.
b. Guardar
los mandamientos, la caridad sobre todo.
c. Guardarse
del mundo.
d.
Guardarse de los anticristos
Al respecto vale anotar con respecto a “c” que la teología joánica y
cristiana inclusive no pretende una separación del hombre de su mundo, casi
llegando a “satanizar” este olvidándonos que es Creación de Dios, la intención
va en la vía del paganismo de un mundo que invita a adorar otros dioses, por
eso esas frases “este mundo en que vivimos” “que queda si estamos en este mundo”
“cuando dejemos este mundo, seremos felices”, en fin frases casi heréticas que
nos ponen como si hubiésemos sido creados para vivir en una sintonía que no está
en este mundo, cuando Dios mismo quiso estar en medio del mundo para
santificarlo. Hay que tener cuidado con esta idea, porque realmente está muy
mal entendida, pero en fin ese no es tema.
Después nos aparecen los “anticristos” a los que una vez más las
sectas fundamentalistas, algunos canales de televisión y uno que otro “cristiano”
ha dado toda una naturaleza humana, tal cual y estuviese profetizados. Ciertamente
la idolatría en las comunidades romanas y griegas era común, al igual que los “predicadores”
que llamaban a adorar dioses específicos, estos anticristos trataban de convencer
a los cristianos de adorar otros dioses y dejar a Cristo, por ello “Anticristos”,
pero el tema se circunscribía a un momento en específico. ¿Pueden existir hoy
anticristos? Algunos se preocupan mucho por Nostradamus, yo la verdad me
preocuparía por las acciones “anticristianas” que con mi vida pueda materializar
y que hacen más daño que estar obsesivamente pensando en un “fulano” que venga
como anticristo. Como bien dice la Carta
quien no confiese que Jesucristo como salvador, ese es el Anticristo, entonces
como vemos hay que dejar la novela y los discursos provocativos que tanto daño están
haciendo a la vida de fe de la gente.
Finalmente la carta insiste en el tema del amor, como el elemento
diferenciador de los cristianos, es el sello indeleble de quienes siguen a
Cristo, amar, porque fue lo que le diferencio a Él, el amor. A esta tercera
parte la Biblia de Jerusalén le da un nombre bellísimo “En la fuente del Amor”,
es un texto que vale la pena meditar pausadamente.
La Segunda Carta, es sumamente breve, apenas 13 versículos y su
fin es dar una breve exhortación sobre el amor y la existencia de personas que
tratan de confundir, lo interesante es la forma en como la carta atestigua la
Tradición oral de las primeras comunidades y como por escrito quedo una ínfima
parte de lo que se predicó, dice “Aunque
me queda mucho por escribir, prefiero no hacerlo con papel y tinta, pues espero
ir a versos y hablar de viva voz…”
La Tercera Carta, igual de pequeña, 15 versículos, es una carta
dirigía a Gayo, en donde se tratan algunas cuestiones de conducta, que son
propias de la situación de la comunidad. No es una carta con alguna profundidad
teológica, aunque si muy rica para observar la dinámica de las comunidades, y
que no todo era solo amor, sino que como humanos existían problemas entre
ellos.
Bueno con esto y el anterior comentario (29/07/13) quedan brevemente
presentadas las cartas católicas y con los comentarios de Septiembre el “Apocalipsis”,
quedándonos del Epistolario Bíblico las cartas Paulinas, que quizás podamos
abordar en otro momento.
Paz y Bien
JAVC.
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