"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

lunes, 29 de julio de 2013

Las Cartas Católicas ( I )

En la Biblia algunos de sus libros son cartas o epístolas, por lo general estos términos son utilizados como sinónimos y así lo haremos acá, aunque en la correcta interpretación si existe una diferencia entre ellos.

Las cartas más conocidas corresponden a lo que se llama el “Corpus Paulinum” y que es el conjunto de cartas a las cuales se les atribuye su autoría en la pluma de San Pablo; al respecto ya no queda duda de que no todas las cartas son propias de Pablo sino que existe un grupo de estas cuya composición no es del Apóstol de los gentiles. Pero ese tema no es el que nos concentra por ahora.
Un grupo más pequeño de cartas se hallan después del “Corpus Paulinum”, más precisamente después del libro de Hebreos, a este conjunto de siete cartas se les ha llamado “Cartas Católicas”. El origen de su nombre se puede rastrear hasta Orígenes (+254) quien llamaba a la I Pedro, I Juan y Judas como “Cartas Católicas” incluso en escritos de Eusebio de Cesarea (+339) se le llama a la Carta de Santiago “la primera de las Cartas Católicas”.

El adjetivo “Católicas” no hace alusión ni tiene relación a la religión que años después tomaría ese nombre, cabe mencionar que las iglesias fruto de la reforma protestante les aceptan dentro de su canon. Algunos han propuesto que al ser cartas universales (significado de Katolikos; universal) y no estar las cartas dirigidas en concreto a alguien, se asumió este calificativo para reconocerles, sin embargo tal aseveración no es tan precisa pues en algunas de ellas si puede rastrearse el destinatario. Otra propuesta es la de entender el calificativo “Católicas” en función de su contenido que es “general o universal”, sin embargo en contra de esta propuesta estarían los avances teológicos que han mostrado la singularidad en el mensaje de estas.

La propuesta más aceptada con respecto a “Católicas” es aquella que plantea que al ser la carta de I Juan la primera en ser aceptada desde el principio y que carece de presentación de destinatarios asumió el calificativo “Católica” y heredó este a las otras. Pero ni siquiera esta ha logrado el consenso necesario. Con esto queda claro que el adjetivo “Católicas” no debería sesgar la lectura, el estudio y la teología de los libros bajo este nombre; por ello en caso de acercarse a estas lo mejor es no considerar ese elemento como parte del estudio que se desee realizar.

Las Cartas Católicas en su mayoría, así como es el caso de otros libros de la Biblia, presentan dificultades en su fecha de composición y en su autor, en pocos casos se puede afirmar estos datos, para los otros el debate aún está abierto1.

Aspectos puntales de las cartas:

La Carta de Santiago, es un documento breve, que algunos han querido considerar más como una homilía. Ya está claro que la autoría no es de Santiago el Zebedeo (cf.Mt 10,2) el discípulo del Señor quien muere a manos de Herodes (cf. Hch 12,2); se ha buscado en Santiago “el hermano del Señor” quien podría haberle compuesto, sin embargo esto sigue siendo aún un tema por resolverse. Si se sostiene a “Santiago el hermano del Señor” como su autor su fecha de composición debe ser antes del 62 d.C fecha en que este muere. Sin embargo todo parece indicar que su datación solo puede darse en un intervalo que va después del año 70 d.C y hasta los primeros años del S. II. Es un libro rico en sabiduría con un fin claro de ayudar al lector a enfrentar las diferentes cosas que la vida presenta, a aprender de los errores y a transmitir a los demás nuestras experiencias; por ello el tema de la fe es fundamental en ella. Lograr coherencia entre la fe y lo que hacemos es sin duda una intención clara en la carta (ej. Pobreza y riqueza).

I Carta de Pedro, con los debates normales que la autoría de un texto genera, la más aceptada es la de aceptar a Pedro el apóstol como autor de la carta. Esta fue escrita en Roma hacia el año 64-65 y va dirigida a un grupo de personas cristianas dispersas en diferentes lugares de Asia Menor. Entre la riqueza teológica de la carta debe de indicarse el énfasis que esta pone sobre el tema del Bautismo y sus consecuencias para la vida del cristiano, que van desde la posibilidad de llamar a Dios “Padre” hasta ofrecer la vida como un sacrificio espiritual. El tema de sostener la fe en medio de las dificultades también está presente.

II Carta de Pedro, en esta la autoría no es (en términos generales) atribuida al Apóstol, más bien se identifica en un cristiano de origen judío que conoció la obra de Pedro. Su fecha de composición es hacia inicios del S. II. Sin ninguna duda esta carta tiene como fin atender preocupaciones de los cristianos acerca de la segunda manifestación de Jesús (Parusía) y poner al tanto sobre falsos maestros que tratarán de confundir en cuanto a lo que esperar a Jesús significa.

La Carta de Judas, aunque se presenta como “Hermano de Santiago” no existen indicios que puedan establecer esta relación, sobre todo por la fecha tardía de composición que se reconoce hacia los primeros años del S.II, en todo caso se trata de un judío con un gran conocimiento de los Textos Sagrados. Está claro que no es ninguno de los dos Judas, apóstoles de Jesús. En general la carta de Judas muestra preocupación por la llegada de falsas doctrinas que intentan confundir a los cristianos, a estas falsas doctrinas el autor se enfrenta con fuerza y llama a mantener la fe en Jesucristo hasta el final.
Las Cartas de Juan ( I, II y III ) requieren de algo de espacio para ser presentadas, así que lo dejaremos para una próxima ocasión, en aras de evitar alargar este comentario.

Sin duda las Cartas Católicas son para muchos un mundo desconocido, un mundo que encierra una gran riqueza doctrinal y mensajes muy concretos y claros. Vale la pena que dediquemos algo de tiempo a conocerles mejor.


Paz y Bien
JAVC.


1 Se han utilizado las siguientes obras, para contraponer los datos y poder realizar generalizaciones sobre el tema en las cartas expuestas: Lugo y Lopez, “Hebreos y Cartas Católicas”. Ed. Verbo Divino. Navarra 2008. / Kuss y Mich, “Hebreos y Cartas Católicas”. Ed. Herder. Barcelona 1977. A estas obras de entre muchas otras puede recurrirse si se desea mayor detalle.

lunes, 22 de julio de 2013

Tres primeras propuestas heréticas


Iniciamos hace unos días exponiendo la teoría de Arrío (08/07/13) y la razón por la cual fue considerada herejía. Igual se dijo que esa no era la primera herejía y que antes de ella otras se habían planteado. Nicea respondió a la doctrina “arriana” pero conocía otras herejías que ya se venían planteando y ante las cuales dio respuesta también, hoy daremos el paso a conocer las tres primeras que se plantearían:

1.      El adopcionismo: Propuesto por dos personas, Teodoto el Curtidor (190) y Pablo de Samosata (S. III) quien fuese el mentor de Arrio; el primero la defendería en Roma y el segundo la reviviría en Oriente años después.

El principio que plantea es que: Jesús nació como un hombre común es decir que por su naturaleza no es Dios, sino que en un momento el Espíritu Santo descendió sobre Él y entonces Dios lo aceptó – lo adoptó – como su hijo. Como verán Arrio compartirá en su propuesta la idea de que Jesús no es engendrado tal y como el adopcionismo la plantea, pues comparten una naturaleza diferente.

 
2.      El modalismo: Tuvo uno de sus mayores representantes en Práxeas (S.II) a quien Tertuliano debate con mucha fuerza su propuesta.

Para los modalistas al contrario de los adopcionistas no existen “dos personas” sino que solo hay un principio supremo, una unidad divina, que es Dios. Los nombres de Padre, Hijo y Espíritu Santo no son más que formas (modos) bajo la cual la realidad divina se nos presenta.

Como verán más que cristológica esta es una herejía trinitaria. Para el modalista existe Dios y solo Dios, pensar en Dios Hijo es solo una forma en que Dios como unidad se manifiesta, es decir, se diría que el Dios Hijo no es un persona independiente, es solo un modo de presentarse de Dios.

Rápidamente podemos advertir que este sistema de pensamiento se opone al concepto trinitario de un “solo Dios - tres personas” que maneja la dogmática católica y por ello es comprendida como una herejía.

 
3.      El subordinacionismo: No se reconoce a un solo autor como el creador de la herejía, pero está claro que tiene mucho de sus fundamentos en la antigua Grecia. Para los griegos existía un dios absoluto que había creado un “demiurgo”, este es, un segundo dios que tenía como objetivo ordenar la creación, era una especie de intermediario entre ese dios y el mundo físico, así el demiurgo es la primera creación de dios.

Los seguidores de esta propuesta verían a Jesús como ese demiurgo que fue creado por Dios para ser intermediario, siempre en su función de segundo Dios.

Esta teoría también será asumida por Arrio para sus planteamientos. Una vez más estamos frente una herejía cristológica que ve en Jesús una creación que no es Dios, sino un servidor que está subordinado a Dios, por tanto son de naturaleza distinta y es creación primera por tanto no engendrado.

¿Qué hacer hoy con estas teorías?

             Lo primero conocerlas sino las conocía antes, segundo poder identificarlas pues aún se escuchan en algunos discursos, pero sobre todo conocer estas teorías debe ser un llamado de atención a profundizar las razones de aquello que creemos. Profesarlo y vivirlo es fundamental, pero también es necesario nuestro esfuerzo por comprender mejor lo que se cree. Estas herejías no son “tonteras”, las herejías fueron construyendo el sistema dogmático que hoy tenemos, quienes las planteaban lo hacían bien, por ello profundizar y conocer el tema nos ayuda a aclarar lo que nuestra fe proclama, desconocer esa realidad es desconocer lo que se cree. Hoy se siguen planteando “herejías” y quienes lo hacen al igual que los antiguos lo hacen bien y en ocasiones “hacen temblar” en lo que se cree y muchos lamentablemente se pierden en esas ideologías.
           

            Yo le invitaría a profundizar el tema, a conocerle mejor. Jamás podría pretenderse en estas palabras aclarar algo o presentarlo en su totalidad y profundidad, esto es solo una propuesta para que usted pueda apoyarse en mejorar su conocimiento al respecto, no me cabe duda que cerca de usted hay alguien que puede ayudarle en caso de ser necesario.

 
            Aún quedan pendientes algunas herejías más, por ahora creo que sería más que valioso que pudiésemos reflexionar un poco en nuestra fe, en fortalecer ese concepto de “engendrado no creado de la misma naturaleza que el Padre por quien todo fue hecho” en que creemos; es necesario romper el temor a mejorar nuestra comprensión del Misterio Trinitario que parece dejado de lado y descubrir en él también la belleza de Dios que se nos muestra en lo que es: Amor.
 

Paz y Bien…

JAVC.

lunes, 15 de julio de 2013

El Buen Samaritano: La clave del 3 (Lc 10,29-37)


La Parábola del Buen Samaritano es un texto exclusivo de Lucas y lo coloca con mucha precisión después del “Gran Mandamiento” que sí aparece en Mateo y en Marcos (cf. Mt 22,34-40; Mc12, 28-31). Es una parábola muy bien construida con una serie de signos claramente diseñados para dar un mensaje claro. En el Evangelio de Mateo Jesús está hablando con saduceos y los fariseos al darse cuenta que estos no pudieron discutir con Él intervienen y Jesús les responde con el mandamiento. En el caso del Evangelio de Marcos quien le habla a Jesús es un escriba. El uso de los personajes responde la mayoría de las veces a los destinatarios del Evangelio. Siendo Lucas un evangelio dirigido principalmente a “gentiles” es decir a personas que se iniciaban en la fe en Cristo, Lucas coloca como interlocutor a un legista, una persona que maneja a perfección la ley de Moisés, esto con el claro fin de demostrar que Jesús no solo conoce la ley sino que con sus palabras la perfecciona llendo más allá de lo que los mismos expertos “legistas” pueden comprender, sin duda es un elemento catequético en el texto.

 El tema del robo no debe sorprender pues se conoce bien la existencia de grupos que asaltaban a los viajeros en su camino hacia Jerusalén, Jerusalén está a 740 mts de altura y Jericó aproximadamente a 350 mts, exactamente a la mitad del camino (unos 30 kms separan ambas ciudades) existía un lugar que se conocía como la “subida de sangre”, sitio sumamente peligroso y en el que ocurrían terribles asaltos, así que Jesús no está haciendo más que valerse de una realidad social (como la mayoría de las veces) para dar su mensaje.

 Inmediatamente aparecen 3 personajes: Un sacerdote, un levita y un samaritano. Estos 3 personajes representan 3 posibles categorías sociales, siendo la del sacerdote la “más alta” y la del samaritano la más baja, pues recordemos que los judíos no se llevaban con los samaritanos y cuando se dice no se llevaban, es que realmente la relación era muy complicada, por cuestiones históricas básicamente.

 Ese 3 no es una coincidencia, ni tampoco significa que tenemos que imaginarnos a los tres, estamos frente a una parábola, no es un hecho histórico, es una forma de narrar una forma de transmitir el mensaje. Ese 3 representa a todos, a todo el pueblo, a todas las gentes, si quisiéramos verlo hoy, a toda la Iglesia.

 Ciertamente Jesús se vale del texto para dar una lección a los judíos, que tanto discriminaban a los samaritanos, no debe haber sido sencillo para el legista que escucha a Jesús recibir esa “pedrada”, pero en el fondo la intención de Jesús no es deslegitimar el sacerdocio y tampoco exaltar a los samaritanos, ninguna de las dos iría en la línea de lo que Él predicaba.

 El mensaje de Jesús está en clave de 3: por eso pregunta ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo…? (Lc 10,36a).

Jesús sabe que los 3 deberían de ser prójimo, pero no es así. Para Jesús ese 3 representa la totalidad de su pueblo, ese que él desea que comprenda lo que había dicho más atrás “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10,27) pero la ceguera de los egoísmos, de las luchas sin sentido, de una ley mal interpretada (cf. Lv 21,1) no les permite amar. No entraremos acá en el detalle pero ojo al “como a ti mismo”, eso no se puede perder de vista, no se da lo que no se tiene.

 Ese 3 es en el fondo el deseo de Jesús de mostrar que la caridad no tiene fronteras, que debe ir desde el “más alto” nivel hasta el más “bajo”, amar no conoce las fronteras sociales en el mensaje de Jesús; es 3 nos interpela a usted y a mí, sea o no sea cristiano, ese 3 es la responsabilidad que asumimos al existir y tener a un semejante.

 Cuando al finalizar la parábola Jesús le dice al legista: “Vete y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37d) es una invitación a formar parte de ese pueblo que Jesús quería, ese 3 de Jesús, en lugar de dejarlo en la pura lección que ya le había dado al legista, siendo Él primero en poner el ejemplo, con todo amor lo invita a unirse a quienes aman sin medida, porque comprenden que eso es lo que Dios quiere. El legista no es culpado, es invitado a unirse, como también lo sería sin lugar a dudas el sacerdote; por eso no se vale hablar mal de estos, porque ellos representan las ovejas pérdidas de Jesús y a ellos se les atrae con el testimonio de amor, no con el juicio. Esas ovejas pérdidas podemos ser usted o yo, lo hermoso es que al final está la oportunidad de cambiar “de hacer lo mismo”, que no es otra cosa que Amar como Él nos ama.

Ese 3 no es una división, es un mensaje para que todos nos unamos en lo único en lo que siempre habremos de coincidir, que en el amor que se recibe pero sobre todo en el que se entrega reside la felicidad.

 

Paz y Bien,

JAVC.

lunes, 8 de julio de 2013

La herejía arriana y el hoy de los cristianos


Dejemos de lado esta semana las cuestiones bíblicas y demos paso a un tema de la historia dogmática, me refiero a la “herejía arriana”; en general los primeros siglos de cristianismo estuvieron envueltos en una serie de discusiones que permitieron ir conformado lo que la Iglesia (Católica) cree y profesa hoy y que luego otras denominaciones religiosas también asumieron. No fueron discusiones sencillas, en su mayoría fueron debates y “luchas” teológicas de gran profundidad, puede decirse sin problema que a partir de las herejías se fue construyendo el sistema dogmático cristiano.

Las herejías se presentaron en diversos campos como el bíblico, el trinitario el cristológico entre otros y siempre su principal característica podría asumirse como un error interpretativo del dato revelado por Jesucristo a la hora de explicar un tema de la fe.

En el campo cristológico se presentaron varias herejías, una de ellas le perteneció a Arrio quien nace en el año 260 d.C y crece en Antioquía bajo la tutela de Luciano de Antioquia profesor de Sagrada Escritura y quien muere mártir en el 312.

En general los cristianos y en particular en el credo católico se profesa “…Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre… la última idea es fundamental pues es la base del sistema doctrinal; Jesús no es creado por voluntad ocasional de Dios, a Dios no se le “ocurrió” crear a Jesús, sino que es engendrado de la esencia misma de Dios, no es pensado como una persona intermedia entre el mundo y Dios, al ser generado de la misma esencia o naturaleza de Dios, es Dios mismo y ha existido desde siempre pues la esencia de Dios ha existido desde siempre(cf. Jn 1,1ss) por lo que si Dios es luz Él también es luz. Repito la idea: Dios no decide “crear” a Jesús, Dios de su misma naturaleza que es todo Amor engendró a Jesús no con un principio sino como el principio de todas las cosas.

Pues bueno ¿Cómo se llega a estas definiciones? Gracias a Arrio.

Arrio argumentó y defendió que Dios no fue siempre Padre, cito textualmente del Padre Olegario (p.229) dos puntos de su resumen de la doctrina arriana (en cursiva lo propio de la cita):

1.      Dios siempre fue Dios, pero no fue siempre Padre, sino solo a partir del momento que engendró al hijo. El problema con este argumento es que se le da al Hijo un principio y ya decíamos que el Hijo ha existido desde siempre al igual que Dios, por tanto Dios siempre ha sido Padre.

 
2.      El hijo no procede del Padre como esencial y permanente origen sino a partir de la nada. Lo que se produce de la nada es creación y Jesús no es creado, sino que fue engendrado porque comparte la misma naturaleza de Dios, como lo vimos más arriba.

Estas dos ideas expuestas son las fundamentales de la doctrina de Arrio, son algunas más, pero estas resumen perfectamente sus planteamientos.

Ante estos planteamientos de Arrio, en el año 325 la Iglesia se reúne en el Concilio de Nicea y establece la cristología que se profesa en el credo católico y que incluso las iglesias fruto directo de la reforma de Martin Lutero (protestantes y calvinistas) mantienen hasta hoy. Así de la fe de Nicea que luego se verá complementada en el Concilio de Constantinopla, donde se reafirma lo dicho en Nicea y se amplía en algunos elementos, se estructura lo que se conoce como el Credo Niceo – Constantinopolitano.

¿Podemos pensar que la herejía de Arrio quedó atrás?

Sí sin lugar a dudas desde la fe de la Iglesia, pero creo que la respuesta a esta pregunta requiere de más análisis que las simples reflexiones en un “blog” a la luz de la práctica de muchos cristianos, sin embargo a título personal considero que todavía hoy, muchos cristianos siguen sin tener conciencia real de lo que se profesa al decir “…engendrado no creado, de la misma naturaleza del Padre” y en la medida que esto no se comprenda es probable que en mucho de la formación o el discurso que se da se puedan estar cometiendo inexactitudes con respecto al tema y lo más peligroso aún, se esté afirmando o aceptando lo que otros dicen, creyendo que es correcto cuando en el fondo es sino una, algo cercano a la herejía arriana.

Pensar que no exista principio sino una existencia desde siempre es algo que cuesta comprender entre las fronteras de la mente humana, para el ser humano siempre es más sencillo partir de un principio; esta dificultad que denota el pensar en lo eterno, ha hecho que el cristiano se esconda detrás de ella creyendo que son temas que no deben reflexionarse y con ello solo hemos dejado de saborear el gusto de adentrarnos en Dios y comprenderle mejor. El misterio de Dios ciertamente insondable en su totalidad existe, pero a través de Cristo, cumbre de la Revelación es posible irle conociendo, no aceptar nuestra posibilidad de comprender tal misterio es negar la totalidad de la Revelación y eso sí que es un problema.

Mi invitación es a darse un tiempo para atender este tema en su reflexión personal, a combatir ese “ocio” que en ocasión nos da pensar en estos temas, y de ser necesario acercarse a quien ustedes consideren para poder profundizar y comprender mejor, pues como dije las letras de un blog son insuficientes. Para los lectores Católicos el numeral 465 del Catecismo de la Iglesia resume lo hasta ahora dicho.

He querido iniciar por la herejía arriana porque sin duda marcan un antes y un después en la dogmática y específicamente en la cristología, sin embargo como ya lo mencioné existe otras antes y después de Arrio, que les propongo ir conociendo gradualmente en las próximas semanas.

Paz y Bien.

JAVC.

Cita:
Olegario, GONZALEZ. “Cristología”, ed. BAC, 2008.

lunes, 1 de julio de 2013

“Deja que los muertos entierren a los muertos” El texto de Lc 9,60


Pocas palabras del evangelio son tan difíciles de explicar a la luz del mensaje de Jesús. “Deja que los muertos entierren a los muertos” es la respuesta que da Jesús a una persona a quien recién Él ha llamado (Lc 9,59a) y cuya respuesta fue “Déjame primero ir a enterrar a mi Padre” cosa que de por sí era un deber sagrado (ver. Gn 35,29, Tob 14,10-13), las palabras de Jesús parecieran oponerse inicialmente a ello y por eso desconciertan tanto.

Entre los exégetas existe cierta uniformidad de criterio sobre lo que la frase quiere decir (cf.Fitzmeyr, p.199) sin embargo para establecer ese punto de vista debe de atenderse un par de cosas previas, y una vez más nos vemos obligados a ir al texto griego para aclarar algunos elementos que la traducción al español pierde del original.

Lo primero es la respuesta de quien ha sido llamado. La traducción al español ha traducido como “enterrar” el verbo qa,yai (thapsai) que efectivamente en griego es un infinitivo también y que puede significar “enterrar”.

Pero hay que advertir dos diferencias, la primera es que “enterrar” no es el único significado posible también puede comprender la idea de “cuidar hasta la muerte” y la segunda que en griego el infinitivo se puede usar en diferentes tiempos (futuro, pasado, etc) y no solo como en español considerando las terminaciones ar, er, ir; y en este caso es así, el verbo está siendo utilizado en un tiempo llamado “aoristo”. Quizás lo más importante es decir que al usar el verbo en “infinitivo aoristo” el significado refiere a algo que mucha gente ha hecho antes y que exige una cierta continuidad hoy.

Entonces, lo primero que debe observarse es que la persona no se está oponiendo al llamado de Jesús, simplemente está buscando cumplir lo que para él era natural, cuidar de su padre hasta que muriese, y esto es importante comprenderlo para no “apedrear” al pobre antes de tiempo, que suele suceder; no está haciendo nada malo esta continuando algo que sus antepasados hacían y que todos tenían obligación de hacer.

Lo segundo tiene que ver con el uso de la palabra muerto nekro,j (nekros), el tema con esta palabra es que aunque tiene un solo significado (quien ya murió a algo) la interpretación histórica-cultural establece dos acepciones: quien muere espiritualmente y quien muere físicamente; de alguna forma en español también hacemos lo mismo. Los estudios realizados al texto (Bauer, Perles, Lagrange, otros) han permitido demostrar que el primer nekros de la frase refiere a la muerte espiritual y el segundo nekros a la muerte física, por lo que la respuesta de Jesús sería algo así como “Deja que los (espiritualmente) muertos, entierren a sus (físicamente) muertos”.

Sobre esta interpretación del texto es que indicábamos que la mayoría de los exégetas coinciden en que es la forma correcta de leerle de cara a la realidad del momento en que fue dicha.

Ya estos elementos nos deberían ayudar para comprender que trataba de decir Jesús. Sin lugar a dudas es una frase de estilo parabólico, es una muy pequeña parábola y con eso debemos advertir rápidamente que no podemos literalizar el mensaje y por tanto hay que reflexionarlo.

Yo quisiera aportar algo breve a su reflexión personal y es el hecho de que el seguimiento a Jesús no es algo físico, es decir no es algo que se aparenta, es algo que nace de dentro de cada uno de los cristianos, si estamos muertos “espiritualmente” habremos de prestar suma atención a lo físico (y querremos morir con ello o como el joven permanecer ahí un tiempo), es decir a esas cosas materiales que hoy más que nunca parecieran “pulular” y que tanto nos distraen de lo verdaderamente importante, los muertos “espiritualmente” entierran a los muertos “físicamente” porque quien espiritualmente no vive cede ante tantas cosas que el día a día ofrece y se alejan del verdadero sentido cristiano. Quien vive espiritualmente sabe priorizar las cosas en su vida y entonces se entiende porque Jesús inmediatamente dice “Tu vete a anunciar el Reino de Dios”… Quien vive espiritualmente no es quien se la pasa rezando y en una pura contemplación, vive espiritualmente quien con su vida se transforma en un mensajero del Reino de Dios que no es otra cosa que su presencia y poder en medio de nosotros. Quien vive espiritualmente no necesita de quedarse un tiempo con lo material para luego ser cristiano, es cristiano primero.

Jesús no está diciéndole al joven que se olvide de su padre, o que la vocación de seguimiento a Jesús implica una renuncia de tal tipo, decir tal cosa es no haber comprendido el cuarto mandamiento, sería incluso poner a Jesús a decir cosas que jamás habría ni siquiera pensado, sería la imagen de un Jesús inhumano (y eso sería herejía), el mensaje de Jesús es vocacional en el sentido de que plantea la necesidad de que la vocación cristiana exige un desapego de lo temporal (físico) para poder anunciar lo eterno (espiritual) que es el Reino de Dios. Lamentablemente el “discurso vocacional” hoy en día está aún muy cargado de esta idea de renuncia casi alienante que no causa otra cosa que tanto daño, antes que una renuncia espiritual que libere de cara a la separación física y natural que luego vendrá de los seres queridos, cuanto daño se hace hoy a los jóvenes que disciernen su vocación a los estados de servicio consagrado sea religioso o matrimonial, por una "acomodada" interpretación.

En todo caso, una vez más las palabras de Jesús no deben tomarse a la ligera o a la primer lectura que de ella hagamos, las palabras de Jesús no pueden separarse de su mensaje global dentro de la intencionalidad del autor, porque entonces nos colocamos en el mayor de los riesgos: o una racionalización excesiva o un fundamentalismo alienante.

Dejad que los muertos entierren a sus muertos, nos invita a seguir a Cristo, pero primero viviendo personalmente la experiencia del Resucitado y luego llevando a otros no por apariencia sino por experiencia el mensaje del Reino de Dios, porque solo en quien está la vida de Cristo puede evitar que muchos mueran espiritual y físicamente.

 

Cita:

Joshep, FITZMYER, “El Evangelio según San Lucas”, Ed. Cristiandad, Madrid, 2005.