Las cartas más conocidas
corresponden a lo que se llama el “Corpus Paulinum” y que es el conjunto de
cartas a las cuales se les atribuye su autoría en la pluma de San Pablo; al
respecto ya no queda duda de que no todas las cartas son propias de Pablo sino
que existe un grupo de estas cuya composición no es del Apóstol de los
gentiles. Pero ese tema no es el que nos concentra por ahora.
Un grupo más pequeño de cartas se
hallan después del “Corpus Paulinum”, más precisamente después del libro de
Hebreos, a este conjunto de siete cartas se les ha llamado “Cartas Católicas”.
El origen de su nombre se puede rastrear hasta Orígenes (+254) quien llamaba a la I
Pedro, I Juan y Judas como “Cartas Católicas” incluso en escritos de Eusebio de
Cesarea (+339) se le llama a la Carta de Santiago “la primera de las Cartas Católicas”.El adjetivo “Católicas” no hace alusión ni tiene relación a la religión que años después tomaría ese nombre, cabe mencionar que las iglesias fruto de la reforma protestante les aceptan dentro de su canon. Algunos han propuesto que al ser cartas universales (significado de Katolikos; universal) y no estar las cartas dirigidas en concreto a alguien, se asumió este calificativo para reconocerles, sin embargo tal aseveración no es tan precisa pues en algunas de ellas si puede rastrearse el destinatario. Otra propuesta es la de entender el calificativo “Católicas” en función de su contenido que es “general o universal”, sin embargo en contra de esta propuesta estarían los avances teológicos que han mostrado la singularidad en el mensaje de estas.
La propuesta más aceptada con respecto a “Católicas” es aquella que plantea que al ser la carta de I Juan la primera en ser aceptada desde el principio y que carece de presentación de destinatarios asumió el calificativo “Católica” y heredó este a las otras. Pero ni siquiera esta ha logrado el consenso necesario. Con esto queda claro que el adjetivo “Católicas” no debería sesgar la lectura, el estudio y la teología de los libros bajo este nombre; por ello en caso de acercarse a estas lo mejor es no considerar ese elemento como parte del estudio que se desee realizar.
Las Cartas Católicas en su mayoría, así como es el caso de otros libros de la Biblia, presentan dificultades en su fecha de composición y en su autor, en pocos casos se puede afirmar estos datos, para los otros el debate aún está abierto1.
Aspectos puntales de las cartas:
La Carta de Santiago, es
un documento breve, que algunos han querido considerar más como una homilía. Ya
está claro que la autoría no es de Santiago el Zebedeo (cf.Mt 10,2) el
discípulo del Señor quien muere a manos de Herodes (cf. Hch 12,2); se ha
buscado en Santiago “el hermano del Señor” quien podría haberle compuesto, sin
embargo esto sigue siendo aún un tema por resolverse. Si se sostiene a “Santiago
el hermano del Señor” como su autor su fecha de composición debe ser antes del
62 d.C fecha en que este muere. Sin embargo todo parece indicar que su datación
solo puede darse en un intervalo que va después del año 70 d.C y hasta los
primeros años del S. II. Es un libro rico en sabiduría con un fin claro de
ayudar al lector a enfrentar las diferentes cosas que la vida presenta, a
aprender de los errores y a transmitir a los demás nuestras experiencias; por
ello el tema de la fe es fundamental en ella. Lograr coherencia entre la fe y
lo que hacemos es sin duda una intención clara en la carta (ej. Pobreza y
riqueza).
I Carta de Pedro, con los
debates normales que la autoría de un texto genera, la más aceptada es la de
aceptar a Pedro el apóstol como autor de la carta. Esta fue escrita en Roma
hacia el año 64-65 y va dirigida a un grupo de personas cristianas dispersas en
diferentes lugares de Asia Menor. Entre la riqueza teológica de la carta debe
de indicarse el énfasis que esta pone sobre el tema del Bautismo y sus
consecuencias para la vida del cristiano, que van desde la posibilidad de
llamar a Dios “Padre” hasta ofrecer la vida como un sacrificio espiritual. El
tema de sostener la fe en medio de las dificultades también está presente.
II Carta de Pedro, en esta
la autoría no es (en términos generales) atribuida al Apóstol, más bien se
identifica en un cristiano de origen judío que conoció la obra de Pedro. Su
fecha de composición es hacia inicios del S. II. Sin ninguna duda esta carta
tiene como fin atender preocupaciones de los cristianos acerca de la segunda
manifestación de Jesús (Parusía) y poner al tanto sobre falsos maestros que
tratarán de confundir en cuanto a lo que esperar a Jesús significa.
La Carta de Judas, aunque
se presenta como “Hermano de Santiago” no existen indicios que puedan
establecer esta relación, sobre todo por la fecha tardía de composición que se
reconoce hacia los primeros años del S.II, en todo caso se trata de un judío
con un gran conocimiento de los Textos Sagrados. Está claro que no es ninguno
de los dos Judas, apóstoles de Jesús. En general la carta de Judas muestra
preocupación por la llegada de falsas doctrinas que intentan confundir a los
cristianos, a estas falsas doctrinas el autor se enfrenta con fuerza y llama a
mantener la fe en Jesucristo hasta el final.
Las Cartas de Juan ( I, II y III
) requieren de algo de espacio para ser presentadas, así que lo dejaremos para
una próxima ocasión, en aras de evitar alargar este comentario.
Sin duda las Cartas Católicas son
para muchos un mundo desconocido, un mundo que encierra una gran riqueza
doctrinal y mensajes muy concretos y claros. Vale la pena que dediquemos algo
de tiempo a conocerles mejor.
Paz y Bien
JAVC.
1 Se han utilizado las siguientes obras, para
contraponer los datos y poder realizar generalizaciones sobre el tema en las
cartas expuestas: Lugo y Lopez, “Hebreos
y Cartas Católicas”. Ed. Verbo Divino. Navarra 2008. / Kuss y Mich, “Hebreos y Cartas Católicas”. Ed.
Herder. Barcelona 1977. A estas obras de
entre muchas otras puede recurrirse si se desea mayor detalle.