"En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios, todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo"Jn 1,1-3b

domingo, 26 de enero de 2014

La conversión de San Pablo


La figura de Pablo de Tarso es todo menos enigmática, de hecho después de Jesús es la persona del Nuevo Testamento de quien más se tiene información, tanto por lo que nos cuenta Lucas así como por las cartas que el mismo Pablo y sus comunidades han escrito.

Siempre el tema de las fechas es delicado, pero por los datos que pueden estudiarse Pablo nació hacia el año 10 d.C, en una ciudad llamada Tarso de Cicilia, la capital de una provincia Romana. El nacer en esta ciudad revela datos importantes de Pablo. El primero de ellos que tuvo una formación en el ambiente griego y por tanto era una persona sumamente culta, lo segundo que siendo judío  pertenecía a lo que se conocían como judíos de la diáspora, es decir aquellos judíos que por diferentes razones no vivían en Jerusalén (de los mismos que nos aparecerán en el texto a leer). Los judíos de la diáspora se caracterizaban por ser sumamente ortodoxos, es decir defendían la Ley de Moisés y la vivían radicalmente, en el caso particular de Pablo todo parece indicar que tuvo una formación de lujo en Jerusalén, incluso bajo la tutela de uno de los rabinos más famosos de la época de nombre Gamaliel, así que estamos ante alguien que sabe. Una característica fundamental de los de Tarso era su abnegación al trabajo, eran reconocidos por ello, por eso constantemente en sus cartas escucharemos a Pablo referirse al trabajo: “Si alguno no quiere trabajar que tampoco coma” (2 Tes 3,10) o “Seguro que recordáis hermanos nuestros trabajo y fatigas, os proclamamos el Evangelio al tiempo que trabajábamos día y noche para no ser carga para vosotros” (I Tes 2,9.).

En palabras del propio Pablo tenemos “Fui circuncidado al octavo día, pertenezco al linaje de Israel a la tribu de Benjamín soy hebreo e hijo de hebreos, en cuanto a la Ley fariseo en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia, en cuanto a la justicia que proporciona la ley intachable” Flp 3,5-6.

Además de lo anterior Pablo tenía la ciudadanía romana (cf. Hch 22,25-29), que por los datos que da el tribuno era posible comprarla. En el caso de Pablo alguien de su familia pago tal derecho. Esto y la valiosa educación de Pablo hacen ver que pertenecía a una familia muy acomodada. Debe advertirse que no era la única forma de alcanzar la ciudadanía.

Por otro lado tenemos el tema de la “Apostolicidad de Pablo”, pues este nunca estuvo con Jesús y menos con los 12; en sus cartas se deja ver claramente que tenía serios conflictos con el grupo de los apóstoles por ese título “Si para otros no soy apóstol para vosotros sí que lo soy” (I Cor 9, 2a)    “En realidad soy el último de los apóstoles, incluso de tal nombre…” ( I Cor 15,9) incluso en la misma Carta a los Corintios y en otras inicia con una afirmación que es un claro mensaje a quienes cuestionaban su “apostolicidad” dice Pablo “Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios”. Realmente este es un tema extenso de tratar, lo cierto es que las relaciones entre Pablo y los apóstoles no parecen haber sido tan buenas, aunque no se puede negar que algunos pasajes de Hechos se esfuerzan por desaparecer tales (cf. Hch 15,25).

Para un judío observante de la talla de Pablo de Tarso, el mensaje de los cristianos era IRREVERENTE, era una ABERRACIÓN de la ley y por tanto era necesario abolirlos, desaparecerlos. Pablo era un adulto judío para los tiempos de Jesús, más aún ante la Iglesia naciente.

Sin duda por lo ya dicho, la Conversión de Pablo supone una intervención de Dios que va contra toda posibilidad humana, el encuentro de Pablo es con Jesús Glorificado por eso el impacto de la narración y la cantidad de símbolos para narrar el encuentro: una luz que lo cegó, lo impactó, lo hizo caer, y el poder de la voz que pide un cambio en su vida. El mensaje es clarísimo no puede existir un encuentro real con Jesús que no nos mueva el piso.

Dejemos de lado la “alegoría” bíblica en donde nos preocupamos por dar significado a cada simbolito, y demos paso al fondo teológico que Lucas propone.

El texto de Hechos que se leyó ayer no es la narración lucana sobre la conversión propiamente, este se encuentra en Hch 9; ayer se leyó un texto rico en mensaje y profundidad, un discurso paulino lleno de sabiduría donde es el mismo Pablo quien cuenta su conversión y es el de Hch 22,3-16 que ubica a Pablo mientras está siendo arrestado en Jerusalen a petición de los judíos (judíos de la diáspora, pues dice el texto que venían de Asia), Pablo va camino al cuartel y pide poder dirigirse a estos judíos que le increpan,

La pregunta de fondo para comprender el texto es: ¿Por qué Lucas pone a Pablo, contando su conversión si ya antes la había el mismo Lucas narrado?

Fundamentalmente porque colocando en boca de Pablo la historia de su conversión y dirigida a gentiles (judíos en este caso) se posiciona el mensaje de Cristo como un mensaje sin distinciones, Pablo está tratando de hacer ver la importancia de convertirse a Cristo, incluso Lucas pone estas palabras en boca de Ananías  “Y ahora ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre?” (Hch 22,16), la forma en como se narra el temaba del bautismo entre Hch 9 y Hch 22 es totalmente diferente, lo que ayuda a concluir la intención ya mencionada del texto, mostrar que cuando se bautiza en el nombre de Jesús todo cambia y una nueva vida empieza. Pablo el que perseguía y se vio converso, ahora es perseguido y por sus palabras Cristo convierte. Pablo en el discurso empieza su defensa al igual que como la empezó Esteban (Hch 7,2 es clara la intención de Lucas de dejar clarísimo que tanto Esteban como Pablo sufren persecución) llamando a los judíos “Hermanos”, este título es crucial porque pone a Pablo en total comunión  racial y espiritual con quienes lo increpan y además les habla en su lengua, después les dirá “padres” que en el sentido en que se dice significa “notables”, el notable era un título que solo recibían los dirigentes de una nación judía; de esta forma Pablo se muestra de los suyos y reconoce su grandeza, soy uno de los suyos y siéndolo no solo no ataco la ley sino que la he visto perfeccionarse en Cristo; esta será la idea principal de este primer discurso.

Este primer discurso de Pablo, consta de 4 partes de las cuales se leyeron dos en la liturgia: Una primera donde expone su conversión (Hch 22,6-11) y una segunda su encuentro con Ananías (Hch 22,12-16); la conversión es ya conocida y del encuentro con Ananías, vale recordar que este era un judío piadoso ya converso al cristianismo (al que Pablo usa de ejemplo ante su audiencia sin mencionar su conversión) el cual con su oración logró que Pablo recuperase su vista (Hch 9,10-17). He acá la segunda gran idea: Para Pablo la acción de Cristo en la vida de los hombres, debe generar un cambio como en la suya y en Ananías, y esa acción de Cristo trasciende una raza una fe, ese es su grito a los judíos.

La cosa no terminará muy bien para Pablo en los versículos siguientes, pero eso se leerá otro día.

Como dice el Padre Remis «Ciertamente existe una diferencia fundamental entre la vida del Apóstol y la situación de los judíos. Pablo el perseguidor de los cristianos se encontró con el Señor en el camino a Damasco y se convirtió en propagador del Evangelio; pero los judíos que lo acosan no han tenido todavía ese encuentro personal con el Resucitado y por eso no cesan de fustigar el Camino representado en este caso por Pablo».

Teológicamente el texto de la conversión de Pablo no plantea un mensaje de corte apologético o dogmático, no se trata tanto de quienes no se han bautizado sino de los bautizados, la pregunta de fondo no es ¿Qué hacer para que otros se bauticen? Sino ¿Qué están haciendo los bautizados con su bautismo? Seguimos siendo en palabras del Papa Francisco “Fiscales de la Fe que ya no necesita la Iglesia” tal y como los judíos lo eran con Pablo por pensar y ser diferente, seguimos sintiendo que Dios nos pertenece por tener tal o cual creencia religiosa, tal como los judíos lo hacían, o como Pablo hemos entendido que convertirse a Cristo es llevar la buena nueva a todos, no porque me lo enseñaron doctrinalmente sino porque lo experimento en mi vida. Pablo después del encuentro con Cristo quedo ciego por un corto tiempo pero luego que recupera la vista, trabaja incesantemente por anunciar a Cristo con su vida, en ocasiones muchos cristianos se enamoran tanto de estar ciegos que pretenden quedarse así siempre porque es lo más fácil, el mismo Lucas pone a “dos hombres vestidos de blanco” a llamar la atención de los apóstoles porque se quedan viendo para el cielo en la Ascensión “Galileos ¿Por qué permanecéis mirando al cielo?” (Hch 1,11), porque el cristiano no se queda en la ceguera del encuentro ni viendo para arriba, el cristiano hace las veces de Cristo en la tierra y hace por tanto lo que Cristo hizo, Amar, sin distinciones ni restricciones.

La pregunta de Ananías a Pablo hoy resuena con fuerza para nosotros “Y ahora ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre?, el verbo levántate siempre tiene implícito una acción inmediata en la Biblia y en nuestra vida, nadie se levanta (ponerse en pie) para permanecer así por siempre, si hemos sido bautizados y en Cristo salvados, ¿Qué sigue ahora? O como dice Ananías en el texto ¿Qué esperas?

domingo, 12 de enero de 2014

Porque se bautiza Jesús


Confesamos los cristianos la existencia de un único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, entre ellos existe una relación tal que cada uno está en el otro, siempre siendo personas distintas pero con una misma esencia. Así las cosas no es difícil comprender que Jesús siempre tuvo consigo el Espíritu Santo, así como el Padre siempre habitó en Él, decir lo contrario sería punto de herejía contra el dogma que desde los primeros años la Iglesia ha sostenido.

Si el Espíritu Santo siempre habitó en Jesús ¿Qué significa ese extraño acontecimiento que narra Mt 3,13-17?, porque Jesús se acerca a Juan el Bautista para ser bautizado.

Vamos a tratar de bordear el tema dogmático porque caso contrario nos requeriría sumo tiempo el lograr aterrizar una idea y trataremos más de concretar el punto desde la teología del texto, aunque siempre habremos de pasar por la dogmática. Lo haremos en tres tiempos.

Lo primero es poner en contexto el bautismo que Juan confería. Juan pertenece a la casta judía que asumía la vida ascética (de penitencia) como su forma de vivir la ley de Moisés, entre los ascetas era común no solo la predicación para la conversión, entendiendo conversión como disposición a vivir la vida de acuerdo a la ley, sino que además era común los rituales que demostraran que el cambio era voluntario. En todo caso para los judíos los baños rituales eran comunes, movimientos como los fariseos, escenios y saduceos realizaban estos ritos en el agua como una forma de purificarse.

El movimiento de Juan, aunque judío, no pertenecía a ningún grupo particular, de hecho se ha de reconocer que su bautismo se diferencia de los ritos de purificación porque: primero se daba una única vez y segundo quien sumerge en el agua es un segundo; los ritos de purificación podían ser dados varias veces y quien se sumerge es el receptor directo del rito.

Esta diferencia entre el bautismo de Juan y el de otros movimientos judíos era lo que tantos problemas le causaba a Juan con respecto a las autoridades religiosas de la época, recuérdese por ejemplo en Jn 3,25 que dice “Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación”, pero al mismo tiempo era lo que le hacía tan atractivo para otros. El bautismo de Juan no es un bautismo definitivo, pues era con agua, Juan como buen judío sabía que vendría un Mesías que lograría un bautismo más profundo que operaría en el espíritu del hombre, el bautismo de Juan preparaba a quien lo recibía, era como un sello indeleble que sería utilizado en el bautismo final, cuando el mesías redimiese, de modo que entonces serían perdonados sus pecados.

De este modo habría que concluir que el bautismo de Juan es un bautismo que preparaba para que en los tiempos mesiánicos todos los pecados fueran perdonados; a este momento habría que plantearse la pregunta ¿requería Jesús de este bautismo?, la respuesta en forma es No, nada en Él debía ser purificado o perdonado.

Lo segundo que corresponde son algunas precisiones al texto propiamente:

        i.            El texto es una teofanía, es decir es una reconstrucción a través de símbolos o imágenes de elementos profundos que el autor desea externar. Que se abran los cielos, la voz poderosa, el ave que desciende es una forma simbólica de demostrar la presencia de Dios en Jesús, si hubiese sido un evento público, es casi seguro que ahí mismo todos hubiesen creído en Jesús, por lo maravilloso y sobrenatural del acontecimiento.

 

      ii.            El v.14 en la mayoría de las Biblias dice “Juan trataba de impedírselo”, el verbo original es menos violento diakwlu,w (diakoluo) significa tratar de disuadir a alguien de prevenirlo sobre algo, Juan no impediría nada de Jesús pero si trata de convencerle, pero con un amor profundo, veamos.

 

    iii.            El mismo v.14 nos pone una trampa en la traducción y por eso es tan difícil notar como Juan disuadía a Jesús, en las Biblias por lo general dice “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti”, la traducción del original nos propone un texto como el siguiente “Yo necesito/yo deseo ser bautizado por ti”. El verbo que se usa para decir “necesitar” en griego bíblico no refiere a una necesidad externa, sino que lleva implícito el deseo profundo de lo que se quiere, por ello cuando Juan trata de disuadir a Jesús es porque el desea ahora ser bautizado, quien bautizaba sabe que ya su bautizo no tiene peso, ahora ha llegado el que da el bautismo definitivo, habría que decir que en el caso de Juan con Jesús lo que desea no es impedirlo es pedirlo.

 

     iv.            El v.15 también requiere una precisión que de alguna forma justificaría el bautismo de Jesús, dice “… así cumplamos toda justicia”, no se trata de justicia en término jurídicos: juicio, condena, etc, sino justicia en términos bíblicos: misericordia, amor, perdón y lo más importante Dios en medio de los hombres (lo que llamamos el “Reino de Dios”). Jesús quiere con el bautismo según el texto permitir que una nueva relación con Dios inicie, una ya no de temor sino de Amor, una que anuncia que “El Reino de Dios” ha llegado y que no es otro que Jesús mismo.

 

       v.            El v.16 ya dijimos es una teofanía, no es algo que pasa visiblemente sino una forma de narrar un acontecimiento fundamental en la fe de la comunidad, en este caso el autor que escribe más de 40 años después del evento, utiliza este momento para mostrar la divinidad de Jesús y la pertenencia de la vida trinitaria, El Padre que reconoce al Hijo, el Hijo que atiende al Padre y el Espíritu que les une en su eterno amor. Del mismo modo la voz que se escucha lo que hace es citar a Is 42,1s, que es la primer lectura de domingo.

Lo tercero y último, la razón propiamente del bautismo. Hemos de descartar que Jesús buscase una purificación o perdón de pecados. La atención habría que centrarla en la identificación con el pueblo. Jesús vive el dolor de los suyos la opresión de los suyos, escucha su clamor y siendo de ellos, actúa con ellos, Jesús se acerca al bautismo de Juan porque siendo hombre sale de entre su pueblo se sumerge en el agua y emerge de ella para iniciar su vida pública y con ella la misión que le ha sido encomendada. El v16 dice “Una vez bautizado Jesús salió del agua”, el verbo anebe (anebe) en griego significa “salir” ciertamente pero también es el verbo que los evangelistas utilizan para decir que Jesús “ascendió” a los cielos, sin entrar en el detalle es un tema interesante.

Jesús se ha bautizado porque se ha identificado con la proclama del Bautista, porque es parte del pueblo pero sobre todo porque ha comprendido que ha llegado el momento, como dice Puig «Por tanto, con este bautismo, más que hacerse solidario con el pecado de la humanidad a la espera de un perdón inminente, Jesús reconoce públicamente la llegada de este perdón y, por tanto, la realización, ahora y aquí de la esperanza de Israel» [1].

Este reconocer de Jesús de que el momento ha llegado que puede deducirse desde la interpretación de la Sagrada Escritura, es lo que ha permitido también a la dogmática de la Iglesia reconocer en este momento el inicio de la misión del Hijo; en este particular coincidiendo con lo que afirman varios exégetas es importante aclarar que este no es un momento vocacional, es decir, como que Jesús sintió y supo cuál era su misión, Él es Dios, lo que había de hacer siempre lo supo, lo que opera en Jesús es la percepción de que ahora es el momento. No es que Jesús reciba el Espíritu, porque nunca ha dejado de tenerlo (Trinidad) es que ahora en la misión del Hijo se hace visible la comunión de Amor de la Trinidad, Jesús nos ha enseñado quien es el Padre y quien es el Espíritu.

Jesús se bautiza para identificarse con su pueblo y emerge del agua convencido de que el momento ha llegado, no emerge purificado pues nada ha de purificarse, emerge para ser el Amor y el Perdón que sellaría el bautismo de Juan, tal como el mismo Juan lo había reconocido “Él os bautizará con Espíritu Santo”.

El Espíritu Santo ha ungido a Jesús no como nosotros somos ungidos en el sentido de que viene a, sino en el sentido de que ahora la fuerza del Espíritu Santo en Jesús será visible por sus obras, de ahí se puede entender la hermosísima frase del P. Olegario, uno de los cristólogos más importantes de los últimos años «Decir que Jesús es “ungido” por el Espíritu Santo, significa que la acción de este conforma su humanidad, alumbra su conciencia, robustece su voluntad y le confiere autoridad para realizar la misión que ha recibido» [2], por eso Pedro en la segunda lectura (Hch 10,38) habla del Espíritu que unge a Jesús.

Debemos forzosamente dejar la “alegoría” de lado para poder comprender el texto, ciertamente la voz, la paloma y todos esos elementos le dan una carga emotiva al texto y lo hacen sumamente llamativo, pero el fondo histórico que nos dice porque Jesús se bautiza no está en ellos, sino en la realidad de su pueblo y la conciencia de su misión que Jesús para ese momento ya había adquirido; la teofanía es la propuesta teológica, es decir el mensaje que el autor quiere dejar, Jesús es el Hijo de Dios.

Finalmente no está de más decir que no debemos comparar el bautismo de Juan o el de Jesús con el actual Bautismo cristiano, las distancias son muchas, pero ese es tema de liturgia y para otro momento.

Hoy en la fiesta del Bautismo del Señor que nos muestra un Jesús cercano a los suyos, comprensivo e identificado con su pueblo, un Jesús que decide iniciar la misión que le ha sido encomendada, nosotros podamos también reflexionar sobre los frutos que el Bautismo ha dejado en nosotros y en que tanto hemos comprendido la misión que nos ha sido dada.

Paz y Bien

JAVC

 

[1] Puig, Armand, “Jesús, Una Biografía”. Ed. Imago Mundi.

[2]Gonzalez, Olegario, “Cristología”. Ed. BAC

domingo, 5 de enero de 2014

¿Y esos reyes quiénes son?

La fiesta de la “Epifanía” (manifestación) del Señor, evoca indudablemente el momento en que se reconoce que el niño del pesebre viene para todos y así se ha entendido en la figura de los magos de oriente.

Mateo es el responsable de hacernos llegar el texto y este pequeño detalle ya influye en lo que se nos está tratando de decir. El evangelio de Mateo es un texto escrito con un destinatario muy claro: judeo-cristianos, es decir judíos que se habían convertido al cristianismo y que por tanto conocen bien los Textos Sagrados (Antiguo Testamento, para nosotros).
Como este destinatario conoce bien los Textos Sagrados el autor va a echar mano a un recurso literario muy común entre los judíos que se llama: midrash. Esta técnica literaria consiste en tomar conceptos de otros textos para justificar una idea que se desea exponer, en el caso de Mateo 2, 1-12 la mayoría de autores coinciden en que la principal intención de Mateo es mostrarle a sus lectores como “Jesús el Mesías fue rechazado por los judíos pero aceptado por los gentiles”[1], recordemos que el Ev. de Mateo es escrito hacia los años 80 y 90 así que ya ha pasado mucho tiempo de catequesis oral, por tanto el texto no se preocupa por decir como fue el nacimiento sino lo que significó ese nacimiento.

Así de primera entrada podemos decir que el texto de Mt 2,1-12 es un midrash, es decir un texto diseñado para fortalecer una idea que como vimos en este caso es la del rechazo de Jesús por parte de los judíos, para elaborar este midrash Mateo hecho mano de varios Textos Sagrados: de Nm 22-24 probablemente se halla inspirado para el tema de la estrella (sin que sea la única posibilidad), de Is 2,2-3;45,14;60,1-6 la gloria del nacimiento y las ofrendas presentadas a Jesús, del Sal 72,11 el tema de que los magos se postran ante Jesús, y cita al profeta Miqueas 5,1-3 haciendo algunos ajustes inspirado en I Cro 11,2.
Por eso, los que han escuchado las lecturas de hoy recordarán que la primera es Is 60,1-6 y el Sal 72 (una parte) porque precisamente son las que usa Mateo para hacer su midrash, así que calzan perfectamente en el tema central.

Como todo midrash posee una gran cantidad de simbología pues esa es parte de la idea al unificar los textos, tratar de darles un nuevo sentido revestido de imágenes que le apoyen.
Antes de ver la estructura del texto, es importante notar que Mateo nos ubica espacialmente, nos dice que el nacimiento es en Belén de Judea, la idea de enfatizar que es Judea tiene tres razones:

a.       Que no se confunda con Belén de la tribu de Zabulón (cf. Jos 19,15).

b.      Qué es la tierra de David y el Mesías habría de nacer en la misma tierra que el gran Rey (cf. I Sm 20,6).

c.       La que el mismo Mateo citará del profeta Miqueas que de Belén nacería el liberador de Israel.

Ahora sí, el texto está estructurado en cuatro partes:

        i.            Los magos (vv 1b,2):  Mateo solo habla de unos magos, no dice si son tres, cuatro o quince, serán las tradiciones posteriores las que le den el número en mucho influenciados por un manuscrito itálico que habla de los famosos tres personajes: Melchor, Gaspar y Baltasar, pero ha de decirse que es un manuscrito no inspirado sino popular, así que no tiene valor en cuanto al texto del Evangelio.

Mateo tampoco dice que sean Reyes, esa tradición nació porque el texto del Sal 72,10 que vimos el evangelista usa para construir el midrash dice “… todos los reyes se postrarán ante él”, así que no sabemos si eran reyes o no, el título se los dio la tradición popular.

 Al usar la palabra magoj (magos) en griego Mateo no está pensando en brujos o adivinos o artistas de la “magia” como nosotros lo entendemos hoy, el concepto es diferente y en términos generales se refiere a: sacerdotes persas, que para los judíos serían paganos y esto tiene un gran significado si recordamos que la intención de Mateo es enseñar como Jesús fue rechazado por judíos pero aceptado por “paganos”. Persa, Babilonia están hacia el Oriente de Jerusalén, por eso Mateo afirma son “magos de Oriente”.

Estos magos dice Mateo reconocen que ha nacido un Rey y lo buscan, como ya se dijo el midrash puede estar hechando mano del texto de Nm 22-24 y otros textos como Nm 9,15-23, para justificar la estrella o bien puede pertenecer a la costumbre de oriente de que cada vez que nacía una nueva estrella era porque nacía un rey; otra posibilidad, muy remota es la de algún fenómeno natural que justificase el hecho [2], lo cierto es que Mateo deja claro que para los paganos “ha nacido un rey” y quieren adorarlo.

      ii.            Herodes y Jerusalén (vv. 3-6): Ahora viene la contraparte de los “magos”, el poder político y religioso de los judíos que no reconocerán a Jesús. Herodes convoca a los que conocen las Escrituras: sacerdotes y escribas y estos le confirman que efectivamente en Belén nacerá un Rey y para ello Mateo juega con Miqueas y Crónicas para formar la profecía de su versículo 6. Los judíos sabían que en Belén nacería el Mesías, pero aun así no creyeron, subraya en su midrash Mateo.

    iii.            Herodes y los Magos (vv.7-8): La vida de Herodes fue complicada, en general fue un hombre inseguro de sí mismo, lleno de dudas y sospechas, por eso Mateo coloca la escena de Herodes interrogando a los Magos, Herodes tiene miedo de ese “rey”, sospecha de que algo se está tramando, por ello se sobresaltó en el v. 3 y por ello pide a los “magos” volver con noticias de él. Nótese que si el texto fuese totalmente histórico Herodes podría haber enviado a quien él quisiera a averiguarlo, sus sacerdotes inclusive, pero no, estamos en un midrash y eso no cabía dentro de la estructura, aquí era importante ver las posiciones antagónicas entre los magos y los judíos.

 
    iv.            Los magos, nuevamente (vv.9-11): Ni siquiera la corta distancia entre Jerusalén y Belén (8 Kms) hizo que Herodes fuese o enviase sus delegados, sin embargo los paganos siguen su ideal (estrella) no van a claudicar hasta llegar al lugar de la manifestación (epifanía). Dato interesante es la frase “se llenan de alegría”; Mateo sigue afirmando como los pueblos paganos se alegran al conocer a Jesús, encuentran su alegría.

El encuentro con Jesús es simple, sencillo, sobrio, no necesita de más; Mateo afirma la maternidad de María (al respecto del tema de la semana anterior); los magos se postran, a lo largo de la Biblia solo ante un Rey se ha de postrar alguien, la intención de Mateo es clara. Los regalos son productos y regalos propios de Oriente (cf. I Re 10,2.10; Is 60,6; Sal 72,10-11.15 que forman parte del midrash), la Tradición de la Iglesia le ha dado un valor especial a los regalos, pero esto es muy posterior: oro la realeza de Jesús y su distintivo de Rey; incienso la divinidad de Jesús y su ser Sacerdote y mirra el símbolo de su sepultura y de su ser Profeta.

Finalmente los magos se van por otro camino porque en “sueños” así les fue dicho. El “sueño” en la Biblia significa “la voluntad de Dios”, Mateo no está interesado en alargar su historia, ya dejo claro lo que quería, Jesús fue ignorado por los judíos y aceptado por paganos, ahora solo los deja ir, nada dice de Herodes ni porque no manda a buscar a los magos, ya eso no es importante para Mateo, de Herodes se encargará con otro midrash el de la matanza de los niños inocentes.

Así las cosas, como vemos estamos ante el genio literario del autor quien logra unificar una serie de textos del Antiguo Testamento para dar vida a una idea fundamental de su catequesis, pero sobre todo para reafirmar a sus lectores que Jesús nació, estuvo entre nosotros y desde su nacimiento es Dios, Rey de Reyes, que en último término es lo realmente importante, Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros, el Salvador ha nacido, grita Mateo en su midrash y es hora de que lo comprendamos y no seamos como Herodes y los suyos. Poca importancia tiene el que no hayan existido magos, o estrella, eso es secundario y no altera en nada la fe, lo realmente importante la verdad que se esconde es la de nuestra Salvación en ese niño que ha nacido y se ha manifestado (epifanía) para todos nosotros.

Por ello Pablo en la segunda lectura es tan claro con los Efesios que los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio” (Ef 3,6), los efesios son gentiles (paganos convertidos) y a ellos también les alcanza la Salvación, porque Jesús no vino solo para unos sino para todos, que es otro gran significado de la Fiesta de la Epifanía, la Salvación es para todos.

La Epifanía evoca ese primer momento cuando ante nuestros ojos fue visible la salvación tal y  como en Lucas recita el anciano Simeón “… porque mis ojos han visto tu salvación” (Lc 2,30), es ese momento maravilloso donde Dios se hace visible al hombre, cuando las miradas de ambos Creador y Creatura se cruzan por primera vez y como los magos solo es posible para la creatura postrarse ante Él. Para encontrarle “el sazón” a la epifanía tenemos que quitarle tanta pompa e imagen y quedarnos con lo importante, ese encuentro personal con Dios que ha venido a nuestro encuentro para salvarnos a todos, sin diferencia alguna, a todos.

Paz y Bien
JAVC